En las entrañas de Eurovisión 2023: así se prepara el show más visto en la televisión mundial

verTele, en las entrañas de Eurovisión 2023

Laura Pérez

Liverpool —

161 millones de personas alrededor de todo el mundo vieron, hace ahora un año, la edición de Eurovisión celebrada en Turín. Una audiencia superior a la de eventos como la mediática Super Bowl, y que sitúa al festival organizado por la Unión Europea de Radiodifusión a la cabeza de las grandes citas televisivas sin contar con los eventos deportivos.

Como ya es sabido, Eurovisión consta de tres galas de prime time, dos semifinales y una final que en el caso de TVE han podido seguirse este 2023 a través de La 2 y La 1. En total, ocho horas de espectáculo en directo que emiten a nivel global las televisiones públicas, y que en esta edición corren a cargo de la BBC como anfitriona al no poder ser organizado, por motivos evidentes, por la radiotelevisión ucraniana.

Tras la celebración de las dos rondas clasificatorias, todo está a punto desde el M&S Bank Arena para albergar este 13 de mayo la gran final de Liverpool 2023. Será la culminación de meses de trabajo de organizadores, productores, televisiones, delegaciones, artistas y equipos para que a ojos de esos más de 160 millones de espectadores, todo salga rodado.

En verTele nos hemos trasladado un año más a la sede del festival para contar todo lo que ocurre alrededor de la candidatura española y también para poner el foco en aquello que no se ve. Si en Turín transmitimos cómo se vivió desde dentro una edición que tuvo emoción hasta el final, en esta ocasión hemos viajado a la cuna de The Beatles para meternos en las entrañas de Eurovisión 2023 y explicar cómo se prepara un show televisivo de audiencias millonarias.

Dos semanas de ensayos y una docena de pases por finalista

Para la gran mayoría del gran público, Eurovisión es la gala final que emite La 1 cada año por estas fechas. Sin embargo, lo que se celebra esa noche no es más que algo que ha ocurrido en ese mismo escenario durante catorce días… con un poquito más de magia.

El pasado 30 de abril se dio el pistoletazo de salida a la edición con el inicio de los ensayos de los artistas sobre el escenario, que inauguraron apenas unos días antes los reyes Carlos III y Camila. Preparados, vestidos y peinados como si estuvieran en la misma gala final, todos los candidatos han ido disfrutando desde entonces de varias jornadas de ensayos para poner a punto sus escenografías y pulir sus actuaciones hasta hacerlas brillar.

Desde dos semanas antes de la final, cada país cuenta con dos jornadas de ensayos individuales en las que empezar a plasmar sus planes de realización y escenografías elaborados en casa, pero esta vez mano a mano con los equipos de de la BBC. Dos ventanas de 30 y 20 minutos de duración que este año han estado cerradas a la prensa, y en las que tienen total libertad para realizar los pases que consideren y corregir cada detalle.

Tras estos ensayos individuales llega el turno de los generales de las semifinales, de los que se practica cada gala de principio a fin tres veces: el primer ensayo general, sin público; el segundo, con espectadores en las gradas y los jurados atentos para emitir sus valoraciones; y el tercero, la misma mañana de las semifinales, también abierto al público.

Lo mismo ocurre con la gran final, que se “celebra” hasta tres veces antes del gran momento del sábado por la noche. El primer ensayo general es el viernes por la mañana, y se realiza ya en el orden de actuación establecido apenas unas horas antes. El segundo es el viernes noche y es el llamado jury show, en el que los jurados internacionales de cada país emiten los votos que se anuncian en la gran final con el ya clásico “12 points”. Y la última prueba antes del directo es el mismo sábado por la mañana, también con público.

Por tanto, llegado el día D, cada país finalista ha podido ensayar su actuación una media de doce veces sobre el escenario, como si fuera la misma final. Algunas de esas ocasiones sin público, y otras con espectadores, feedback y la presión de estar jugándose el Micrófono de Cristal.

Así se 'cocina' el espectáculo más visto de la televisión mundial

verTele ha podido asistir un año más a estos preparativos, con el fin de acompañar a Blanca Paloma en su periplo eurovisivo y asistir a la realización del show más visto de la televisión mundial. Un espectáculo, como decimos, a cargo de la BBC en el que han participado 37 delegaciones europeas y que está siendo cubierto por 400 medios de comunicación de todo el mundo.

Aunque como ya contamos la UER se ha “blindado” en esta edición, impidiendo el acceso de la prensa acreditada a las primeras jornadas de ensayos, sí hemos podido vivir la experiencia eurovisiva durante la semana grande del festival. Y allí es donde te das cuenta que las ocho horas de galas en directo que llegan a los espectadores a través de las televisiones públicas son realmente jornadas maratonianas de trabajo para aquellos que las producen, y también para los que trabajan alrededor del show.

Entre los cientos de periodistas, trabajadores y voluntarios de Eurovisión se genera una comunión propia de los grandes eventos, donde el compañerismo reina entre colegas de profesión y donde hasta trabajadores de seguridad se disculpan por los imprevistos de la meteorología británica o se preocupan por la falta de descanso.

Tampoco sorprende ver pasearse por la sala de prensa a artistas como la israelí Noa Kirel y bailar su Unicorn con periodistas minutos antes de salir al escenario para jugarse el 50% de su puntuación final en el jury-rehearsal. O incluso observar cómo otros rivales eurovisivos se encuentran con ilusión por los pasillos e intercambian opiniones en la previa de uno de los grandes momentos de sus carreras.

Pero sin duda, lo que más impresiona de la preparación de Eurovisión es la magia que se crea una vez cruzas las puertas del estadio, donde te recibe un imponente escenario y unas gradas que aun vacías, conservan la energía del público que se ha sentado en ellas en las noches previas. Y es en el momento en que se encienden los focos cuando eres consciente de que lo que se está cocinando allí es algo que va a pasar a la historia de la televisión, ya sea por la identidad del ganador o por alguna actuación que seguirá siendo recordada durante décadas.

Seas seguidor del festival o no, es difícil que no te suba un cosquilleo cuando un icono de la televisión británica como Graham Norton, junto a sus sobresalientes compañeras Hannah Waddingham, Alesha Dixon y Julia Sanina, grita aquello de “Let the Eurovision 2023 begins”. O cuando arranca un desfile de banderas al que los 26 artistas finalistas se asoman con la emoción y la responsabilidad de tener a todo un país detrás.

Entre bambalinas asistes al montaje de puestas en escena como la icónica “sandwichera” de Loreen, gran favorita al triunfo, que pese a ser de un tamaño menor del esperado, requiere de la maña del equipo técnico para ser colgada del techo del estadio cuando en las gradas todavía nos estamos recuperando del trance vivido con el EaEa de Blanca Paloma.

También puedes ser testigo de los nervios de Käärijä, el otro candidato principal para la victoria, mientras aguarda su turno en el backstage junto a sus inquietantes bailarines. O ver a Noa Kirel, de Israel, liberar tensiones al ritmo del tema de su compañera Monika Linkytė de Lituania antes de preguntar a Europa si quieren verla bailar.

Allí donde el objetivo de las cámaras no llega es donde está realmente la magia de un evento que si levanta tantas pasiones no es sólo por lo que ocurre en las ocho horas de directo, sino también por todo lo que hay detrás.

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