Entrevista
Memorias de Sudáfrica 2010 con J.J. Santos: “Fue el Mundial perfecto, imposible sacarle más partido en TV”

Memorias de Sudáfrica 2010 con J.J. Santos

Pedro Zárate

El 11 de julio de 2010, España tocó el cielo con las manos. Ese día, la selección masculina de fútbol ganó el primer Mundial de su historia. El sueño de millones de españoles se hizo por fin realidad y nuestro país, tan futbolero como dado a la celebración, no tardó en trasladar a las calles la euforía que minutos antes había despertado el gol de Andrés Iniesta. Hasta entonces tocó sufrir. Y mucho. En las gradas del Soccer City de Sudráfrica, ante las pantallas gigantes instaladas por toda España o frente al televisor, donde se dieron cita 15.605.000 espectadores (85.9% de cuota) entre Telecinco, Canal+ y Canal+ Liga durante la disputa de la prórroga ante Holanda.

De todos ellos, más de 14.5 millones (80.3%) vieron el soñado desenlace en la cadena de Mediaset, que emitió los siete partidos de España en abierto y se encargó, por tanto, de llevar a los hogares de todo el país la emoción del triunfo más importante de la historia de nuestro deporte.

Hoy, diez años después de aquella hazaña, Cuatro la recordará con la emisión íntegra del España-Holanda (15:45 horas) y con un programa especial conducido por Manu Carreño y J.J. Santos. Desde Vertele aprovechamos esta histórica efemérides para hablar precisamente con J.J. Santos, que hace 10 años estaba en Johannesburgo liderando la cobertura de la final como director de deportes de Telecinco.

Con él recordamos cómo fue aquel torneo, descubrimos anécdotas nunca antes conocidas del equipo de Telecinco y, sí, rememoramos el célebre “¡Iniesta de mi vida!” de José Antonio Camacho.

Lo primero de todo, ¿qué recuerdos tienes de aquel mes en Sudáfrica?

Todos buenos. La verdad es que fue un mes y medio maravilloso por el equipo nuestro y por la selección, que hizo un gran mundial. Después de tantos años siguiendo a la selección en eurocopas y mundiales me parecía imposible que algún día la viera ganar algo. La había visto dos años antes en la Eurocopa de Austria y Suiza, y verla dos años después ganar el mundial pues no me lo acababa de creer. Así que todo son recuerdos buenos.

Telecinco anunció que emitiría ocho partidos de aquel Mundial en marzo de 2010, menos de tres meses antes de que diera comienzo el campeonato. ¿Cómo fue ese periodo para preparar la cobertura?

Aunque lo anunciamos en marzo, ya teníamos de antes la idea de que lo íbamos a emitir porque el año anterior ya habíamos emitido la Copa Confederaciones, que fue en Sudáfrica. Por tanto, ya habíamos estado allí un mes y ya habíamos visto todos los estadios, los hoteles, las carreteras, los transportes… Fue fundamental hacer la Copa Confederaciones un año antes porque teníamos toda la información que había que tener para hacer un gran despliegue. Y cuando se anunció oficialmente que íbamos a hacer el Mundial, lo que hicimos fue todo lo que teníamos ya planificado desde antes de navidades.

Al igual que a Del Bosque, a ti también te tocó hacer de seleccionador para elegir al equipo de Telecinco en Sudáfrica. ¿Cómo fue hacer aquella convocatoria?

No fue complicado porque algunos ya estaban. Los de la parte técnica y de producción fueron los mismos que un año antes estuvieron en Sudáfrica. Y aunque la gente no los vea, los cámaras, los productores y los realizadores son fundamentales para un despliegue de este tipo. Así que fue exactamente el mismo equipo que estuvo un año antes en la Confederaciones y que llevaban conmigo desde 2006, cuando fiché por Telecinco y me encargué de hacer retransmisiones de fútbol y de la Europa League.

En cuanto a comentarista tuvimos a Guillermo Amor, que ya venía de hacer partidos conmigo. Y en 2009, en la Confederaciones, tuvimos a Luis Aragonés. Sin embargo, me avisó mucho tiempo antes de que no iba a poder estar con nosotros en el Mundial porque ya tenía firmado un compromiso para comentarlo con Al Jazeera. Así que en marzo de 2010, cuando ya era definitivo que emitiríamos el Mundial, me fui un día a Pamplona para ver a José Antonio Camacho, que en ese momento estaba entrenando a Osasuna. Nos conocemos desde hace muchos años, así que decidí no hacerle la oferta por teléfono, simplemente le llamé un día para ver si me invitaba a comer en Pamplona. Me dijo que sí, que cuando quisiera. Así que cogí un avión al día siguiente y me fui allí a verle sin decirle nada. Comimos en un restaurante que eligió él y ahí le dije que quería que viniera al Mundial y que el otro comentarista sería Guillermo Amor. Me dio la mano y me dijo que sí.

Y luego se sumó Paco González.

Me acuerdo perfectamente. Era mayo y yo estaba en Hamburgo, en la final de la Europa League con el Atlético de Madrid. La misma tarde de la final, tres horas antes, estaba en la oficina que teníamos en el estadio y salió la noticia de que le habían despedido de la Ser. Paco González es muy amigo mío desde hace 20 años. Le pregunté cómo estaba y me dijo que fastidiado, que no se lo esperaba. Le comenté que yo tenía que hacer la final en apenas unas horas, pero que le llamaba mañana y que no buscara nada a corto plazo porque yo quería contar con él para hacer el Mundial. Al día siguiente regresé a España, le llamé, nos vimos, se lo consulté a Manolo Villanueva [director de Contenidos de Mediaset] y a Paolo Vasile [consejero delegado de Mediaset] y les pareció muy buena idea.

Lo que siempre se ha contado sobre el fichaje de Paco es verdad. Él me preguntó qué quería que hiciera y yo le dije que lo que le diera la gana. Paco había narrado durante mucho tiempo, dijo que le apetecía y así fue.

Pero a pesar de haber narrado partidos, a Paco se le conocía más por su faceta como conductor de Carrusel deportivo. ¿Cómo fue esa conversación para decidir que fuese él quien narrara los encuentros?

No se decidió de un día para otro. Él me dijo que estaría encantado de ir al Mundial, que en ese momento tenía un lío tremendo con lo de la Ser y con su futuro, porque él en septiembre quería seguir haciendo radio. Yo le dije que hiciera lo que quisiera, y tanto Manolo Villanueva como Paolo Vasile lo refrendaron y decidieron que Paco se tomara unos días. Pasados esos días nos reunimos él y yo y le expuse la idea que tenía, que era la de hacer una retransmisión muy coral con Amor, Camacho, Sara Carbonero en el terreno de juego y yo. Nos iban a pedir muchas horas de retransmisión, porque la idea que teníamos era hacer 2,3,4 horas de previo según España fuese avanzando en el campeonato, así que trabajo iba a haber para todos.

Por tanto, decidimos estar en dos posiciones distintas en el campo. Una posición más abajo y un estudio, donde estaríamos todos hasta una hora antes, cuando Camacho y Paco se bajarían a la posición de narración y Amor y yo continuaríamos en el estudio. Si escuchas las retransmisiones verás que fueron muy corales, y eso es algo que surgió de una manera muy natural.

El equipo estaba listo para cubrir un Mundial que se prometía ilusionante. Sin embargo, se perdió el primer partido contra Suiza. ¿Qué se te pasó en aquel momento por la cabeza?

Que ya estábamos con lo mismo, fracasando otra vez. Pero aquello duró cinco minutos porque en el propio estudio, en el postpartido, la persona clave para animarnos fue Camacho. Ante las cámaras y durante las pausas de publicidad nos dijo que había visto al equipo muy bien y físicamente muy fuerte. Vicente del Bosque y él son íntimos amigos, y yo sabía que se veían en el lugar de concentración de la selección, así que Camacho tenía muy buenas sensaciones. Habíamos perdido y él nos decía a Paco González y a mí: “Estad tranquilos, la selección va a ir a más y no hay ningún problema. Tenemos el peligro de que nos vamos a casa con otro tropiezo, pero la selección está muy bien. Hacedme caso”.

Además, durante los días de descanso que Del Bosque le daba a los jugadores supimos a través de Sara, que ya era pareja de Casillas, que Iker estaba muy animado también. Así que esas fueron las dos claves que tuvimos durante cinco días durísimos tras perder el primer partido.

En aquel momento se llegó a culpar a Sara Carbonero de la derrota contra Suiza.

Eso fue un periódico sensacionalista británico que desgraciadamente, como ocurre siempre, tuvo eco en España y hubo gente que lo recogió. Cuando Sara vio la portada del periódico inglés no se disgustó, y nosotros tampoco. No le dimos ninguna importancia. Aquello alcanzó otra dimensión por una persona que en aquel momento estaba al frente de la Asociación de la Prensa de Madrid. Entonces me sorprendió y hoy, diez años después, me sigue sorprendiendo y lo sigo censurando porque me parece gravísimo lo que hizo en aquella ocasión. Creo que se metió en un charco por desconocimiento y habló de oídas. No tenía ni idea y le debieron contar que Sara estaba en una posición cercana a Iker porque le apetecía, cuando en realidad aquella posición la marcó la FIFA.

Era un disparate y algo ridículo decir que Casillas se había despistado porque su novia estaba cerca. Incluso nos reímos de ello, pero el disgusto vino horas después cuando esta persona, el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid, se hizo eco de ello y dijo que no le parecía bien. Incluso censuraba que Mediaset lo hubiera hecho, como si un partido de un Mundial necesitara una publicidad extra. Nos pareció mucho más grave y censurable lo que hizo [Fernando] González Urbaneja que lo que hizo un periódico inglés, que no dejaba de ser sensacionalista y puramente amarillista.

Entonces, ¿el beso de Iker a Sara fue justicia poética?

No, yo creo que fue un tema de rebeldía juvenil. Yo lo entendí así, además de ser un gesto de amor y cariño. Entonces no le dimos mayor importancia, pero sí al día siguiente, cuando llegamos a España y vimos la que se había montado. Pero en el momento el equipo lo vio como algo normal y natural porque todos conocíamos la historia de amor de Iker y Sara. Cuando ocurrió sonreímos con Paco, Camacho y la gente que estaba allí y seguimos haciendo el postpartido.

Pero sí, creo que fue un gesto de rebeldía porque a raíz de aquella primera derrota lo pasaron mal. No por la derrota en sí, sino por las interpretaciones disparatadas, absurdas, interesadas y de absoluta ignorancia de entonces. Además, creo que no hubo mala intención en esas interpretaciones de la Asociación de la Prensa de Madrid, sino desconocimiento y un afán de apuntarse al bombardeo sin darse cuenta de que estaban haciendo daño a gente profesional que estaba haciendo su trabajo con mucha dignidad.

El Mundial comenzó con un giro de guion, que fue la derrota contra Suiza, y siguió hasta el final con una serie de partidos que se resolvieron en su mayoría por un único gol de diferencia, con lo que eso supuso en cuanto a emoción y suspense. Teniendo en cuenta todo esto, ¿el Mundial de Sudáfrica tuvo el mejor guion televisivo posible?

Sí, tal cual. Fue el Mundial perfecto. Se podrá ganar otro Mundial, se podrán hacer audiencias similares y el mismo éxito, pero el apurar tanto, el tener varias prórrogas incluyendo la de la propia final… A nivel de consumo televisivo y de rentabilidad del producto fue imposible sacarle más partido. Fue como exprimir un limón. Nos mensajeábamos todos los días con los jefes y teníamos una pequeña broma que era que teníamos contratado a un guionista que se encargaba cada día de escribir el guion perfecto. Nos inventamos esa figura ficticia y llegamos a la conclusión de que había hecho su trabajo hasta el final de 10. El guionista ese año trabajó bien.

España llega a semifinales, elimina a Alemania y se clasifica para la primera final de su historia. ¿Cómo fueron aquellos días antes de cubrir la final contra Holanda?

Aquí me gusta citar a la jefa de producción, Ana Crespo, porque tuvo mucho mérito al mover a casi 100 personas por Sudáfrica o una unidad móvil desde Durban hasta Ciudad del Cabo, que son 2.000 kilómetros por carreteras no muy seguras. Además tuvimos la suerte, porque es suerte, de que en un equipo de 100 personas nadie enfermara, se lesionara o tuviera que ser hospitalizada. Tuvimos suerte hasta en eso, que era muy difícil. Al movernos casi cien personas durante un mes por un país tan grande, lo normal es que hubiéramos tenido algún incidente, pero no tuvimos ni uno.

Además, Ana tomó decisiones muy correctas. La parte grande del equipo de Mediaset estaba en Potchefstroom, donde estaba concentrada la selección. Y en vez de un hotel, nosotros estábamos en una casa particular. Un año antes había contratado una casa con más de veinte habitaciones y que estaba casi bunkerizada, con dos metros de valla y era inaccesible desde el exterior. Teníamos mucha intimidad, mucha tranquilidad, un horno de leña por si queríamos cocinar, una habitación para cada uno, zonas comunes para desayunar y un jardín amplio. Es decir, sin ningún lujo pero con mucha comodidad.

Y de cara a la semifinal, Ana tomó otra decisión muy inteligente. En vez de buscar, como en anteriores partidos, un vuelo de madrugada para llegar a las 2, decidió hacer más grupo y, por si llegábamos a la final, contratar un autobús de Durban a Potchefstroom. Y eso eran como 10 horas en bus. Todo el equipo dijo que sí si ganábamos. Si perdíamos sí cogíamos el avión. Ganamos y renunciamos al avión. Salimos a las 00:00, paramos a comprar comida y bebida y cenamos en el autobús mientras cantábamos y lo celebrábamos, porque para nosotros era muy importante hacer la final. A las 4 o a las 5 caímos rendidos y llegamos a las 10 de la mañana a nuestra casa habiendo dormido poco. Eso nos ayudó, porque al día siguiente hicimos turnos para hacer los programas y poder descansar. Y solo un día después ya nos íbamos a Johannesburgo, donde pasamos dos días para la final. Se nos pasó rápido y producción lo hizo bien.

Llega la final. Primero la parada de Casillas a Robben y luego el gol de Iniesta. ¿Cómo recuerdas ese momento en el estadio?

En la zona más baja del estadio, en un lateral, estaban Paco González y Camacho. Los dos tenían que llevar este micrófono como de bigotera para que no se colaran las vuvuzelas, que es el motivo por el que se ve este micrófono como antiguo en la famosa celebración de Camacho. Y en uno de los fondos, arriba del todo del estadio, estaba el estudio panorámico donde hicimos las casi cinco horas de previo y las tres del postpartido. En total hicimos ocho horas en el estudio Amor y yo.

Lo recuerdo con mucha emoción, porque yo tenía pinchada en el monitor la webcam de Camacho gritando “¡Iniesta de mi vida!”. Guillermo Amor, que es un tío tranquilo, estaba dando golpes en el cristal del estudio y yo también. Fue muy emocionante y lo recuerdo como si fuese hoy. Fue una explosión de alegría porque sabíamos que estábamos viviendo algo histórico e irrepetible. Algo muy especial.

Gracias a esa webcam quedó registrada en imagen la mítica celebración de Camacho.

Para ser exactos se llama comcam, y las suelen poner la UEFA y la FIFA no para que las pinches, sino precisamente para que tengas registradas las imágenes de cómo han vivido los narradores el partido. No es una cámara de gran calidad que utilicemos durante una retransmisión, sino algo auxiliar. Y al igual que lo estaba viendo yo lo estaban viendo en Madrid, donde lo estaban grabando todo.

Salvo que fuera algo muy especial no lo metíamos porque no tenía una gran calidad de imagen, pero la celebración de Camacho la vi en ese momento, así que me mensajeé con el realizador y con Madrid para preguntar si lo tenían grabado. Me dijeron que sí y lo empezamos a meter esa misma noche tras la final. Nos parecía muy emocionante ver cómo a Camacho, que había sido internacional, seleccionador y capitán del Real Madrid, le salía algo de corazón en el momento más especial del fútbol español. Porque se ve que no lo tiene preparado. Yo se lo he preguntado mil veces y me dice que ni lo tenía preparado ni sabía lo que había dicho. Hasta que no lo vio no recordó que había dicho “¡Iniesta de mi vida!”.

Fuiste a Pamplona para ficharle como comentarista y acabó protagonizando uno de los momentos más célebres de la historia de nuestra televisión.

Había mucha gente y muchos sonidos, pero en las retransmisiones pasa esto, que en todos los grandes éxitos queda algo en concreto. En la Eurocopa del 2008 todo el mundo recuerda el penalti de Casillas a Italia, que ha quedado más marcado que el gol de Torres en la final. Y del Mundial de Sudáfrica queda el gol de Iniesta y el “¡Iniesta de mi vida!”. Es que encima a Camacho le sale eso. Podía haberle salido cualquier grito, pero le sale “¡Iniesta de mi vida!”. Ese momento quedará para siempre y yo me alegro mucho de que, de todo lo que hicimos, esos cinco segundos hayan sido los que hayan pasado a la historia porque Camacho es una persona que se lo merece.

Victoria de España, celebración y vuelta a casa. ¿Qué sensación te quedó una vez acabó vuestra cobertura?

Fue muy raro. Los que habíamos estado allí necesitábamos hablar y vernos. Recuerdo que tuvimos varios escapadas de fin de semana con todo el equipo nada más volver a España. Teníamos ganas de estar con nuestras familias, evidentemente, pero también con el equipo. Fue como si quisiéramos seguir prolongando aquel sueño. Y además, fue bonito porque luego lo compartimos con nuestras familias, porque las familias de unos y otros nos conocíamos. Estábamos en una nube y lo que menos nos apetecía era irnos muy lejos y hacer un viaje muy largo. Prácticamente todos nos quedamos en España de vacaciones mientras hablábamos mucho unos con otros.

¿Te dijo algo Paolo Vasile una vez acabó el Mundial?

Sí, el mismo día nada más acabar a las 2 de la mañana. Hablábamos todos los días al acabar los partidos, y eso es algo que siempre agradeceré. Paolo Vasile es una persona muy cariñosa y muy entrañable con su gente, y él sabía la tremenda responsabilidad que teníamos en ese Mundial. Además de ayudar en la preparación, cada día del Mundial tanto él como Manolo Villanueva hablaban conmigo. Si no era por teléfono era por mensaje, pero siempre para dar ánimos o para dar una indicación de algo que habían visto. Estuvieron muy encima del equipo. Tanto, que además de felicitarnos la misma noche que acabó el Mundial, a los dos días de volver a España organizaron una cena muy especial para todo el equipo en la sede de Telecinco. Todos los que fuimos a Sudáfrica estuvimos en un comedor allí y Manolo Villanueva trajo a personas que conocía para que nos cocinaran pulpo a la gallega, porque él es gallego. Además, Vasile se encargó del menú. 10 años después lo puedo contar porque son de esas cosas que emocionan. No solo a mí, sino a todo el equipo.

Fue una gran forma de celebrar el éxito de aquel Mundial. Éxito que, a su vez, dependía más que nunca del buen hacer de la selección al emitir solo ocho partidos.

Fue imposible que salieran mejor las cosas. Imposible. Nosotros habíamos comprado los derechos de los tres partidos de España de la primera fase, el encuentro inaugural y uno por eliminatoria incluyendo la final. Y dimos todo lo que pudimos dar de España. Estrujamos el limón hasta el final y fue imposible sacarle más jugo.

Ya por último, ¿veremos alguna vez algo igual por televisión?

Nunca se puede decir que no. Ojalá. ¿Mejorarlo? Ya no es cuestión de mejorarlo. Viviremos emociones igual de buenas o mejores, pero no las mismas que en Sudáfrica. Es lógico, la primera vez de cualquier cosa siempre es especial. Y este ha sido el primer Mundial. No puede haber una segunda vez de un primer Mundial. Sí, viviremos otras cosas, pero nada parecido a lo que vivimos en Sudáfrica.

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