Entrevista

Bob Pop: “Quien considere que 'Maricón perdido' es una serie de un rojo peligroso y no la quiera ver, allá él”

Bob Pop, creador de 'Maricón Perdido'

Marcos Méndez

A la hora de anunciar una entrevista con Roberto Enríquez, muchos pueden pensar en el exitoso actor que acaba de estrenar La cocinera de Castamar. Pero como hasta en eso nuestro entrevistado es visionario, ya se ha encargado él a lo largo de su prolífica carrera de ser perfectamente reconocido como Bob Pop. El único.

Periodista de formación, empezó hablando de la televisión como cada día hacemos en Vertele, analizando a través de críticas programas como OT o festivales como Eurovisión. Y según desgranaba la pequeña pantalla y la moda en sus columnas, él mismo se convirtió en estrella televisiva de la mano de Buenafuente y como subdirector de Late Motiv.

Para demostrar que el refrán “quien mucho abarca, poco aprieta” no se pensó por él, el desarrollo paralelo de su carrera como escritor culmina ahora en la forma perfecta de combinar sus dos pasiones: ya no va a escribir sobre la televisión, sino que él escribe la televisión. Lo hace en la primera serie que ha creado, Maricón perdido, que acaba de terminar su rodaje para TNT, producida por El Terrat.

Entrevistamos a Bob Pop para saber cómo ha sido la experiencia de basarse en su propia vida para crear una serie, de sus miedos a exponerse y su concepción de mezclar realidad y ficción, y de cómo cree que la derecha más homófoba de este país acogerá el proyecto. Y por supuesto, también le preguntamos si volverá a sus exitosos razonamientos con moraleja en Late Motiv. Porque ni la esclerosis ni la pandemia le detienen.

¿Cómo estás?

Estoy “petao”. Medio confinado todavía, y ayer tuve una sesión de tratamiento para la esclerosis de siete horas en camilla e inmunodepresor, con lo cual ahora encima estoy con las defensas bajas. Pero dentro de todo esto, estoy bien [ríe].

Hace ya dos años explicaste que sufres esclerosis múltiple, y en estos últimos días con el caso de Jordi Évole y su cataplexia estamos viendo la importancia de visibilizar y hablar de las enfermedades. ¿Lo ves así?

A mí me parece un arma de doble filo, y creo que tiene que ver con la necesidad de cada uno. Yo cuando lo compartí fue porque era lo que de verdad me pedía el cuerpo en ese momento, nunca mejor dicho. Y porque cuando haces un trabajo personal y te expones, está bien que des toda la información posible sobre ti, y la gente entienda desde dónde hablas.

Pero digo que es un arma de doble filo porque siempre me parece peligroso y es muy jodido volverse “representante” o “ejemplo” de lo que sea. Sobre todo porque hay mucha gente que comparte la enfermedad contigo, y especialmente en el caso de la esclerosis no hay dos enfermedades iguales. Yo no quiero ser ejemplo para bien, ni para mal. No quiero que nadie piense que si yo tengo una evolución mejor o peor, eso va a ser un reflejo de lo que le espera. Por eso hay que ser muy cuidadoso, hablarlo desde lo personal, y asumir que no representamos a nadie ni somos un ejemplo de nada. Simplemente hablamos por nosotros mismos.

Que estás bien, como nos dices, lo demuestra que acaba de terminar el rodaje de 'Maricón perdido', la primera serie creada por ti y que además se basa en tu vida. ¿Cómo ha sido la experiencia?

Ha sido un viaje heavy, lo que pasa es que ha resultado menos duro de lo que yo pensaba porque el barniz de estar trabajando me impide recrearme en lo emocional, en el shock de la memoria o de la reconstrucción. Al final lo que me importaba era contar bien una historia, que a la gente le interesara, y hacerlo de la mejor forma posible. Hay un momento en el que ya deja de ser mi vida para convertirse en mi proyecto. Y cuando es tu proyecto, sobre todo te guía la responsabilidad, el perfeccionismo, y no te da tiempo a recrearte en tu propia memoria.

En el proceso de escritura contaste con Berto Romero, que es productor ejecutivo, por su experiencia en 'Mira lo que has hecho'. ¿Nos va a recordar el estilo? ¿Esperas un éxito similar?

Yo todo lo que escribía se lo pasaba a Berto para que él me diera su punto de vista, sí. Pero yo creo que no va a recordar mucho al espíritu de 'Mira lo que has hecho'. Son dos series muy diferentes, y de hecho 'Maricón perdido' no es una comedia al uso, ni siquiera creo que sea una comedia. La experiencia que me aporta Berto es sobre todo a la hora de hilar la historia, de exponerme y perder el miedo.

Hubo una cosa muy bonita en este proceso, y es que cuando Berto empieza a escribir 'Mira lo que has hecho', al principio me pasa los guiones para que le diga qué me parecen, y me comparte su miedo a la exposición pública. Y yo lo que le dije es: 'Berto, una vez que escribes algo, deja de ser tuyo, y la línea entre realidad y ficción cuando estás creando algo es muy fina, con lo cual no tengas miedo a exponerte porque nadie sabe cuánto hay de verdad y de ficción'. Berto, que es un insensato, me hizo caso y tiró para adelante.

Lo interesante es que yo, durante el proceso de escritura de 'Maricón perdido', tuve las mismas dudas, los mismos miedos. Y él, que me lo recordaba hace poco, utilizó el mismo argumento que yo le di para quitarme el miedo. Y lo consiguió. Por lo cual le estoy muy agradecido.

¿No van a tener nada que ver, entonces?

Creo que las dos series tienen algo en común, y es cómo juegan con los límites entre la realidad del personaje, la ficción, la reconstrucción, la autoficción... llevada a una serie. Y yo me conformaría con tener la mitad de éxito de la serie de Berto, que a mí me parece maravillosa y está entre mis favoritas.

¿Así que 'Maricón perdido' va a jugar, como 'Mira lo que has hecho', con esa dualidad entre persona y personaje, entre realidad y ficción?

En 'Maricón perdido', el límite no está tan claro. Para empezar porque como mi “yo” actual, aparezco menos que lo que aparece Berto en su serie. Yo no soy el protagonista, los protagonistas son mi yo adolescente y mi yo veinte-treintañero. Con lo cual hay una clara diferencia. Hay mucho más peso de la memoria en mi serie de lo que hay en 'Mira lo que has hecho'. Sí está este juego de quién soy yo en realidad, pero visto desde todos los prismas del pasado, del recuerdo.

Cuando me puse a escribir, y una vez lo hemos rodado me he dado cuenta, estaba trabajando con un material de memoria pero que seguía presente en mi vida, con heridas que seguían abiertas y que he querido trabajar. Pero al tiempo también te das cuenta, cuando ejecutas la memoria, de que no puedes creerte que todo lo que recuerdas sea como fue. Porque en cierto modo ha sido inevitable recrearlo a través de la fantasía a lo largo de los años. Yo he intentado ser fiel a las emociones y a los hechos, pero seguramente habrá cosas que hayan cambiado en mi cabeza, porque yo también he cambiado a la hora de mirarlo.

¿Cómo se logra un elenco tan destacado con Candela Peña, Alba Flores, Carlos Bardem, Miguel Rellán y Guillermo Toledo, entre otros? ¿La amistad influye?

Por supuesto hay una parte de afectos que ha tenido que ver, pero me pone muy contento sentir que cuando leyeron el guion quisieron estar dentro. Eso es de los mayores orgullos que he tenido. Porque además había papeles que estaba muy claro que los quería para ellos, los quería ahí, y la verdad es que fue muy fácil contar con ellos. En eso me siento un privilegiado, y si he hecho algo bueno en la vida para que ellos quisieran estar en este proyecto, pues qué bien.

El director, Alejandro Marín, reconoce que le asustaba ponerse al frente de un producto de esta envergadura. ¿Por qué esa apuesta por un director “novel” en este nivel de producción?

Me parecía muy interesante tener una mirada fresca, de alguien joven, sobre todo porque yo durante la escritura y hasta que lo leyó gente como Alejandro por ejemplo, que es de otra generación, tenía miedo de haber escrito algo demasiado generacional y que no se fuera a entender por todo el mundo. Y sin embargo él, que pertenece a una generación que nada tiene que ver con la mía, lo ha entendido perfectamente. Es alguien con unas capacidades visuales y técnicas preciosas, que le ha dado un empaque audiovisual fantástico a la serie. Estoy contentísimo, y además creo que también está muy bien apostar por gente joven.

Desde su título, 'Maricón perdido', la sinceridad parece clara. ¿Vamos a ver esas enseñanzas que, partiendo de tu vida y vivencias, servían como moraleja de situaciones más generales en 'Late Motiv'?

Probablemente sí vamos a verlo. Pero es que la serie tiene algo muy bonito, y es que tiene múltiples lecturas. Tú te puedes quedar solo con las historias que contamos, o puedes ir más allá. 'Maricón perdido' sobre todo es una reflexión sobre la identidad: quiénes somos, cómo nos construimos, cómo elaboramos el propio yo, cómo concebimos al otro...

En ese sentido no es una serie con moraleja, pero sí que habla de la necesidad de contarnos, de salir adelante a través de la literatura, las palabras y los afectos. Sí, cuento mi vida, pero cuento las cosas que van por detrás y sobre todo cuento cómo nada de lo que nos pasa, pasa sin huella. Y eso creo que sí es una enseñanza de la serie, más emocional que reflexiva.

¿Volverán esos momentos semanales en 'Late Motiv'?

No lo sé, no tengo ni idea. No sé qué será de mí a partir del año que viene. Estoy viviendo al día, supongo que como tantos en esta situación de pandemia. Ni siquiera sé qué fuerzas tengo para volverme a exponer en la televisión, no lo sé. Todo depende de cómo se den las circunstancias, y si todo cuadra.

Tus opiniones, o tus moralejas, hacían daño a la derecha española más homófoba. ¿Temes que 'Maricón perdido' nazca ya politizada?

Ya con el título está claro que hay gente que no se va a acercar a ella. Y a lo mejor se acerca y descubre una sorpresa, pero no lo sé. Quien vaya con prejuicios y considere que es una serie de un rojo peligroso y no la quiera ver, allá él. La serie tiene mucho más.

¿Convencerías de alguna forma a esos que digan “si es de Bob Pop no la veo”, o ni los quieres como espectadores?

Yo aquí quiero que entre a jugar cuanta más gente mejor. Y no tengo que convencer de nada a nadie, pero sólo les pediría que la vieran, y luego habláramos. A mí lo que me apetece de la serie es generar una conversación. Lo bonito sería hablar después de ver la serie.

Veo factible esa conversación con Pablo Iglesias, que es muy seriéfilo. ¿Pero te imaginas a Abascal, Espinosa de los Monteros, Olona o Monasterio viendo y comentando tu serie?

Mmmmm... creo que no. Pero tampoco controlo tanto sus gustos audiovisuales [ríe].

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