Análisis

Las docuseries como producto estrella: así ha evolucionado el género en prime time, de Telecinco a Antena 3

Imágenes de 'En el nombre de Rocío' y 'Una vida Bárbara'

Lorenzo Ayuso

Hace ahora dos años, Telecinco encontró un filón en el género de las docuseries con Rocío. Contar la verdad para seguir viva. Más allá del impacto social que causó el testimonio de Rocío Carrasco, que ya ha hemos desglosado en datos en el pasado, el canal de Mediaset supo convertir el formato en su producto estrella de prime time, con interés regularizado semana a semana.

En 2023, en cambio, es Antena 3 la que está explotando este como un inesperado filón de programación, como complemento a su oferta de entretenimiento. Este miércoles 12 llega a la parrilla Una vida Bárbara, relato contado en primera persona de los acontecimientos cruciales en la publicitada vida de Bárbara Rey. El interés es evidente, pues supone dar cancha a la vedette para abordar episodios de su vida de los que otros llevan años especulando y de los que ella solo ha hablado hasta ciertos límites, pudiendo controlar ahora plenamente su versión y los aportes.

En su ejecución, y a falta de su visionado, la propuesta parece basarse en una premisa similar a Rocío: producido por GoodMood, el formato es el resultado de “22 horas de entrevista personal y sin filtro” con la artista, frente a las cuatro semanas de grabaciones diarias de Carrasco con La Fábrica de la Tele. Ahora bien, en una cadena con una identidad bien distinta, que lidera ahora con holgura, y que es la que parece aprovechar en estos momentos de forma más clara las posibilidades del género como evento de programación.

Nueva promo de Bárbara Rey en su docuserie 'Una vida Bárbara': "Hemos tenido más de una noche de amor"

Telecinco y la creación de un referente

Vayamos atrás, a Rocío, contar la verdad para seguir viva. Antes de su emisión, en aquellos tiempos en los que Antonio David Flores seguía sentado como un tertuliano más en el plató de Sálvame, la imagen de la docuserie era bien diferente a lo que terminó mostrándonos. Los primeros apuntes promocionales parecían asemejar el proyecto al tipo de programas de crónica social despachados por Mediaset, como Cantora: La herencia envenenada, meses antes.

El calado del relato de Carrasco, en cambio, fue más allá de una simple respuesta a Flores, que había tenido prioridad en el uso de palabra durante los veinte años previos, y derivó en todo un movimiento de denuncia contra el maltrato premiado incluso por el ministerio de Igualdad. Movimiento que también dejó su huella en los audímetros, con un éxito sin igual, y que determinó unos códigos de tratamiento: Telecinco, que siempre ha priorizado el directo y el plató, apostó por el complemento del debate en plató para dar mayor resonancia a los testimonios y completar la narrativa. Cabe recordar, eso sí, que si algo se criticó del formato fue precisamente ese “envoltorio” que se dio a la parte documental, desluciéndolo.

Tras el sobresaliente estreno del domingo 21 de marzo (33.2% y 3.787.000), Telecinco amplió el número de noches inicialmente previstas para el documental: de las nueve entregas anunciadas de inicio pasó a doce antes siquiera de emitirse la segunda, y se complementó con entrevistas en directo con la protagonista. La audiencia respondió en todo momento, y allanó el terreno para que Mediaset apostase por una secuela que alargase igualmente el peso de este evento en su programación, En el nombre de Rocío.

De los problemas de esta segunda docuserie en torno a la hija de Rocío Jurado hemos hablado largo y tendido. La sobreexplotación en torno al personaje público, que pasaba a hablar de las desavenencias familiares, hacía que el proyecto se acercara más a las coordenadas más típicas de los programas de corazón. En verdad, redundaba en las contradicciones ya visibles de la primera temporada, que ya había derivado en la frivolización del tema central que daba razón de ser a la producción. Por otro lado, los problemas de tipo legal que hubo que superar a fin de estrenarlos, derivaron en el retraso de varios meses con respecto al plan inicial de lanzamiento.

Sobreexplotación y agotamiento del género en Mediaset

De plantearse como gran baza de programación para otoño de 2021 (Rocío. contar la verdad para seguir viva había concluido a las puertas del verano), En el nombre de Rocío acabó viendo la luz a finales de la primavera siguiente, con una sorprendente estrategia por parte del grupo, que decidía lanzarlo de forma “exclusiva” en su plataforma premium, Mitele Plus, para desdecirse meses después y lanzarlo en abierto. Su rendimiento, aunque destacable en su emisión en Telecinco, no alcanzó al de la antecesora.

De hecho, evidenció un desgaste. El lapso de tiempo que pasó entre una temporada y otra fue ocupado con otra docuserie de tono personalista, No es la hora de la venganza, es la hora de la verdad, en la que Julián Muñoz, exalcalde de Marbella y expareja de Isabel Pantoja, pretendía revelar, matizar o negar las informaciones sobre él durante los últimos años. Su estreno, el viernes 14 de enero de 2022, logró un buen dato (18.8% y 1.893.000), pero insuficiente para vencer a Tu cara me suena; y su segunda entrega ya vio caer las prestaciones a un 14.4% de cuota y 1.424.000 televidentes. Peor le fue a Mayte Zaldívar: Maldita la hora, la versión de la historia de la exmujer del anterior; y al esbozo de docuserie sobre Isabel Pantoja que lanzó Sálvame poco después, un proyecto que pretendía lo mismo que los anteriores, revisar la narrativa establecida en torno a su personaje, y que terminó desdibujado entre el resto de contenidos de las tardes.

Eso, sumado al fin de ciclo con Paolo Vasile al frente de la compañía, parecía avanzar un abandono de esta clase de propuestas, entendidas como bazas de cara a la audiencia. No en vano, el veto a determinados personajes clave para los contenidos de Telecinco durante los últimos años, como la propia Rocío Carrasco, impuesto por la nueva cúpula del grupo, es clave para entender el desinterés por esta clase de formatos, tan necesitados de personalidades fuertes, con historias bien documentadas por los medios y familiares para el público.

Antena 3 y las posibilidades del género para abrirse al corazón

En lo que va de 2023, mientras tanto, Antena 3 ha abrazado el género con dos estrenos casi consecutivos en el prime time. Primero, La penúltima y me voy, docuserie sobre la vida y éxitos profesionales del futbolista Joaquín Sánchez; después, la ya mencionado Una vida Bárbara, en torno a Bárbara Rey. En ambos casos, hablamos de personajes que, cada uno en su ámbito, despiertan simpatía (o al menos pasiones encendidas) e interés, y que permiten ahora acercamientos como no habían permitido hasta el momento.

Igual que ahora Mediaset sigue produciendo, a través de sus compañías filiales, docuseries para terceros que ponen en foco en problemáticas sociales -Dolores: la verdad sobre el caso Wanninkhof, Influencer: sobrevivir a las redes, ambas de Unicorn Content- o en personajes con nichos de mercado concretos (los proyectos sobre Omar Montes o Dulceida), Atresmedia había hecho lo propio explotando el género con diferentes formatos para su ventana de pago, Atresplayer Premium: Pongamos que hablo de..., Pajares & Cía, o Los Borbones: Una familia real son algunos de los ejemplos estrenados. Sin embargo, la diferencia de estos formato con respecto a los estrenados como bazas de prime time en abierto es evidente.

Estamos hablando de programas que, como hemos dicho, capitalizan el interés generalista por personajes de sobra conocidos. A su vez, trascienden lo periodístico para, hasta cierto punto, colindar con el contenido de sociedad o corazón. Un tipo de contenido que durante años había permanecido fuera de las coordenadas de Atresmedia, y que había vuelto a ser introducido a través de su magacín más reciente, Y ahora Sonsoles. Eso sí, en un tono más elegante y clásico de lo que acostumbra a promover Telecinco.

Pero hay algo más en esta estrategia. Atresmedia está amortizando el interés en torno a sus personajes a través de producciones complementarias pero bien diferenciadas: antes de La penúltima y me voy, llegó el debut de Joaquín como presentador con Joaquín, el novato, que ya introducía al futbolista en un nuevo campo de juego y probaba su posición como valor seguro en audiencias; el estreno de Una vida Bárbara llega pocas semanas después del final de Cristo y Rey, la dramatización de los años de relación de Bárbara Rey y Ángel Cristo, en la que ya se abordaban no pocos hechos que ahora serán relatados por su protagonista.

En el caso de Antena 3, por lo tanto, el enfoque pasa por convertir estos empeños en complementos para el entretenimiento, que funciona como el sostén de su programación, y permite escoger de forma clara a personajes que sobresalen dentro de su paisaje. Eso sí, tampoco implica necesariamente un éxito seguro: La penúltima y me voy rindió de forma inferior a Joaquín, el novato; eso sí, sirvió para sondear el funcionamiento de las docuseries como producto con capacidad competitiva.

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