'El Objetivo'
Ángel Martín, de su ingreso psiquiátrico: “Al salir estás tan roto que das por sentado que es el fin”

Ángel Martín, en 'El Objetivo'

Laura García Higueras

Ángel Martín anunció a principios de septiembre que había escrito Por si las voces vuelven, un libro en el que detalla cómo vivió el brote psicótico que sufrió en 2017, su ingreso en el hospital y la posterior “reconstrucción” de su vida. El cómico visitó este miércoles El Objetivo, donde siguió arrojando luz sobre salud mental junto a Ana Pastor. Junto a ella abordó lo complicado que es establecer el “dónde empezó todo”, cómo fueron sus días en psiquiatría -donde pensó que le habían “encerrado en una escape room”- y el “desierto” al que se enfrentó al salir.

“La intención era tener una especie de guía para mi”, reconoció sobre el motivo por el que se decidió a escribir el libro. Remontándose al supuesto origen de su brote, Martín indicó que, realmente, “es como si todos tuviéramos un medidor. Sabes que cuando llegas al 100, petas. Te van pasando cosas y se va llenando y, un día, no sabes muy bien cuál es; sucede algo y pierdes el control de absolutamente todo”. “Nadie que viva algo así puede encontrar cuál es el detonante”, sostuvo.

Su pérdida de control tuvo lugar en 2017. Tras una noche en la que felicitó a su pareja en redes por el éxito de Wonder Woman -película en la cuál ella no había participado-. A la mañana siguiente le dejó una nota y se fue a comprar regalos “absurdos”. “Vio que no era una broma y ella fue quien dio la voz de alarma”, reveló, “yo ni me enteré”. Sobre lo que él estaba experimentando, comentó que “tienes voces que te van diciendo distintas cosas”. Entre ellas, “una me impedía contarle a la gente lo que había descubierto”, motivo por el que jamás compartió sus pensamientos.

Aquello coincidió con una época en la que tomaba mucha marihuana, éxtasis y alcohol. “No fueron el detonante, pero desde luego no ayudan”, indicó. “Consumía porque me parecía que consumir drogas me abría puertas a lugares a los que sin drogas no llegaba”, explicó sobre cómo las consideraba como una 'inspiración' para sus guiones.

“Mi cabeza dijo 'esto es una escape room'”

“Es mucho más difícil para quien tiene que tomar la decisión de decirle a la persona, tira para el hospital”, expuso Martín, “porque es muy probable que no lo acepte”. En esta línea, recuerda que su pareja llamó a un amigo, que fue quien recogió al cómico preguntándole si le acompañaba al hospital. “No te das cuenta de que es para ti hasta que la puerta de psiquiatría se cierra y tú ya estás dentro”, rememoró.

En aquel momento además, “todo lo que sucede tiene un significado. Hay cosas que son buenas y otras malas. El olor a café lo interpretaba como algo de lo que me podía fiar”. De ahí a que cuando su conocido fue a buscarle oliendo a café, aceptara su propuesta. Sin embargo, una vez dentro de psiquiatría, “sabes que está pasando algo pero no sabes lo que es”. “No lo recuerdas como 'me están ingresando', sino que 'me están encerrando en un sitio y no sé muy bien por qué. Cuando el cerebro empieza a no poder procesar lo que está sucediendo, busca una trama para que te relajes. Mi cabeza lo que hizo fue decir ”vale, esto es una escape room'“.

Allí pasó ingresado catorce días, de los que contó que “la entrada es un choque muy grande porque no sabes qué sucede”. Después, “hay una especie de laguna de sensaciones donde vas como un zombi. El plan es 'mediquemos a la persona, que se ponga a cero y sea capaz de andar, comer y poco más'. Luego ya hay un momento donde necesitas salir. Y cuando sales es cuando viene el viaje fuerte”.

“Al salir estás tan roto que das por sentado que es el fin”

Antes de entrar en el hospital, venía de “estar en un mundo mágico, pero al salir no tiene los colores que recordabas. Es como si estuvieras viendo la vida en 4K y de la noche a la mañana te la ponen en blanco y negro, y sin sonido”. “Cuando sales estás tan roto que das por sentado que es el fin, que no vas a recuperarte. Sales rendido”, reveló. A partir de ahí da comienzo un “proceso súper lento, muy cansado, muy largo y lleno de inseguridades”.

Ahí entró en juego su contacto con sus conocidos. “Cuando alguien se rompe un dedo ves el yeso, pero cuando es el coco, no lo ves”, argumentó, “la gente tiene tendencia a pensar que cuando alguien sale del hospital, ya está bien. Y no. Ahora es cuando empieza la aventura, el desierto”. De ahí a que incidiera en cómo “es muy delicado” porque “si te van diciendo 'ya está, ya ha pasado'; no entienden que para ti no”. “Por dentro dices 'voy a fingir que estoy bien', pero es que no lo está”.

“¿Para qué esperar a que te pete la cabeza?”

Martín defendió que “todos hemos vivido momentos así” y reconoció que antes de su experiencia, “ni si quiera era consciente de que la salud mental era tan tabú”. Por ello puso el foco en cómo “la gente retrasa el momento de pedir ayuda o comentar que se nota rara. Se espera porque piensa 'no estoy tan mal'. No te esperes a que te pase, ¿para qué esperar a que te pete la cabeza? Si lo puedes hacer antes, empieza a tomar medidas”. “Cuando dejas de saber quien eres, no te queda más remedio que reconstruirte”, escribe en su libro. De ahí a que insistiera en que entendamos que no hace falta tocar fondo para comenzar a cambiar y mejorar.

Al mismo tiempo, compartió que “todo el mundo está igual de mal” y revindicó la necesidad de “escuchar” y de “tener empatía. Que cuando preguntes a alguien cómo estás, escucharle de verdad”. Esta fue la 'petición' en la que el cómico quiso incidir en su visibilización de la salud mental, además de reivindicar que debe ser una prioridad dentro de la agenda política para, como expresó Ana Pastor, que cuidarla no sea 'un artículo de lujo'.

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