Análisis

La batalla de las “marcas” en el entretenimiento televisivo: Antena 3, frente a Telecinco y TVE

'Tu cara me suena', 'La isla de las tentaciones' y 'MasterChef'

Lorenzo Ayuso

Múltiples análisis se pueden hacer del dominio en audiencias de Antena 3 sobre la competencia que se inició con su victoria en el cómputo mensual de noviembre de 2021. Diecisiete meses después de iniciar su mejor racha histórica, la distancia con respecto a Telecinco se mantiene firme, nutriéndose de una cartera de formatos de entretenimiento de suma fiabilidad. Desde luego, la columna vertebral que compone su programación es clave para sostener toda la infraestructura. Y sin embargo, también evidencia la importancia de contar con marcas de largo recorrido en continúa rotación.

Lo hemos comprobado durante el último año al revisar el mapa de las plataformas: la importancia de las franquicias se ha tornado la base de la rentabilidad y buen rendimiento en el audiovisual. No solo vale con tener producciones autónomas que reporten buenos datos, sino garantizar un flujo continuo de estos. Dicho de otro modo: toca ramificar y expandir, dar continuidad a largo plazo, que permita garantizar la estabilidad del modelo de programación. Reciclar, recuperar y mantener frescas marcas para que siempre vivan su momento.

En lo que va de 2023, hemos podido testar la importancia de aprovechar la fuerza de una marca. Es el caso de La 1 de TVE, que acaba de estrenar MasterChef, su marca principal, y recientemente ponía en marcha la adaptación de El conquistador del fin del mundo, el reality estrella de ETB que sigue sin mostrar síntomas de agotamiento después de 19 temporadas en su haber (se inició en 2005 en la autonómica), a fin de convertirse en una propuesta de largo recorrido para el maltrecho prime time de la cadena pública. A fin de mantener las claves de la identidad corporativa, el presentador del original, Julian Iantzi, está también involucrado como presentador en esta versión de ámbito nacional, junto a Raquel Sánchez Silva.

También es el caso de Antena 3, que ya tiene en marcha la recuperación de Password, 12 años después de desaparecer de la parrilla de Cuatro: en este caso, Atresmedia apuesta por repescar contenidos que fueron emblemas de otra cadena, Telecinco, para seguir afianzando su modelo televisivo.

Antena 3 y su estrategia fundamentada en las franquicias

Y precisamente es así como la cadena con sede en San Sebastián de los Reyes ha construido ese éxito del que ahora disfruta: a fuerza de franquiciar su programación, recurriendo tanto a éxitos probados de la televisión internacional como a tratar los programas originales con cuidado. La sensación de confianza con el espectador, el vínculo con él, se refrenda en una parrilla donde unos programas y otros se turnan y reparten las noches, haciendo fácil la elección del espectador que ya sabe lo que va a ver y dónde verlo. Es cuestión de generarse garantías a largo plazo.

Si nos centramos en el horario estelar, la noche de los viernes nos proporciona una imagen clara: durante los primeros dos meses de 2023, el prime time del viernes estuvo dominado por la tercera edición de El Desafío. Estrenado en 2021, como recambio de Tu cara me suena, ya en su primera edición anotó unos datos más que satisfactorios si bien lejanos a los del talent show de Gestmusic, pero lo suficiente para batirse el cobre contra Got Talent en Telecinco, su rival de aquel momento. La confianza por el espacio de 7yacción quedó recompensada un año después, en primavera de 2022, cuando lideró sin oposición cada lance en la misma noche. Y lo mismo ha ocurrido con la tercera edición. La cuarta, por cierto, ya está en desarrollo.

Ahora, Tu cara me suena sigue replicando la norma de sus 10 ediciones, con liderazgos contundentes en la misma franja, y precisamente haciendo valer ese número redondo como el mejor valedor de lo que oferta. En sus dos primeras entregas, se ha mantenido dentro del selecto club del 20% de cuota de pantalla y sobre los dos millones de espectadores, unos datos más que notorios dada la progresiva fragmentación de las audiencias.

Estos son excelentes ejemplos para entender la clave del triunfo sostenido en el tiempo de Antena 3. Pero hay otros: ahí están La Voz, otra franquicia rescatada tras su emisión en Telecinco de la que se han llegado a producir tres variaciones, la adulta, la Kids (la octava edición apunta a su inminente estreno) y la Senior (que se dio por amortizada tras tres ediciones); Mask Singer, cuya tercera temporada está pendiente de estreno; o Quién quiere ser millonario, relanzado con Juanra Bonet, como ya ocurrió recientemente con Atrapa un millón, que dio buen rendimiento con sus galas especiales conducidas por Manel Fuentes.

Por supuesto, no todo funciona. Crear propiedades poderosas implica también entrar en dinámicas de ensayo y error. Pese a no destacar con su primera edición, Veo cómo cantas fue renovado por una segunda a fin de testar la capacidad de reforzar su imagen ante el público, si bien volvió a caracterizarse por la discreción. Lego Masters y Family Feud, pese a la reputación, han quedado ya lejanos. El caso de El círculo de los famosos supone otra prueba de fuego para el canal: el concurso arrancó su andadura con fuerza, pero fue aminorando sus revoluciones hasta quedar deslucido en su despedida. Con todo, la posibilidad de redoblar la confianza, como ya hizo con Veo cómo cantas, parecería una opción legítima y previsible. Construir una marca es difícil, máxime si ha de compararse con otras de la categoría de las mencionadas.

Telecinco, entre la espera a 'GH' y el impulso a 'Got Talent'

Distinto es el caso de Telecinco y La 1, que sufren en estos momentos por la dificultad de asentar nuevas propiedades que aguanten los envites más de una temporada, incluso que la terminen.

En el caso de Telecinco, donde el género del reality era la pieza básica de su arquitectura de programación (con tres noches por semanas para el formato principal), la desaparición de la marca Gran Hermano, a causa del caso de presuntos abusos sexuales de José María López a Carlota Prado en la decimoctava edición de anónimos (GH Revolution) ha tenido un impacto evidente en la progresiva caída del canal. En la actualidad, Supervivientes, que sigue resiliente a los cambios de timón y de liderazgo, y La isla de las tentaciones, se mantienen dentro de las expectativas, si bien en el segundo caso también se aqueja el efecto desgaste ante el intenso aprovechamiento que se ha hecho de él, con seis ediciones y un spin-off en apenas tres años.

Sin embargo, teniendo en cuenta cómo era la rotación (un formato en septiembre, otro en enero y Supervivientes en marzo/abril), estas bazas se tornan insuficientes. No en vano, desde 2020 se han venido probando alternativas a Gran Hermano que no han cuajado: La casa fuerte, Secret Story (que en realidad era una iteración de la marca GH) y Pesadilla en El Paraíso han contado en los tres casos con dos ediciones, sin que en ninguno de ellos esa segunda oportunidad haya servido para consolidarlo. Es más, la falta de confianza real hacia las necesarias modificaciones en sus mecánicas han profundizado su debilidad, con el ejemplo claro de Pesadilla en El Paraíso, una reformulación de La Granja que debía haber servido para instaurar la tendencia a grabar los realities, una estrategia que fue descartada a las primeras de cambio.

La crisis de audiencias de Telecinco y el relevo en su cúpula, tras la salida de Paolo Vasile, ha implicado también un cambio de mentalidad con respecto a su oferta de entretenimiento. A la espera de que el futuro de GH se esclarezca una vez concluya el juicio contra José María López por presuntos abusos a Carlota Prado, Telecinco está procurando cambiar su imagen a fuerza de impulsar el entretenimiento familiar, valiéndose de la otra franquicia que le sigue reportando alegrías: Got Talent.

A tal fin, Mediaset y Fremantle, productora del formato, sellaron un “acuerdo estratégico” que aseguraba no solo la continuidad de Got Talent, camino de su décima edición, sino la producción de su spin-off, Got Talent: All Stars, solo meses después de que este debutara en la televisión estadounidense. Asimismo, se apuesta por desarrollar otros programas de identidad similar, que habrán de cubrir un hueco que no han podido cubrir otros previos como Idol Kids, la adaptación de la todopoderosa franquicia de entretenimiento que, tras largos años en desarrollo en el canal, terminó con más pena que gloria.

TVE y su infructuosa búsqueda de propiedades

Más acuciante es el caso de Televisión Española, donde la franquicia MasterChef es la única que, edición tras edición, mantiene el tipo. Con la undécima temporada recién iniciada, con su nuevo formato para cubrir dos noches, y con la octava Celebrity cocinándose, es en estos momentos el único formato cocido a largo plazo. Otros como Maestros de la costura ya quedaron por el camino, mientras el esfuerzo por crear marcas nuevas, especialmente palpable durante el primer trimestre del año, ha sido infructuoso.

Si la continuidad de Dúos increíbles, con cifras aceptables pero lejos de compensar la inversión, está prácticamente descartada, el caso de Cover Night es demoledor, pues sus malos datos desde el estreno, que no ha remontado ni con el cambio a una noche menos competitiva como la del sábado, parecen certificar su corta vida. Y lo mismo puede decirse de otras propuestas como Días de tele, a punto de finalizar su recorrido, Brigada Tech, trasladado a La 2, Todos contra 1, que ya quedó cancelado, o Vamos a llevarnos bien, retirado de forma fulminante de la parrilla tras una única emisión.

Solo los programas fundados sobre el Archivo histórico de RTVE, Cachitos de hierro y cromo en La 2 (que vuelve el próximo martes 18, tras postergarse su nueva temporada justo para proteger Días de tele) y Viaje al centro de la tele, pueden considerarse marcas de entretenimiento fiables, pues han generado una imagen clara de lo que ofrecen al público y garantizan unos mínimos, eso sí, sin la ambición de los ejemplos anteriores.

El Conquistador es una nueva muestra del empeño. Mientras tanto, seguirá manteniendo esa dinámica envenenada que se instauró durante la etapa de José Manuel Pérez Tornero, en la que las audiencias se fiaban a los grandes eventos deportivos para paliar el bajo reclamo de su oferta.

Sin marcas llamativas, el catálogo se resiente.

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