Crítica de la 3ª temporada

'The Marvelous Mrs. Maisel' perfecciona la fórmula que la ha convertido en el ojito derecho de Amazon

Alex Borstein y Rachel Brosnahan en la tercera temporada de 'The Marvelous Mrs. Maisel'

Francesc Miró

De un tiempo a esta parte, Amazon Prime Video parece haber apostado por poner toda la carne en el asador del carácter puramente evasivo de la ficción seriada contemporánea. Por una parte, inviertiendo en series de acción desprejuiciadas como Hanna o Jack Ryan, thrillers fantásticos como Carnival Row, o rarezas extravagantemente divertidas como The Boys.

Por otra, ganándose el favor de la crítica y los premios con sendas 'comedias de autor' como Fleabag y The Marvelous Mrs. Maisel. La primera, escrita y dirigida por Phoebe Waller-Bridge, se convirtió en la auténtica revelación de los pasados Emmy. En una gala que, además, también le otorgó hasta cuatro estatuillas a la segunda. La serie se hizo, entre otros, con los premios de mejor actor y actriz de reparto para Tony Shalhoub y Alex Borstein. Afianzando la respetabilidad de una serie que el año anterior había sido la comedia más premiada de esos mismos premios, y se había devenido la sorpresa de los Globos de Oro y los Critics Choice Awards.

The Marvelous Mrs. Maisel es así por méritos propios el ojito derecho de la plataforma en estos momentos. Genera consenso entre público y crítica, rima bien con el signo de los tiempos gracias a su afilada sensibilidad feminista, y representa los valores que la empresa parece querer asentar en la audiencia: el entretenimiento no está reñido con la calidad. Sin embargo, con la tercera temporada Amy Sherman-Palladino y Daniel Palladino parecen dar un paso al frente en términos de madurez narrativa. En la nueva temporada te ríes menos, pero todo lo que acontece te importa más.

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Maisel más allá de Midge Maisel

Hace dos años, cuando conocimos a Midge Maisel, estábamos en 1958. Ella, una joven pija e inteligente del Upper West Side neoyorquino, descubría su talento para la stand-up comedy al tiempo que se enfrentaba al prejuicio de la época para con las mujeres cómicas y emancipadas, y lidiaba con un traumático proceso de separación y otro de autodescubrimiento. A lo largo de dos temporadas, de hecho, se podría decir que The Marvelous Mrs. Maisel era la historia de una joven que aprendía a respirar liberada del corsé de su condición social y de género.

Cuando nos despedimos de Midge en la anterior temporada, la cómica acababa de recibir una propuesta profesional que podría abrirle las puertas que hasta ese momento la industria le había cerrado. Un cantante de éxito llamado Shy Baldwin -interpretado por Leroy McClain-, le ofrecía la oportunidad de acompañarle durante una gira por toda Norteamérica.

Esta nueva temporada se propone entrar en los sesenta al tiempo que asume que Midge Maisel ya es una cómica reconocida y una mujer empoderada. El proceso de crecimiento personal de la protagonista -excelentemente interpretada por Rachel Brosnahan-, es la base sobre la que se construye ahora un desarrollo dramático más preocupado por los personajes que la secundaban, que por ahondar en las dificultades de ser mujer y ser comediante a finales de los cincuenta.

Eso convierte la tercera temporada de The Marvelous Mrs. Maisel, de facto, en la más ambiciosa hasta el momento. Los creadores consiguen mantener la atención mientras redirigen el foco narrativo, trabajando el aspecto coral que siempre tuvo, pero esta vez colocando a algunos de sus secundarios contra la espada y la pared, para que afronten decisiones y cambios absolutamente claves en sus vidas.

Esta tercera temporada recompensa, por fin, el inmenso trabajo que Alex Borstein venía realizando como Susie Myerson, la representante de Midge. Una genial sidekick robaescenas que ahora goza de mayor espacio y desarrollo sobre el guion. Su personaje reevalúa su relación con el de Brosnahan al tiempo que toma oxígeno y gana en profundidad abriendo una fase de autodescubrimiento interesantísima.

Todo sin olvidar la aventura empresarial de Joel Maisel -Michael Zegen-, y el desarrollo del matrimonio Weissman, los padres de Midge. Marin Hinkle y Tony Shalhoub gestionan un total cambio emocional que pasa por la liberación de la culpa judeocristiana en el caso de ella, y el sorpresivo y divertidísimo coqueteo con la filosofía de la Generación Beat en el caso de él. Juntos emprenden un cambio de paradigma que es, al mismo tiempo, el de la serie, dispuesta a jugar con fuertes contrastes de tono para conseguir un equilibrio ciertamente admirable.

Un viaje por la Norteamérica de los 60

El escenario y quienes lo poblaban hasta ahora, como vemos, gana en relevancia frente a quien empuña el micro. Amy Sherman-Palladino y Daniel Palladino se preocupan por ofrecer, con la excusa argumental de la gira de Midge por Norteamérica y el aire de road movie, un fresco de los años sesenta lleno de perspicacia y encanto.

Junto al peso que gana el personaje del cantante racializado interpretado por Leroy McClain, inspirado en artistas como Harry Belafonte, la serie ahonda en la cultura del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos. Al tiempo que la lucha por la libertad de expresión del comediante Lenny Bruce -Luke Kirby en la ficción-, entronca con la ya mencionada Generación Beat.

Es curioso, con todo, que tanto la ampliación de voluntad representativa como la mayor ambición temática venga también aparejada de una falta de ataduras y complejos en lo formal. La tercera temporada de The Marvelous Mrs. Maisel es también la que más brilla en términos de puesta en escena. La que subraya, sin temor a resultar artificiosa, la fórmula de la pareja de creadores.

Si antes teníamos dos, a lo sumo tres, escenas musicales memorables en toda una temporada, ahora cada episodio encapsula maravillosas actuaciones que se recrean en su peso narrativo y no en la mera excentricidad. Pero no solo eso: las set pieces como las que abrían y cerraban el arco argumental parisino de la anterior temporada, elaboradas al milímetro, en planos secuencia justificados y con decenas de extras actuando al unísono como en un musical de Broadway, ahora se cuentan por puñados.

The Marvelous Mrs. Maisel se nos presenta, ya de forma se diría que definitiva, como una de las dramedias más encantadoras y brillantes del panorama seriéfilo actual. No solo por estar escrita con suma inteligencia, ni por sus implicaciones políticas ahora omnipresentes en su relato, sino por ser una combinación impoluta de forma y fondo.

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