Especial

Por qué 'Buffy, cazavampiros' no luce en Amazon tal y como la recordabas en TV

Sarah Michelle Gellar y Brian Thompson en 'Buffy, cazavampiros'

Lorenzo Ayuso

17 años después de terminar su andadura televisiva, Buffy, cazavampiros ha vuelto a la primera plana de la actualidad gracias a la adquisición de la lata completa compuesta por siete temporadas en el catálogo español de Amazon Prime Video. La ficción creada por Joss Whedon y protagonizada por Sarah Michelle Gellar, emitida originalmente por Canal+ en España, se ofreció por última vez en abierto a finales de la década de los dosmil a través de Clan de TVE, y casi dos años después de su último pase en Syfy, en el universo de pago, ha estado fuera de los catálogos de servicios de streaming. Ahora, coincidiendo con el comienzo de la nueva temporada televisiva, esta reaparición ha sido recibida con entusiasmo por su vasta legión de fans; sin embargo, también con cierto enfado a causa de la forma en que ha regresado.

La que ya está disponible en la plataforma es la cuestionada versión remasterizada de la serie completa, que alteraba su formato original de forma crucial, para desencanto no solo de los fans, sino del mismísimo creador de la serie y del equipo de Mutant Enemy, productora detrás de la ficción. Son múltiples los problemas que se detectaron ya en 2014, cuando esta restauración comenzó a emitirse en Estados Unidos, poco antes de que la serie fuera editada en Blu-Ray por Fox, y pese a las quejas, este cuestionable trabajo permaneció prácticamente intacto hasta hoy.

El cambio crucial en el aspecto ratio

El problema más evidente, que no el único, radica en el aspect ratio original, un 1.33:1 (4:3, el estándar de la televisión durante el siglo XX), reconvertido a un formato de pantalla ancha (widescreen) para adecuarlo a los nuevos estándares televisivos. Algo que no solo modifica de forma crucial, cuando no desvirtúa completamente, la composición de los planos, sino que también provoca la aparición de elementos que no debían verse en el plano, desde la aparición de miembros del equipo a tramoyas y focos, pasando por evidenciar fallos de raccord que no existían inicialmente.

Para adaptar Buffy a los 16:9, se emplearon dos procesos diferentes, con resultados igualmente negativos: a menudo, el plano era recortado a fin de encajar en la nueva proporción de aspecto, lo que hurtaba de información dentro del cuadro (algo especialmente sangrante en la primera temporada, donde los rostros de los intérpretes quedan seccionados en no pocas ocasiones con este croppeo); en otros ocasiones, por el contrario, añaden información del celuloide original (salvo la primera temporada, rodada en 16mm, la serie se grabó en 35mm). El resultado puede verse a continuación en estas secuencias sacadas del primer episodio de la ficción.

Una corrección de color que ignora la original

Sin embargo, no son los únicos procesos que se han realizado sobre la imagen de partida. Del mismo modo, la rematerización también modifica las propiedades de color y contraste. El trabajo sobre los brutos de rodaje ha ignorado la claves de corrección de color de la post-producción original, y opta por un filtro generalizado más natural y menos enfático o expresivo, que resalta los tonos naturales de las pieles, con un suave viraje al magenta; y a reducir el contraste y no replicar los filtros para conferir mayor oscuridad, algo que puede notarse especialmente en las secuencias de ambientación nocturna, y en escenas con efectos digitales y trucajes, cuyas “costuras” quedan al aire.

Todo eso, sin mencionar la reducción del grano presente en el material de partida, que resta detalle en los rostros mismos de los actores, suavizándose sus líneas de expresión y sus pieles, desnaturalizándolas.

Como resultado, queda una imagen más lavado que homogeneiza las decisiones estéticas del etalonaje: se eliminan, o al menos se reducen, las connotaciones de los diferentes ambientes y espacios en los que se desarrolla esta historia, en la que no olvidemos se alternan contextos que podemos calificar como realistas como otros puramente mágicos e irreales, por no hablar de la ambientación nocturna, caracterizada por tonalidades azules.

Un mal que no ha sido erradicado

Siendo Buffy la elegida de su generación para hacer frente a las fuerzas del mal, diríase que esta restauración lejos de reforzar sus aptitudes, limitan su poder. El resultado, un visionado que se resiente, en el que los reencuadres forzados y la funcional operación de color supone poco menos que un descrédito al producto original.

No en vano, Joss Whedon hizo público su malestar en 2014, cuando trascendió este trabajo, para el que no se contó con su supervisión. “Buffy se rodó en 4x3 porque las televisiones tenían esa forma. Una Buffy en widescreen no tiene sentido”, dijo el luego director de Los Vengadores, que a modo de ironía, compartió otra anécdota referida a otro de los títulos más emblemáticos de su filmografía, Firefly: esta había sido rodada pensando ya en el 16:9, pero Fox la emitió en el formato clásico de TV. El ya fallecido Michael Gershman, director de fotografía de la serie durante sus primeras cinco temporadas, también se quejó vivamente: “Todo mi trabajo ha sido tirado a la basura”, recogía Horror Buzz en 2016.

Desde entonces, no ha habido intención por enmendar los errores por parte de Fox; la adquisición de la compañía por parte de Disney y el desinterés sobre buena parte del catálogo que llevaba consigo invita al pesimismo. Al fin y al cabo, en 2020, Amazon Prime Video maneja en España la misma copia que durante los últimos años también ha tenido en su poder en Reino Unido, o que Netflix ha servido a sus usuarios en Estados Unidos, por no hablar de las diferentes reposiciones.

Frente a estas taras, la comunidad de seguidores siempre pueden recurrir a las ediciones en DVD (por lo tanto definición estándar) editadas por Fox durante la década del 2000 en Europa. La serie fue entonces objeto de una adaptación a 16:9, pero en la que lejos de ampliar la imagen para ajustarla a la nueva proporción, utilizaba toda la información disponible en el metraje original, cuidándose de no desenmascarar las cosas que la cazavampiros escondía. El supervisor de la post-producción de la ficción Brian Wankum da pistas que nos ayudarían a explicar el porqué de esta modélica transición al widescreen: “Después de entregar los másteres para emitir en 4:3, me dediqué a ver la versión en 16:9 y tomar notas y hacer todo lo necesario para evitar que aparecieran personas del equipo, material y los finales de sets en las tomas. Los llamamos los másteres de seguridad en 16x9”, indica. “El problema es cuando volvieron a utilizar el negativo original para pasarlo a alta definición, porque parece que no consultaron la serie original”.

En cualquier caso, resulta triste, especialmente ante la influencia que ha tenido en la ficción venidera, resulta triste el sino de la cazadora en esta nueva era. Aun habiendo logrado clausurar la Boca del Infierno de Sunnydale, los procesos de digitalización, preservación y consumo han sido un enemigo imbatible para Buffy. Un estacazo en toda regla.

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