ENTREVISTA VERTELE

El creador de La casa de papel explica el final: “No queríamos decepcionar al espectador”

AVISO: La siguiente entrevista contiene spoilers sobre el capítulo final de La casa de papel.

¿Por qué habéis decidido dar este final a La casa de papel?

Porque creo que es coherente con la serie. La casa de papel es continuista con respecto a Vis a vis, donde trabajábamos también la ambigüedad moral de los personajes. Al principio Zulema era un personaje totalmente villano, antagonista, y terminó teniendo un carisma brutal. Al contrario pasó con Macarena, que empezó siendo una niña buena y terminó realizando un viaje hacia la parte oscura.

Esa ambigüedad moral ha continuado en La casa de papel, aunque con un género más lúdico. Queríamos dejar el drama sórdido de la cárcel, pero al final en La casa de papel planteamos los mismos conflictos: el viaje de Berlín, de la Inspectora o de muchos otros personajes está ahí... están haciendo continuamente funambulismo entre el bien, el mal, la moralidad, la ética... y no hay ninguno que esté libre de ello.

En ese sentido, el final tenía que ser coherente con este planteamiento. Queríamos demostrar que el espectador se iba a alegrar de que robaran y al final los malos ganan. Queríamos que el espectador no se sintiera decepcionado y que se cumplieran las expectativas en ese sentido. Creemos que este es el final que esperan los espectadores.

¿Por qué ha sido finalmente Berlín, y no otro, la única víctima del final?

El trabajo que ha hecho Pedro Alonso con Berlín ha sido descomunal. También pasó con Najwa Nimri, son personajes carismáticos, de un magnetismo brutal. Intentamos buscar personajes muy laterales, con mucha excentricidad, con una tesis... realmente diferentes. Empezamos a jugar con el espectador, a zarandearle, para que no supiera en qué parámetros morales debía sentir con ellos.

El final de Berlín se lo ganó él a pulso, y a su vez es el cierre coherente. El villano termina siendo el héroe de todos ellos en 130 horas de atraco. Dice algo de lo que somos todos, de nuestra parte buena y mala y de las dos dimensiones que tenemos. Berlín era el que tenía que hacer ese final heroico e inmolarse.

En el último capítulo descubrimos que Berlín y El Profesor son hermanos. ¿Por qué no habéis profundizado más en esa relación durante la serie?

Porque se supone que era una de las cosas que el resto de la banda no sabía, aunque en la segunda temporada ya vimos que algunos sí. Al final una serie de acción te quita mucho tiempo narrativo de cosas que van sucediendo y que pertenecen a la funcionalidad narrativa. A pesar de que hacemos siempre personajes muy emocionales nos quedaba muy poco tiempo, al final lo que ocurrió es que no desarrollamos mucho esa trama. No obstante, me gusta que no se haya desarrollado eso, hay muchas cosas que no hay que contar y es mejor evocarlas para que el espectador se las imagine.

¿Qué balance haces de la aventura televisiva de La casa de papel?

Es un balance deslumbrante y maravilloso en el sentido de que era un camino muy incierto cuando lo iniciamos en el otoño pasado. Tuvimos una preproducción corta para lo que era la serie, y con una empresa pionera a la que luego se nos fue uniendo muchísima gente, muchísimos creativos... al final prácticamente todo mi equipo se vino a Vancouver. Ha sido una experiencia maravillosa, es mucho mejor de lo que yo esperaba de La casa de papel y del primer año de Vancouver Media. De hecho, es de lo mejor que he hecho como escritor y como productor ejecutivo.

Cuando hablamos en la presentación de la serie comentaste que teníais muy claro cuál era el final, y que el número de capítulos podría variar para llegar a ese punto de la manera más coherente. Se habló de 18, e incluso de 20, pero finalmente ha sido 15 el número final de capítulos. ¿Por qué?

Cuando estábamos haciendo el capítulo 11 o 12 vimos que si nos íbamos a 17 o 18 era posible que estuviéramos alargando el final. Nos dimos cuenta de que funcionaba mucho mejor comprimido, como lo va a ver el público.

Lo que ocurre en los 6 últimos episodios de la serie es bestial, tiene bombas cada capítulo. Al final nos hemos ido a 130 horas, creíamos que era el momento en el que íbamos a dar lo mejor, no íbamos a alargar e íbamos a permanecer en la línea editorial de Vancouver. Esto es: no alargar, darlo todo y hacer una serie explosiva. Llame a Sonia Martínez -Directora de ficción de Atresmedia-, le dije que íbamos a hacer 15 y le pareció muy bien. Creo que es coherente hacer una serie con el número de capítulos que te pide. Son más de 1.000 minutos de ficción para un atraco, lo que hemos hecho es lo coherente y creo que es una gran noticia.

¿Han influido los datos de audiencia en esta decisión, o ha sido algo puramente a nivel creativo?

Desde luego no desde la cadena. A nosotros en ningún momento nos ha llamado Antena 3 preocupada por los índices a la audiencia, al contrario. Nos decían: sois líderes en menores de 54 años, sois líderes en target comercial... La cadena estaba muy contenta con nosotros y fue una decisión consensuada al ver que nuestra serie era más poderosa en 15 capítulos que en 18.

¿Cómo valoras la acogida que ha tenido La casa de papel, tanto a nivel de seguimiento como de audiencia?

He tenido la sensación de que parte del espíritu de la Marea Amarilla ha estado luego en la Marea Roja, y para mí era muy importante no defraudar. Las series no tienen nada que ver, quizás si uno se pone a rascar encuentra cosas parecidas en el ADN de las series, pero no tienen mucho que ver: uno es un drama carcelario oscuro y con una cierta crudeza, y la otra es una serie mucho más luminosa, más lúdica y edonista.

Sin embargo, creo que el público no se siente decepcionado y la acogida ha sido maravillosa, pero no solo aquí. La acogida en España con nuestros espectadores ha sido tremenda, y ahora que la está viendo la gente a nivel internacional nos están llamando desde productoras de Estados Unidos y Reino Unido, la serie está gustando y no puedo estar más contento con ello.

¿Qué es lo que más habéis disfrutado desde Vancouver Media de esta aventura?

Hemos disfrutado poco (ríe). A la hora de hacerla ha sido muy dura, ya que es una serie que quizás necesitaba una preproducción mayor. Al final nos hemos lanzado a hacerla, ha quedado muy bien porque el equipo es la leche y creo que empezamos a disfrutarla cuando comenzó la emisión y llevábamos ya 3 o 4 meses rodándola. Ahora estamos encantados de haberla hecho, pero ha sido muy duro arrancar esta serie.

¿Crees que el final puede defraudar?

En todo el mundo los finales de las series que tienen una vinculación de culto con los espectadores o una fidelización especial siempre tienen el problema de que pueden decepcionar o defraudar. Creo que este es un final que no defrauda. Lo teníamos pensado cuando diseñamos la serie, incluso antes de escribir el primer capítulo ya sabíamos cómo terminaba, y hemos sido fieles a lo que contamos a la cadena y a lo que contamos a los actores.

No nos hemos movido ni un ápice de nuestro final previsto, lo que sí hemos hecho en estos últimos 6 capítulos es diseñar bombas para que los espectadores se quedaran helados en la silla pensando que no hay vuelta atrás. Es un constante disparar con francotiradores y el espectador se va a quedar helado. Nos lo hemos puesto muy difícil a nosotros como escritores, y también a los propios directores y actores. Creo que es muy poderoso.

Todo cierre de una etapa trae consigo el inicio de otras. ¿Cuál va a ser la siguiente aventura de Vancouver Media?

Ahora mismo estamos escribiendo dos nuevas series y ramificándonos hacia dos lugares muy diferentes. Uno de ellos es la comedia. Hacía mucho tiempo que no volvía a ella, desde Los Serrano y Los hombres de Paco, e incluso desde Fuga de cerebros en cine, y me costaba mucho volver. Tengo un gran respeto a la comedia, es un género durísimo para mí, donde he pasado muchísimos capítulos de televisión. Intentaba esquivar este camino, pero voy a volver a la comedia a través de Atresmedia.

Además, estoy haciendo otro proyecto que todavía no se puede desvelar. Es mucho más poderoso, mucho más contemporáneo, con el que de nuevo volvemos a una vanguardia que no se ha hecho en España. Ambos proyectos son totalmente distintos y estamos con ellos para 2018.

Entendemos que con este último se va a seguir una línea continuista con el camino iniciado con series como Vis a vis o La casa de papel. ¿Es así?

Sí, es una serie mucho más vanguardista, más contemporánea, con la que intentamos ir más allá. Estamos en un mundo globalizado, nuestras series se ven en 161 países del mundo a través de Netflix, y tenemos que pensar que igual que nosotros vemos ficción contemporánea sajona o de cualquier lugar del mundo, nos ven a nosotros. En este caso no solo los británicos o los norteamericanos, también los israelitas o los nórdicos.

La ficción ha roto fronteras, es casi la nueva literatura, y los mejores creativos están a la par que en el cine. Teníamos que pensar de nuevo en algo vanguardista no solo para España, sino también para el resto del mundo. Es el ADN de Vancouver, y ahí volvemos a estar.

Como padre de la criatura, ¿qué opinas del renacer de Vis a vis, ahora en Fox España?

Estoy encantado. Con el cariño que le tengo a Vis a vis, imagínate. Creo que es un punto de inflexión en mi vida y siento mucho cariño por todos los actores que están ahí y por el equipo que sigue en Globomedia con el proyecto. He estado allí 20 años y para mí ha sido la productora que me ha enseñado todo tanto a mí como a la gente con la que he estado trabajando durante muchísimo tiempo.

Para mí que se sigan contando historias del universo de Vis a vis es maravilloso, y que la siga contando parte de la gente que estuvo conmigo también. Les deseo lo mejor, es una grandísima noticia.

¿Hubo opciones de retomarla vuestro equipo en Vancouver Media?

Realmente nosotros ya estábamos en otro proyecto y estábamos fuera. Parte del equipo ha participado en diferentes grados, y estamos todos encantados. Lo que Vis a vis ha traído a la ficción española es maravilloso y creo que debe seguir. Igual que otra ficción vanguardista en España como El Ministerio del Tiempo sigue, era una pena que Vis a vis se cayera. Creo que es maravilloso.