Crítica

'Hightown', una serie poco rompedora pero con un telón de fondo que sí llama la atención

Personajes principales de 'Hightown'

Gabriel Arias Romero

Jackie Quinones es agente del Servicio Nacional de Pesca Marina en Provincetown, una localidad costera de Estados Unidos. Su actitud chulesca va más allá del mar, llega hasta tierra y le acompaña en los pubs y discotecas en los que no duda en enseñar su placa dorada para ligar con otras mujeres. Una mañana de resaca en la que los intentos de Jackie tuvieron su recompensa, la joven sale a tomar el aire a la playa y descubre, envuelto en redes y algas, el cadáver de una mujer que tiene dos agujeros de bala en la cabeza. Se activa entonces la maquinaria de investigación para esclarecer quién o quiénes acabaron con la vida de esta chica que ha sido devuelta por el mar mientras todo el pueblo celebraba el carnaval.

El arranque de Hightown, la serie que Starz estrenó este domingo 17 de mayo y que protagoniza la actriz Monica Raymund, pone sobre la mesa suficientes ingredientes como para apuntalar el crimen. Hay sexo, drogas, prostitución, gente que no parece dispuesta a sonreír, y hay quienes no han sabido escapar de los peores vicios y necesitan ayuda para protegerse de un mundo que a la larga no trae más que calamidades. En realidad son ingredientes demasiado habituales para los thrillers policíacos, así que el planteamiento inicial de Hightown no aporta nada especial.

Pero la serie creada por Rebecca Perry Cutter (Gotham, El Mentalista) sí tiene algo que le dota de cierta originalidad. Nos ofrece toda esta aventura de tópicos bajo la mirada de una mujer lesbiana con problemas de drogadicción y una personalidad de acero que se ha ido forjando a base de golpes que le han convertido en una persona capaz de utilizar a los demás para conseguir sus objetivos. En Hightown, quien se asoma al abismo y demuestra tener agallas es una joven a la que le encantan “el sexo y las mujeres”. Y además, la actriz protagonista es de ascendencia latina, y aunque esto ya no es una novedad en un país en el que el 18% de la población, casi 59 millones de personas, son de origen Latinoamericano, sí da protagonismo a unos rasgos que no siempre son bien vistos, menos aún en el discurso político de nuestros días.

Otro aspecto que también da interés a la serie de Starz es el contexto que se dibuja como telón de fondo. La historia sucede en la actualidad y coincide con la crisis sanitaria de los opiáceos que ha provocado miles de muertos en Estados Unidos. Algunos de los personajes principales, entre ellos la protagonista, acuden a centros de desintoxicación en los que reciben la ayuda que necesitan para mantenerse sobrios, y esto, a fin de cuentas, se convierte en parte de la trama.

Jackie Quinones tiene que evitar a toda costa una recaída. La investigación que comanda el sargento Ray Abruzzo (James Badge) no está dando demasiados resultados, así que ella ha empezado a tirar del hilo ayudada por su amigo Junior (Shane Harper). Pero sabe que sólo si consigue estar despejada, si borra las ojeras de su rostro y el aliento a alcohol, será tomada en serio por las autoridades, algo que no le resultará fácil. Este es quizá otro de los puntos fuertes de Hightown, el prestar atención no sólo a los crímenes que lleva aparejado el narcotráfico, sino también a las consecuencias que los opiáceos están provocando entre muchos estadounidenses.

En cualquier caso, ese telón de fondo con temática social se aborda muy superficialmente. No hay una verdadera progresión hacia el drama, que está pero no se explica con detalle. Algunas situaciones resultan forzadas y otras del todo inverosímiles, pero tampoco es algo que sea determinante o pueda ser visto como un insulto al espectador, pues cada uno de sus capítulos, de casi una hora de duración, necesitan avanzar en su trama principal sin extenderse demasiado en ese complejo marco en el que está ambientada. Y avanzar es algo que hace con rapidez, no puede decirse de ella que sea una historia lenta.

A CSI Miami no es que se parezca demasiado ni en forma ni en fondo, pero Hightown comparte algo con ella. Ambas están producidas por Jerry Bruckheimer y ambas abusan de los clichés que suelen caracterizar el género del cine negro. Pero sí se aprecia en la serie de Starz un intento por tener su propia seña de identidad y por ofrecer un punto de vista diferente para que la clásica historia de policías que investigan los asesinatos del narcotráfico no resulte tediosa.

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