Crónica del episodio definitivo (¡AVISO, SPOILERS!)

'El secreto de Puente Viejo' llegó a su final entre bombas y con desenlace incierto para varios personajes

Fotograma de 'El secreto de Puente Viejo'

Lorenzo Ayuso

El secreto de Puente Viejo llegó este miércoles 20 de mayo a su fin en Antena 3, con un último episodio que clausuró todas las tramas en mayor o menor medida y donde tuvo lugar la revelación del secreto del título. Eso sí, quien esperase una conmoción con dicha exposición quedará quizás decepcionado. Máxime después de un episodio marcado por las tragedias y por la violencia.

La entrega definitiva contó con una duración notablemente superior a la habitual, de 100 minutos, donde hubo espacio para que todos los personajes resolviesen los asuntos que aún quedaban pendientes. No todos con el mismo nivel de satisfacción, eso sí. Si hemos de ir por orden cronológico, el episodio comienza después de la explosión en la hojalatería, con Ignacio Solozábal reponiéndose de la conmoción y tratando de poner a salvo a sus trabajadores. El principal damnificado sería Pablo, que yacería inconsciente... aunque pronto se nos informaría de que, de forma milagrosa, había salido mejor parado de lo esperado.

Afortunadamente, no hubo víctimas mortales y solo heridos leves y, eso sí, cuantiosos daños materiales. A la industria se acercó a ayudar Urrutia, que pudo escenificar su reconciliación definitiva con el patrón y su compromiso para sacar adelante juntos el negocio.

Pero ese era el único frente que parecía mejorar para la familia Solozabal. En la mansión, Rosa pergeñaba la que sería su venganza definitiva contra su marido Adolfo, a quien se encargaría de inculpar del asesinato de Ramón. Este, recordemos, había muerto a manos de la madre de la joven, Begoña, quien lo apuñaló con una aguja de coser. La hija, con severos trastornos mentales, tomó esa arma blanca y la introdujo bajo un pretexto en la chaqueta de su esposo; a continuación, llamó a la Guardia Civil, que se personaría horas después en la mansión en busca del joven.

Jean-Pierre confiesa sus crímenes y es arrestado

Entretanto, los rumores sobre la autoría de la explosión de la fábrica continuarían en el pueblo. En La Habana, Tomás se confrontaría con su madre, la marquesa Isabel de los Visos, a cuenta del incidente, quien ya señalaba como posible conspiradora a Francisca Montenegro. Mientras ella sale a tratar de averiguar algún indicio, el hijo aprovecha la presencia de Jean-Pierre en la casa para interrogarlo de nuevo sobre la desaparición de Maqueda, el antiguo capataz. En realidad, se trata de una trampa, con la que pretende desmontar las mentiras del francés y demostrar su culpabilidad de la muerte de este.

Dicho y hecho: tras seguirlo al campo, el joven encuentra a Jean-Pierre junto a la tumba improvisada del cadáver del capataz. En el forcejeo, el villano reconoce no solo que mató al hombre, sino también que hizo lo mismo antes con el Marqués. Su intención última era matar a los hijos y a la propia marquesa. La acción de la benemérita, que estaba oculta entre la espesura verde, servirá para detenerlo definitivamente. Allí estará también presente Isabel, desencajada tras descubrir el complot del que había sido objeto.

Y de ahí, a los dominios de Montenegro, adonde acude apurado el cura Filiberto, autor material de la explosión de La Casona, para pedir amparo a Francisca, que se lo niega y advierte: “Si por su incompetencia me involucra en ese crimen, entonces sí tendrá un problema”. La participación en el episodio de la gran protagonista de Puente Viejo se hará de rogar, centrándose en la parte final del metraje.

La conspiración de Rosa contra Alonso, eje del episodio

El foco de atención principal será la investigación del asesinato de Ramón y la búsqueda de Adolfo. Los Solozabal pronto comprenderán que todo ha sido urdido por Rosa, movida por el despecho, al estar su marido enamorado de Marta. Pero la joven no entrará en razón y complicará las cosas. “Tenía que vengarme de Adolfo y devolverme el daño que me ha procurado. Hemos de librarnos de aquello que nos hace mal”, se justificará ante su madre, a quien hace de algún modo responsable de sus actos. La joven revelará también que no estaba embarazada: “Solo lo hizo para retener al muchacho y con el desamor ha perdido la razón”, explicaría Begoña a Ignacio.

La madre llega a un entendimiento con su hija para ser ingresada en el mismo sanatorio de Austria donde ella había estado. Sin embargo, la progenitora no quiere ayudar a limpiar el nombre de Adolfo. Quiere que su yerno vaya a la cárcel “para pagar su traición, igual que Rosa tiene que abandonar su hogar”.

Con la ayuda del capitán de la Guardia Civil, a quien la acusación contra el hijo de la marquesa también le resulta sospechosamente conveniente, Ignacio consigue urdir un plan para que Adolfo pueda huir por un tiempo indeterminado y esconderse, no sin antes encontrarse con su familia política.

Será ese el momento que aproveche Rosa para tratar de culminar su vendetta y hacer correr la sangre, literalmente, agarrando un cuchillo y tomando como rehén a su hermana pequeña, Carolina: “Su muerte servirá de escarmiento”. No llegará a herirla y, tras escuchar a su madre, decidirá deponer las armas y la actitud y aceptará marchar al hospital psiquiátrico fuera de España.

Adolfo y Marta huyen, Isabel e Ignacio se dan tiempo

No lo hará sola: Ignacio y los demás convendrán en que Begoña también vuelva al lugar, acompañando así a Rosa en su camino. En su despedida de todos, hará una advertencia definitiva a Marta tras saber la decisión de esta de acompañar a Adolfo en su huida: “Cuando menos te lo esperes, os buscaré y acabaré con vosotros”, promete.

Con la desazón de esta partida, quedará la de los mentados Adolfo y Marta, a quienes prepara unos víveres Manuela, la ama de las llaves de la Casona. Será esta la despedida de la pareja, rumbo a un futuro incierto que la ficción ya no desvelará. Mejor será el escenario que queda para la hija pequeña del clan, tras la recuperación casi milagrosa de Pablo, su amado, y la promesa de amor eterno que se hacen.

En cuanto a Ignacio, su trama personal también quedará en el limbo: Isabel se cita con el empresario, a fin de exponer sus sentimientos una vez desenmascarado Jean-Pierre. Aunque ambos son honestos en lo que sienten el uno por el otro, Ignacio pedirá tiempo para poder entregarse a ella, algo lógico dadas las circunstancias y los problemas surgidos previamente. “Esperaré lo que haga falta”, asiente ella.

El destino de Francisca Montenegro

Puente Viejo continuará dando espacio a otras tramas secundarias a partir de la hora de metraje: por ejemplo, Emilia, explicará el motivo de su regreso al pueblo: contará a Marcela que padece una enfermedad terminal y que es aquí donde quiere fallecer; Onésimo, por su lado, se mudará tras casarse con Antoñita a La Habana donde también espera trabajar como contable, tras aceptar a regañadientes la marquesa. Durante su celebración por el pueblo, tendrá un momento para encontrarse con una pareja de viajeros encarnados por Cristina Pedroche y Roberto Brasero en un breve cameo.

No obstante, la dinamita, nunca mejor dicho, quedaba para la última media hora, donde más se notó la influencia de Francisca Montenegro y donde quedó decidido el sino del pueblo. Ante el peligro que suponía el cura para los arcángeles, pues muchos paisanos le habían visto merodeando la hojalatería antes de la explosión y ante la posibilidad de que la delatase, la acaudalada señora conspiraba para dar satisfacción a sus intereses: su plan consistía en quemar la iglesia y azuzar a los vecinos contra el párroco, para continuar caldeando el ambiente (nunca mejor dicho). No obstante, si bien la parroquia ardió, la rápida entrada en escena de Solozábal, que llamó la atención de los trabajadores de su fábrica que estaban participando en el linchamiento improvisado a Filiberto, evitó una desgracia.

Habría una segunda intentona, ya en plena calle, pero la providencia y la aparición de una vecina hizo que el encargado de darle muerte, errara al disparar contra él. La Guardia Civil insistió entonces en presionar a Filiberto para que diese testimonio de todo lo ocurrido hasta el momento y reconociese su culpabilidad en el incendio. Sin embargo, encomendándose a la protección de dios, tenía otros planes.

Puente Viejo, ha llegado tu hora”, decía con voz temblorosa, antes de orquestar el final definitivo del pueblo. Y no usamos esta expresión a la ligera: el cura destruyó el pueblo tal y como lo conocíamos al hacer estallar una serie de bombas colocadas en distintos emplazamientos.

“Nuestro amor es el verdadero secreto de Puente Viejo”

Nos avisaba de ello Francisca Montenegro, desde el más allá. Sí, la gran villana, que ya escapó una vez de lo que parecía una muerte certera, falleció en este desenlace en el que se dejó el destino de muchos personajes en el limbo. Con seguridad, supimos que apenas minutos antes que ella, corrió similar destino su querido Raimundo; Filiberto, por supuesto, también murió en las explosiones. Una narración en off del personaje encarnado por María Bouzas nos daba cuenta de lo ocurrido, sin dar detalles concretos sobre el resto.

En lugar de ello, hubo una reflexión postrera, en la que Montenegro desveló lo que muchos esperaban: el secreto escondido en el pueblo. Con la explosión, “pasamos a ser un mito que se ha transmitido en susurros durante generaciones”, dijo, casi refiriéndose al propio legado del serial tras nueve años en parrilla. “Nosotros y nuestro amor eterno somos el verdadero secreto de Puente Viejo. Esa leyenda dice que seguimos viviendo aquí, donde un día fuimos tan felices”. Para muestra, un montaje donde se pudo ver a los grandes protagonistas a lo largo de las temporadas de la ficción, desde Megan Montaner y Álex Gadea hasta los últimos inquilinos destacados del lugar.

“La leyenda dice que seguimos viviendo aquí, donde un día fuimos tan felices”. La coda daría la razón a Francisca, que desde otro plano de existencia, volvía sobre sus pasos en su hogar, junto a Raimundo: “¿En qué piensas Francisca?”, inquirió. “En el amor. Y vuelta a empezar”, replicó ella.

“Es ley de vida y tú y yo necesitamos descansar. Juntos. Para siempre”. Así, con una última dedicatoria a los afectados por la pandemia de la covid-19, se clausuraba El secreto de Puente Viejo. Efectivamente, ya un título proverbial de la ficción española.

Etiquetas
stats