Especial

El poder de la TV para crear referentes y dar ejemplos de Orgullo LGTBI

Daniela Santiago en 'Veneno', Jorge Javier Vázquez y Ángel Ponce

Pedro Zárate

A lo largo del mes de junio, 30.2 millones de personas conectaron diariamente con la televisión en nuestro país a una media de 3 horas y 21 minutos por persona. Sin duda, un dato que refleja la importancia que sigue teniendo la televisión entre la población española de 2021, que a menudo se asoma a ella en busca de información, entretenimiento y ficción. Tres géneros, tres pilares, que juntos tienen la capacidad de dibujar un retrato más o menos fiel de cómo es nuestra sociedad. De ahí que sea tan importante lo que eligen mostrar y lo que no, porque como suele decirse: si no aparece en televisión, es que no existe.

Un mantra a subrayar especialmente estos días con motivo de la semana del Orgullo LGTBIQ+. Unos días de color, fiesta y, sobre todo, reivindicación que nos recuerdan el arduo camino que queda aún por recorrer en favor de una sociedad más igualitaria y menos discriminatoria. Objetivo del que la televisión es parte fundamental, pues sus acciones, pero también sus inacciones, ayudan a dar pasos hacia adelante o hacia atrás. Y aunque es evidente que la industria todavía tiene margen de mejora, también es justo reconocer que ha contribuido notablemente a la visibilización y normalización del colectivo LGTBIQ+ en los últimos tiempos. Aquí van unos cuantos ejemplos de su poder e influencia al respecto.

La capacidad de la televisión para crear referentes

Según un reciente estudio de la plataforma Semrush, nueve de las diez celebridades LGTBIQ+ españolas más buscadas en Internet trabajan en el mundo de la televisión: Inma Cuesta, Sandra Barneda, Daniela Santiago, Jesús Vázquez, Jorge Javier Vázquez, Toñi Moreno, Lola Rodríguez, Valeria Vargas y Anabel Alonso. Solo Pablo Alborán, cantante de éxito aunque con asidua presencia en la pequeña pantalla, no forma parte como tal del medio catódico, lo que demuestra, de primeras, que la visibilidad que da la televisión no la da ningún otro medio.

Algo que se aprecia especialmente bien si entramos en detalle en esta lista. Por ejemplo, si nos detenemos en los nombres de Daniela Santiago, Lola Rodríguez y Valeria Vargas, tres mujeres prácticamente desconocidas para el gran público en 2019 y que, sin embargo, en 2020 acapararon multitud de elogios y titulares gracias a Veneno, serie de Atresmedia que ni siquiera necesitó emitirse al completo en abierto para acaparar la conversación seriéfila durante gran parte del pasado año y reivindicar a Cristina Ortiz, 'La Veneno', como referente trans varios años después de su muerte.

Por otro lado, el perfil más representado de la lista es el de “presentadores/as de Telecinco”, donde tenemos a Sandra Barneda, Jorge Javier Vázquez, Jesús Vázquez y Toñi Moreno. A destacar Barneda y Jorge Javier, hoy por hoy los rostros que encabezan los dos programas más vistos de la cadena más vista del país: La isla de las tentaciones y Supervivientes, respectivamente. Una visibilidad y un estatus para el colectivo LGTBIQ+ difícilmente igualable por otros gremios y que, sin embargo, el público televisivo ha acogido con absoluta normalidad. ¿O es que acaso alguien se imagina ya un Supervivientes sin Jorge Javier?

Las series, un gran vehículo para la normalización

Personalidades aparte, otra ventana televisiva de normalización y visibilización para el colectivo LGTBIQ+ son las series de ficción. Ya hemos comentado el caso de Veneno, cuyo impacto a pesar de emitirse en una plataforma minoritaria como Atresplayer Premium -minoritaria al menos hasta la llegada de la propia serie- demostró no solo que Los Javis tienen una legión de fans a sus espaldas, que la serie era muy buena y que 'La Veneno' fue un personaje único de nuestra televisión contemporánea, sino también que una serie basada en la historia de personajes no heteronormativos no tenía por qué generar rechazo entre el público, sino todo lo contrario.

Algo que en los últimos años la ficción española ha intentado subrayar con mayor ahínco. Atreverse a producir series protagonizadas por homosexuales, lesbianas, transexuales o intersexuales sigue siendo una de las grandes cuentas pendientes de nuestras televisión -sobre todo las que se emiten en abierto, como señaló un reciente estudio-, pero son ya varias décadas en las que la ficción nacional ha introducido personajes y tramas en esta dirección.

Títulos imprescindibles de la cultura televisiva española de los últimos 25 años como Siete vidas, Al salir de clase, Aquí no hay quien viva, Física o Química, Hospital Central, Amar es para siempre, Acacias 38 o las más recientes Merlí y Élite han tenido, o aún tienen, a personajes LGTBIQ+ entre sus protagonistas. Algunos con gran peso en la historia y otros con especial relevancia dentro del colectivo porque irrumpieron en pantalla cuando ver un personaje LGTBIQ+ en televisión era poco menos que un milagro.

Pertenecieran a un grupo o a otro, personajes como Diana (Anabel Alonso) de 7 vidas, Fernando y Mauri (Adrià Collado y Luis Merlo) de Aquí no hay quien viva, Esther y Maca (Fátima Baeza y Patricia Vico), de Hospital Central, Luisita y Amelia (Paula Usero y Carol Rovira) de Amar es para siempre y su spin-off, #Luimelia, Fer (Javier Calvo) de Física o química, Pol Rubio (Carlos Cuevas) de Merlí u Omar y Ander (Omar Ayuso y Aron Piper), de Élite han sido más que personajes para distintas generaciones de espectadores y espectadoras LGTBIQ+. Han sido referentes que han ayudado a miles de personas a no sentirse extrañas y sí a verse representadas y normalizadas en emisiones vistas por millones de personas en todo el país.

“Guardo con un cariño tremendo en casa de mi abuela cajas y cajas de zapatos con cartas de gente contándome sus experiencias y agradeciéndome que les hubiera hecho replantearse muchas cosas. Porque, en definitiva, ayudé a mucha gente a salir del armario”, contaba Alejo Sauras a la revista Shangay, allá por 2015, sobre el impacto que ocasionó Santi, su personaje en Al salir de clase, protagonista de varios hitos dentro del colectivo LGTBIQ+ en nuestra televisión como ser el primer personaje abiertamente gay con recorrido en una serie adolescente o protagonizar junto a Rubén (Bernabé Sánchez) el primer beso gay de la ficción televisiva española.

“Yo aprendí lo que era ser homosexual por Farmacia de Guardia. Porque iba a un colegio del Opus Dei que no me lo iba a enseñar, ni mi familia. Así que bendita Farmacia de Guardia. Si no, quién sabe, quizás me habría suicidado directamente. La televisión tiene que ser un espejo que nos represente a todos”, comentó hace un año Javier Ambrossi en conversación con verTele sobre la mítica serie de Antena 3, la primera española en introducir un personaje abiertamente gay: Pablo (David Robles), un amigo de Kike (Miguel Ángel Garzón) al que reconocía su homosexualidad en uno de los episodios.

'First Dates' y 'OT', visibilización en prime time

Desde su apertura en 2016, el restaurante más famoso de nuestra televisión ha recibido a personas de toda clase y condición. Y lo ha hecho, además, desde la más absoluta normalidad. Que gays, lesbianas, bisexuales, transexuales e intersexuales tengan citas en el dating de Carlos Sobera hace mucho tiempo que dejó de ser noticia para convertirse en algo cotidiano, indisoluble de la esencia del programa. Un mérito al que hay que añadir otros, como el fichaje como camarera de la modelo trans Ángela Ponce y, sobre todo, la aprobación del público, que cada día convierte al formato en lo más visto de la parrilla de Cuatro.

First Dates es, por tanto, uno de los espacios televisivos que más y mejor ha contribuido a la visibilización y normalización del colectivo, pero no el único que ha apostado por ello en nuestra televisión reciente. Dos de los programas clave de la televisión nacional de los últimos 20 años, Gran Hermano y Operación Triunfo, también han ayudado a ello a través de sus concursantes. Por ejemplo, por el reality de Telecinco han pasado varios homosexuales y lesbianas, entre ellos dos chicos y dos chicas que encontraron el amor dentro de la casa: Raquel Morillas y Noemí Ungría (GH 3) y Aritz Castro y Han Wang (GH 16). Además, cuatro transexuales concursaron en Guadalix: Nicky Villanueva (GH 6), Amor Romeira (GH 9), Hans Marcus (GH 11) y Desireé Rodríguez (GH 14).

En el caso de OT, imposible olvidar el beso entre Marina y su novio trans, Bast, en la gala 5 de la edición de 2017. Sin duda, una de las acciones más pro-LGTBIQ+ vistas en nuestra televisión, especialmente en horario de máxima audiencia y en la televisión pública. “Me pone un poco triste que haya que normalizar algo así en la época en la que estamos. Ya debería estar normalizado y no debería ser algo diferente. Poquito a poco”, apuntó la propia Marina tras su salida de la Academia sobre el susodicho beso, que llegó incluso hasta al Congreso de los Diputados de la mano de Marina Sorlí Fresquet.

La diputada de Compromís portó una imagen del momento para criticar al PP, contrario entonces a avalar una propuesta del PSOE para que las personas trans puedan cambiar de sexo sin necesidad de declararse enfermas: “Ayer este mismo programa les volvió a dar un baño de realidad al gobierno central, con el beso de Marina y su pareja. No sé qué ven aquí: supongo que imperios extraños y desviaciones. Yo veo amor, tolerancia, respeto,. Veo personas que quieren vivir en libertad. Veo personas valientes que durante mucho tiempo han estado silenciadas”.

Ya en 2021, otro talent de TVE como Maestros de la costura 4 dedicó una de sus pruebas a confeccionar ropa de lencería para personas transexuales, siendo éste uno de los últimos ejemplos en favor de la visualización y normalización del colectivo LGTBIQ+ dentro de nuestra televisión. Una de las mayores contribuciones que el medio puede hacer por el progreso de nuestra sociedad.

Porque como defendió Javier Calvo en verTele durante el pasado Orgullo: “En los colectivos más minoritarios, o que no hemos tenido una educación o referentes claros al crecer, nos hemos sentido muy solos. Y al ver en televisión una historia de un personaje gay o trans, puedes hacer mucho bien. Hacer que esa niña se sienta menos solo o sola”.

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