Entrevista

Itziar Miranda celebra los 2.000 capítulos de 'Amar es para siempre': “Somos más libres por mujeres como Manolita”

Itziar Miranda en 'Amar es para siempre

Gabriel Arias Romero

Amar es para siempre cumple este martes 2.000 capítulos en Antena 3. Con el episodio de este 1 de diciembre, la telenovela de Atresmedia habrá saltado una barrera que se antoja complicada, si no imposible, para la mayoría de las series de televisión. Pero la estela de Amar es incluso más larga. El serial arrancó en TVE en 2005 bajo el título Amar en tiempos revueltos, manteniéndose en La 1 hasta finales de 2012, tiempo durante el cual se emitieron otros 1.700 capítulos que, si bien es cierto que no computan en la celebración de este martes, sí pesan, por decirlo de algún modo, sobre las espaldas de buena parte del equipo de la serie.

Uno de sus bastiones es Itziar Miranda, que se ha convertido en una familiar más para la audiencia gracias a Manolita, un personaje que estuvo ya en los inicios de la ficción en la cadena pública y que no solo no ha rebajado su importancia con los años, sino que la ha acrecentado, y de qué manera, en la presente temporada. “Está siendo una sacudida brutal”, reconoce la actriz a Vertele sobre las tramas que le han tocado en esta tanda, marcada por la muerte de su hija Marisol y la necesidad de hacer justicia y esclarecer lo ocurrido. La matriarca de la familia de El Asturiano ha protagonizado escenas de gran intensidad, que demuestran que el serial goza de gran vitalidad pese al paso de los años.

Su personaje, tiene claro, “es un símbolo de todas esas madres y abuelas que nos abrieron el camino a nosotras ahora”. Su lucha, la que sigue defendiendo en esta efemérides, es reflejo de la lucha contra una sociedad patriarcal en la que este veterano melodrama se ha posicionado vivamente con tramas y personajes como Luimelia, sin perder su concepción como lugar de encuentro en la sobremesa: “A una hora, en un momento dado, España se une con Amar”.

Esta temporada está siendo muy intensa para los dueños de El Asturiano tras la muerte de Marisol. Especialmente Manolita ha emprendido esa búsqueda incansable por la justicia. ¿Está siendo la temporada más intensa para ti?

Sin duda. No hay nada más duro para una madre que la muerte de una hija. Y yo, que soy madre de dos niñas... te puedes imaginar. Es una temporada muy exigente porque los guiones son espectaculares, están muy bien escritos, son muy finos. Están llenos de calidades diferentes a nivel emocional, y hay que estar a la altura de eso, que hace que tengas una exigencia bestial. Llego a mi casa agotada y tengo que recordar que no me pasa nada. Encima, con la pandemia, hay un ambiente muy doloroso porque hay muchas muertes todavía por asumir, mucha gente que lo está pasando mal a tu alrededor, y se me junta todo. Cuando subo al coche tengo que hacer un ejercicio para ubicarme donde estoy, porque emocionalmente es duro.

Al final te puede acabar pasando factura un guion así en un momento como este...

Afortunadamente tengo los pies en la tierra y mi familia me ayuda a dejar el personaje en el camerino. No me suelen afectar mucho estas cosas, pero en este momento en el que estamos todos tan sensibles tienes que recordártelo, que no se te ha muerto una hija, que todo está bien en tu vida y tu casa...

Y por si fuera poco, al dolor por la pérdida de una hija y la frustración de no saber qué le ocurrió a la joven se suma ahora la tensión con su marido, Marcelino, que necesita pasar página. ¿Cómo se siente Manolita?

Un dolor tan profundo, cada persona lo gestiona desde un lugar, y esto modifica todas las relaciones familiares. Todo el mundo cree tener la razón y todo el mundo cree que el dolor hay que sufrirlo a su manera. Pero cada uno lo gestiona de una forma, y esto hace que la gente se separe mucho. Está siendo una sacudida familiar brutal, en una familia que, además, ha pasado por mucho: empezamos con la república, pasamos por la guerra, en los años 40 no teníamos qué comer, y ahora se nos muere una hija. Pero esto es lo más terrible que te puede pasar, y nos ha zarandeado de tal manera que está en peligro la familia como equipo.

Después de 16 años, estoy especialmente enganchada a la serie. No como espectadora, sino como lectora de los guiones. La temporada está siendo súper interesante y profunda, pero es que no sabéis lo que viene. Cuando me dan los guiones, no espero a mi casa para leerlos, los leo en el coche porque estoy sorprendidísima de hasta dónde están llegando los guionistas con esto. Lo que va a pasar es brutal. Es una fabulosa temporada, y a la vista está con ese millón trescientos mil seguidores que tenemos a diario, y eso que no se cuenta la gente que ve la serie en streaming. Se ha unido mucho público joven que no la puede ver a la hora de la siesta.

Y a toda esa gente, ¿qué le dirías sobre ese “futuro brutal” al que te referías: ¿será bueno o malo? ¿habrá un respiro entre tanto drama?

Va a ser una sacudida, pero esto no tiene por qué ser drama. Va a ser muy interesante. Hay thriller de por medio, misterio... Van a pasar muchas cosas más por esa madre coraje que no va a descansar hasta saber qué le pasó a su hija y hasta que la gente que lo hizo pague por ello. Pero está en una situación muy difícil porque hay gente muy poderosa, vinculada al Gobierno y a los militares de la época. Va a ser una sacudida y la gente va a estar con la boca abierta durante muchos capítulos.

Tiempos convulsos en la historia de 'Amar', y también en la vida real por la pandemia que ha afectado al mundo de la ficción, pero imagino que más si cabe a una serie diaria como esta. ¿Cómo ha cambiado vuestra dinámica?

Nosotros no podemos más que sentirnos afortunados porque el protocolo que tenemos tan estricto, lejos de ser un engorro, es algo que nos provoca mucha confianza y nos permite quitarnos la mascarilla con la certeza de que no nos va a pasar nada. Han cambiado cosas de la manera de grabar de tiempos inmemoriales. Hay una manera de rodar, unos protocolos que te enseñan desde que empiezas en la profesión, que han cambiado. Pero creo que son tan necesarios que nos sentimos afortunados de tener un protocolo tan estricto. A día de hoy no hemos parado de grabar en Amar porque no ha habido contagios. Y esto es señal de que lo estamos haciendo muy bien.

2.000 episodios a las espaldas en Antena 3 y siendo estandartes de la marca 'Amar' que ya es histórica en televisión. Son hitos difícilmente alcanzables para cualquier otra ficción de corte semanal. ¿Sientes que la ficción diaria tiene el aprecio que merece?

Yo pienso que sí, al menos Amar, que ha sido una serie con mucho prestigio siempre. Hemos ido a Cannes, Barcelona y a Nueva York a recoger premios por la serie, que siempre ha estado muy valorada por el público y la profesión. Nunca he sentido que estuviéramos jugando en otra liga o que fuéramos de segunda división. Amar es una serie que tiene un sello de calidad brutal, y que creo que tienen muchas series diarias, además. Es una serie que te permite jugar de una manera bestial y que se ha convertido en una tradición como ver la siesta. La gente se va a la siesta para ver Amar. Además, une a gente de diferentes edades, ideologías, culturas, posición social... Y esto es muy bonito para un país tan plural como el nuestro.

Cuando te fijas en el target que nos sigue, hay niños, adolescentes, gente mayor, muchos hombres y mujeres, muchos modernos... Hay un colectivo LGTBI que nos sigue muchísimo, y no sólo por Luimelia, que también, sino porque siempre ha habido personajes que los representaban. Es muy interesante lo que pasa con Amar, porque mucha gente se sienta en su sillón y, a una hora, en un momento dado, España se une con Amar.

No se le pueden quitar méritos a una serie que ha parido, por así decirlo, otra serie: 'Luimelia'.

Exactamente, y la ha parido por algo muy bonito. Me gusta recordar una anécdota, creo que del año pasado, cuando una chica dijo en Twitter que se había subido al autobús y delante de ella había dos chicas hablando. Escuchó la conversación y una de ellas no sabía cómo decirle a sus padres que era lesbiana. Y la otra le dijo: '¡Pero si tu madre ve Amar! Si Manolita lo entiende, ¿cómo no lo va a entender tu madre, que le encanta Manolita? Se va a sentir identificada con ella'. Al publicarse esto en Twitter se creó un hilo de chicas que habían contado a sus padres su confesión sexual gracias a que Manolita lo había entendido. Esto es precioso. Ya no sólo que haya generado otra serie, sino que ha educado a una generación a entender esa libertad sexual.

¿Cómo recuerdas que era Manolita al comienzo y cómo has cambiado como actriz desde entonces?

No sólo ha cambiado la actriz, sino que ha cambiado el personaje. Me preguntan que cuál es el éxito de que yo no esté encasillada, que afortunadamente durante todos estos años he trabajado mucho y en personajes muy diferentes. Yo pienso que no ha sido sólo cosa mía. El personaje no está encasillado, no entra con 40 años y se mantiene así durante 16 años. El personaje entra con 18 años, que yo tenía 25, era una chica de pueblo que no sabía nada de la vida, muy protegida por su padre, y que se enamoró de un tabernero de Madrid. Ella es muy mandona, pero es un personaje muy cómico. Pasa una guerra civil que la transforma, tiene hijos, pasa hambre en los años 40, que fueron durísimos para la sociedad. Su hija primero quiere ser monja, luego actriz y hace desnudos con una lesbiana, en una época en la que la homosexualidad estaba castigada con la cárcel. Y tiene un hijo que se vuelve fascista, así que ella se pregunta '¿qué he hecho yo para que mi hijo tenga esta ideología y sea agresivo y violento?'. No sólo por su ideología, sino porque se va al lado más extremo.

La Manolita de 18 años nunca hubiera leído un discurso feminista inspirado por Clara Campoamor en la Plaza de los Frutos. Ha tenido que aprender con el tiempo. Ha luchado contra esa sociedad patriarcal en la que le tocó vivir. No quería que su marido le firmara para trabajar. Toda esta evolución de Manuelita ha hecho que el personaje, y eso me ha ayudado a mí, no nos encasillemos.

Ese perfil tan liberal y reivindicativo de Manolita, ¿es un mensaje que se quiere lanzar al público o realmente había mucha gente como ella?

Las había. Piensa en Las Sin Sombrero, en Clara Campoamor, que estaba inspirada por Concepción Arenal (1820). Hubo mujeres muy interesantes en esa época. Y Manolita es un símbolo de todas esas madres y abuelas que nos abrieron el camino a nosotras ahora. Nosotras somos más libres por mujeres como Manolita. Y creo que ese es el éxito de la serie, que es fiel reflejo de las mujeres de la época.

Hemos visto crecer y envejecer a Manolita durante muchos años. ¿Cómo ha ido cambiando la forma de encarar el personaje para adecuarlo a las distintas edades?

Con Manolita y Marcelino hemos envejecido de verdad. Yo entré con 25 años y tengo 42. El arco de Manolita es desde los 18 hasta los 58, pero yo desde los 25 hasta los 42 he envejecido y no soy la chica de 25 años que entró. Si hiciéramos un reportaje con las fotos de cómo empezó Manolita, te aseguro que la gente no pensaría que no hemos envejecido. Ahora pasamos más tiempo en maquillaje, eso sí.

¿Y cuánto carrete le queda a la serie? Al final se acabará diciendo de 'Amar' lo que se dice de 'Cuéntame': que va a llegar al presente o incluso a sobrepasarlo...

La historia de este país es muy interesante y la podemos ir contando. Me encantaría ser una señora muy mayor e ir con mi bastón por la Plaza de los Frutos contando historias a mis nietos o bisnietos. Y ahí sí que habría que hacer una caracterización, pero me encantaría ser una viejecita de verdad.

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