Opinión

Por qué 'Vitals' es un documental necesario que ojalá fuese ficción

Por qué 'Vitals' es un documental necesario que ojalá fuese ficción

Marcos Méndez

Resulta difícil ver, y aún más recomendar, una producción que te mantiene con un nudo en la garganta y que en ocasiones hasta te hace llorar de pena e impotencia. Más aún cuando sabes que lo que estás viendo es un documental, completamente real, y no se trata de una obra de ficción. Pero es necesario.

HBO estrena este domingo 7 de febrero 'Vitals', una serie documental de tres entregas de una hora de duración producida por El Terrat y dirigida por Félix Colomer que fue rodada entre marzo y junio de 2020, en la primera ola del coronavirus. Una obra que hace un seguimiento a diferentes pacientes y sanitarios del Hospital Parc Taulí de Sabadell durante su estancia en el hospital y hasta el interior de sus casas.

Y aunque puede parecer que llega tarde, que nos va a contar lo que ya sabemos, lo cierto es que llega en el mejor momento posible. Cuando muchos se han relajado y la tercera ola de la pandemia no se detiene a pesar de las advertencias, Vitals da otra razón para cuidarnos: si no lo haces por ti, por tu familia o seres queridos, por los demás; al menos hazlo por los sanitarios.

Es un documental duro. Muy duro. Con un desenlace vitalista, sí, pero que en su desarrollo te hace vivir desde dentro la parte más dura de la primera ola, sentir el miedo de los pacientes, y sobre todo reconocer el trabajo de los sanitarios, de las enfermeras que lo protagonizan. Y por eso es necesario.

Amor y cuidados durante 12 horas al día

Silvia, Isa, Noe, Sandra. Todas tienen nombre, y es un acierto mostrar sus casos y vidas concretas, aunque sea para ejemplificar con cómo vivieron todos los y las sanitarios esa primera ola que cambió por completo su trabajo, teniendo que aprender sobre la marcha y alterando sus vidas. Cómo al principio recibían cierta incomprensión hasta de sus familias, que les recordaban que este virus afectaba a todos, mientras ellas trabajaban 12 horas al día para salvar vidas.

Vitals es necesario para ver que de ese primer envite del coronavirus no nos sacó la gestión política, que queda en entredicho por la falta de previsión y de materiales de prevención, sino la unión y la capacidad de trabajo de los sanitarios. Su unión y su explotada capacidad de trabajo mientras todos improvisaban y aprendían sobre la marcha para enfrentarse a la pandemia. “No me he sentido confinada en ningún momento”, dice una de ellas casi al final, cuando parecía que ya todo iba a mejor, para resumir que de tanto trabajo apenas había estado encerrada en casa.

Es un documental necesario también para los familiares de los pacientes que se han ido, ya que con él podrán tranquilizarse y comprobar que pese a no haber podido estar a su lado, se despidieron sintiendo el amor que les daban las sanitarias. “El coronavirus lo ha cambiado todo”, dice otra para explicar que ella nunca creaba vínculos con los pacientes, mientras ahora se ve rodeada por varios de ellos mientras comen juntos fuera del hospital.

Sirve para ver cómo celebrar un cumpleaños puede animar para seguir viviendo. Y también cómo una videollamada, con la enfermera sosteniendo el móvil y siendo partícipe de un momento tan íntimo, puede llegar a salvar una vida. Algo que ojalá vea la gerente del hospital de Alcalá de Henares.

Otro homenaje necesario a nuestras sanitarias

Ojalá Vitals fuese una ficción porque así morirían personajes, y no personas. Pero es un documental, y habrá momentos en los que no puedas reprimir las lágrimas. Pero sobre todo se convierte en otro homenaje necesario a los sanitarios.

Ver también a pacientes que sí lo han superado como César, Eduardo, Jesús o Vanessa; pero que inician un proceso de recuperación complicado y con graves secuelas, es la mejor forma de darse cuenta que debemos tomarnos muy en serio a un virus que acaba con vidas, o que las cambia para siempre. Y que no da lugar a negacionistas.

Quizás el mejor regalo que todas las y los sanitarios pueden recibir es escuchar cómo un paciente, tras más de un mes en coma e intubado, vuelve a poder hablar y con un débil hilo de voz selecciona qué decir mientras mira a los ojos a sus cuidadoras y salvadoras: “No tengo palabras para agradecer lo que habéis hecho por mí”.

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