Crítica Vertele

'Auténticos', cuando la magia de la TV convierte a Chicote en un genio de la lámpara (necesario en prime time)

Alberto Chicote en 'Auténticos'

Paula Hergar

“Todo esto que he vivido contigo no se me va a olvidar nunca” confiesa Alberto Chicote a Eli en la primera entrega de Auténticos, su nuevo programa en laSexta.

Y es que por primera vez la televisión ha permitido que el chef se aleje de los fogones para mostrar su lado más amable. Más tierno. Más mágico. Tanto que su nuevo papel es casi el de un genio de la lámpara al que le piden deseos y los cumple.

Pero no a cualquiera, sino solo a personas con discapacidad que demuestran que sus límites están más en el ojo ajeno.

Con este atractivo giro del cocinero, con unos protagonistas tan emotivos y unos sueños por cumplir, Auténticos se convierte en uno de esos oasis que, solo de vez en cuando, nos enseñan que la magia de la televisión es de las más potentes que existen.

Chicote: de chef cascarrabias, al mentor deseado

Con este programa Chicote ha iniciado una nueva etapa como presentador en la que por fin, cuando cruza el umbral de una puerta le reciben con abrazos. Y eso solo es el entrante.

Le vemos relajado, frente a unos nuevos compañeros de viaje a los que trata con la misma naturalidad que a cualquier otro al que ha entrevistado anteriormente. Habla con ellos de sus trastornos, de sus familias, de sexo, de valores, de sus trabajos y cuando le confiesan sus sueños él se pone manos a la obra.

Como si de un genio de la lámpara se tratara, Chicote les abre las puertas que solo los contactos catódicos logran. Les acompaña en el proceso de preparación, está con ellos durante el examen y es testigo del resultado.

“He sido feliz de acompañarles y aún más de saber que pueden seguir caminando por su cuenta” dice y a nadie le extraña que hayan apostado por él para hacer de “Rey mago”, porque aunque siempre le habíamos visto a enfadado, todos sabíamos que era de los que no tienen reparo en llorar cuando algo lo merece.

Unos protagonistas con continuas lecciones de vida

En esta primera entrega hemos conocido a Eli y Alejandro, y han sido una inyección de vitalidad que pocas veces se encuentran en prime time.

Ella con síndrome de Turner y él con síndrome de down dejan a cualquiera con ganas de aprender de ellos. Disfrutan de la rutina como al resto ya se nos ha olvidado: de sus trabajos, de sus parejas, de sus familias, del ir al zoo, de abrazar, se pierden en la mirada de los animales, en el disfrute de seguir una receta, hasta gozan el momento en el que un animal se despierta de la anestesia y le acompañan los minutos que hagan falta para que entienda lo que ha ocurrido.

Son “auténticos” y esa es una cualidad imprescindible para seducir en televisión.

Entre la realidad y la ficción de Tim Burton

Lo que también seduce de esta apuesta es la factura, como de cuento de hadas. Con un Chicote que hace magia y unos protagonistas que cumplen sus deseos, el programa lo redondea con una música que acaba de introducirnos casi en los mundos de Tim Burton.

Tampoco nos engañemos: sabemos que lo que vemos es un mundo irreal, que pocas veces se dan estas oportunidades a personas con discapacidad y mucho menos son seleccionadas con tanta rapidez a través de un megáfono que da la noticia frente a todo el público.

Pero sí que normaliza el incluirlos en las plantillas, el que puedan valerse por sí mismos y el que cumplan sus sueños. Por ello, el programa es necesario y hasta podría tener una segunda temporada en la que Chicote volviera a esos lugares para saber cómo ha seguido todo. Porque en eso, Chicote ya tiene experiencia.

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