ENTREVISTA

Máximo Huerta: “El primer día como ministro vi los prejuicios por haber trabajado en televisión y ya me olió mal”

Máximo Huerta durante la entrevista con Vertele/eldiario.es

Vanesa Rodríguez

“En las profundidades del invierno finalmente aprendí que en mi interior habita un verano invencible”. Esta frase de Albert Camus marca el epílogo del último libro de Màxim Huerta, Intimidad improvisada (Espasa). También sirve de broche al episodio que protagonizó justamente hace un año, cuando se vio obligado a dimitir de su cargo como ministro de Cultura y Deporte al conocerse la sanción de Hacienda de más de 250.000 euros por utilizar una sociedad para pagar menos impuestos. Tan solo una semana después de decir “sí” a la llamada de Pedro Sánchez para coger la cartera la tenía que soltar. “Me voy para no permitir que el ruido de esta jauría parta el proyecto de Sánchez”, diría en su comparecencia. Luego, el silencio.

Huerta (Utiel, 1971) abandona ahora ese silencio “buscado” para volver a la primera línea mediática. El próximo lunes 8 de julio arranca en TVE el magazine de actualidad y entretenimiento A partir de hoy, un estreno que le hace estar “nervioso e ilusionado”. Nos recibe en el Café Comercial, en el madrileño barrio de Malasaña, su barrio. El escritor y periodista se relaja cuando los libros son los protagonistas de la conversación en este histórico rincón de tertulias literarias. “Aquí he corregido todas mis novelas”, explica. Se mantiene en guardia. Las lágrimas derramadas destilan desconfianza. Como la de un animal todavía herido que teme que “la jauría” aparezca detrás de cualquier esquina, aunque haya regresado la sonrisa.

¿Cómo me dirijo a usted, Máximo o Màxim?

Max, Màxim, Máximo... Cada uno de mi familia me llama de una manera. He decidido volver al DNI. Mira, mira lo que me he encontrado hoy [enseña el carnet de prensa de cuando trabajó en Canal 9]. Es mi nombre, no es cambiar, es volver. Es volver a casa. Y ahora me apetecía. Algunos se lo toman a coña, que me parece una falta de respeto tremenda, pero bueno.

Vuelve a su nombre y vuelve a la televisión, ¿qué podemos esperar de este espacio?

Es como la vida: alegre, divertido, emocionante... Es como un periódico en el que vas pasando páginas, y el mismo día te da la actualidad de lo que tienes que hablar.

Sí que se ha dicho que no tratará ni sucesos ni política.

No, para eso ya está 'La mañana'. Aquí van a ser otros temas más amables, más ligeros, más de cara a verano. Eso no implica que no vayamos hablar de cosas serias como la crisis climática, y a la vez de las mejores playas o de qué música está sonando en festivales. Todo cabe y todo es bueno. Depende de cómo lo cuentes. Sardá siempre decía algo maravilloso: “No es lo que cuentas sino cómo lo cuentes”.

Existe una tendencia en los magazines de actualidad a irse por los sucesos porque es lo que da audiencia. ¿Teme que la presión por la audiencia le acabe llevando ahí?

No, ningún temor. Recibí un montón de propuestas y muchas tenían que ver con sucesos y con tertulias políticas. Me he ido con la que más me gusta, con la que me enamoró. Y la idea del programa no es esa. Así que no tengo ningún miedo porque no es su objetivo. Es como esos 'Tintos de verano' que escribía Elvira Lindo, que podía tratar temas serios o divertidos desde un tono amable.

Este es un proyecto solo para verano, ¿pero confía en quedarse?

Mi compromiso es para el verano y si algo he aprendido es que no hay que poner la vista en lo que pasará, en lo que vendrá en el futuro. Si continúa pues muy bien. No voy a pensar jamás en el futuro. No se sabe...

Llega a TVE en un momento convulso por varios motivos. Uno de ellos es el bache de audiencia que está atravesando. ¿Cómo afronta ese reto?

Yo creo que una pública tiene que estar pensando más en la calidad.

¿No tiene esa presión?

No, no. Esa presión es más de los periodistas, de los medios, jamás de la gente, no está en la calle Yo creo que hay que hacerlo bien y que eso llegue a casa. El mayor objetivo en la cadena pública tiene que ser hacer un programa de calidad, bien hecho.

Por otro lado, RTVE está en una etapa de “provisionalidad” que se está alargando más de lo previsto en manos de la administradora única, Rosa María Mateo y a la espera de que se resuelva el concurso. ¿Cómo ve esta situación?

Yo creo que están trabajando bien y además de manera firme, no pensando en la interinidad. Quienes están trabajando lo hacen con una mirada seria y de responsabilidad, no de interinidad.

En ese sentido, ¿cómo lleva que haya gente que diga que este programa en TVE es porque Sánchez le está premiando?

No sé quién lo ha dicho, ¿lo ha dicho alguien?

Bueno, hay algunas personas de la anterior dirección y medios de comunicación que así lo han afirmado.

Pero si tú les das eco, formas parte...

A mí me interesa su opinión a ese respecto.

Bueno, pues yo sé escribir y presentar. Es lo que he hecho en los últimos 23 años y es a las dos cosas a las que me dedico. Ese ha sido mi trabajo y vuelvo a una cadena en la que ya he estado incluso en tiempos de Rajoy. Justificarme con casi 50 años que tengo sobre cuál es mi trabajo... Periodista y trabajar en tele y escribir libros, que llevo más de 13. Supongo que mi currículum es mi respuesta.

En Televisión Española, una de las batallas ha sido la de la transparencia, que se sepan cuáles son los gastos, los sobresueldos, los costes de los programas. Rosa María Mateo se comprometió con esto.

Así es, ahí poco tengo que decir.

Hace unos días El Mundo sacó un artículo en el que se informaba sobre lo que va a ganar

Bueno más que un artículo informativo parecía un cartel para señalar: “Miren este lo que va a cobrar”. Todos sabemos cuáles son los sueldos en una cadena privada y en una pública, no tienen nada que ver unos y otros, en Telecinco era muchísimo más. Ahora está en la línea de los demás.

¿Pero entonces esa información era correcta?

No la leí. No voy a dar el click. No con mi click. [Risas] Pues que los publiquen, está en la línea de todos los demás.

Ha pensado si le puede afectar su breve paso por el Ministerio a la trayectoria que retoma ahora en televisión.

Todos habéis dicho que era tan breve... [risas]. Con lo cual, vamos a ponernos de acuerdo: ¿o ha sido breve y ha importado poco o tiene peso?.

Asumo las consecuencias. Y estoy orgulloso de haber aceptado la responsabilidad en el Ministerio

¿Para usted cómo fue?

Para mí es un episodio importante de mi vida, muy importante. En el que maduras aprendes y te paras y dices: bueno, pues así es la vida, con episodios complicados e interesantes. Asumo las consecuencias. Y estoy orgulloso de haberlo hecho, de aceptar la responsabilidad, de tener una ilusión. Por ejemplo, soñaba con hacer otro museo en Madrid con los fondos del Prado, que era mi reto. Ahí se quedará...

¿No respira aliviado cuando ve la que hay liada con la SGAE?

No, no, lo contrario. De hecho el primero que paró aquello porque mandé un burofax el tercer día de ser ministro fui yo, porque la SGAE necesitaba un 155.

El día de la toma de posesión en el ministerio se le veía pletórico.

Estaban mis amigos y mi madre allí. Estaba contento, feliz. Pero ya había visto las noticias el día anterior y ya había leído cómo se trataba mi figura. Ya me olió mal. Uno no está ciego, ni sordo. Vi con qué tono se informaba de mi elección desde los propios compañeros. Con qué prejuicio por haber trabajado en televisión. Con qué rechazo. Con qué excentricidad. Con qué exotismo. Mi felicidad era real por el proyecto, pero vi que la prensa tiene muchísimos prejuicios con alguien que trabaja en televisión y que se titulaba fácil, de manera irónica...

¿Hay castas en la profesión?

Sí. La primera división es prensa, la segunda es radio y la tercera es televisión.

Salta en los medios la noticia de la sanción de Hacienda, dimite a los pocos días y se va un tiempo de España.

No, me fui días sueltos. Esos eran los titulares: “Las interminables vacaciones...”. Yo estaba en Altea, con mi madre, en el pueblo, cuidándola, que es una mujer de 82 años. Mi padre murió hace muy poquito y yo lo que hacía era irme tres días a Almería, cuatro a la Provenza y 10 que me fui a Italia. Y un día a Londres a ver un concierto de Beyoncé. Lo que pasa es que en Instagram parece que sea mucho. Y no. Instagram es un engaño [risas].

¿Y cómo fue desaparecer?

Yo soy muy sensato, sé cuando toca callar, cuando estar discreto, cuando dar un paso atrás. ¿Y qué hago? Quedarme en mi casa y estar con amigos estar con mi familia, pintar, escribir, leer mucho, pasear a mi perra e ir al súper con mi madre a comprar. Y ver la realidad, que la realidad no está en las redes, la realidad está en las calles y por 2.000 tuits de un país de 47 millones de españoles, como comprenderás.. A ver si bajamos un poquito a la realidad. Ahora quiero más hechos y menos opiniones.

La literatura siempre me ha salvado. De pequeñito, de una infancia complicada y ahora me ha salvado también.

¿La literatura ha sido para usted un refugio?

Siempre me ha salvado. De pequeñito me salvó de una infancia complicada y me ha salvado ahora también. Yo leo una barbaridad porque soy heredero de mis padres. Mi padre no leía, era un camionero sencillo, pero le gustaba que su hijo tuviera libros, me compraba todas las enciclopedias. Y mi madre ha sido muy lectora y yo he leído mucho. A mí seguir escribiendo me ha ayudado a vivir.

¿Hay mucho de este episodio en el libro Intimidad improvisada

Sí, porque esta es una recopilación de textos que ya había escrito en los últimos años y el inicio y el final es como me sentía esos días. De hecho el último capítulo se titula Prefiero la vida y refleja cómo me siento después de dimitir.

¿Cómo se sentía?

Un sentimiento de vértigo, de qué va a ser de ti, de hacia dónde vas a ir. ¿La vida cómo va a ser ahora? ¿Te leerán? ¿Tendrás trabajo? ¿Cómo va a ser después de haber sufrido algo tan convulso? Y sobre todo, incertidumbre. Dolor. Consciente de la injusticia. Pero... todo eso se gira y un día te das cuenta que tienes que estar más preocupado por tu madre, de los amigos y amigas... y dices: para. Vuelves a tocar tierra y a ser consciente de lo que merece la pena.

Sorprendió después su reaparición en los Goya. ¿Aprendió tras un tiempo de silencio a tomárselo con humor?

Es que me parece que no hay nada mejor en este país que el humor, y lo perdemos. ¡Qué mejor que yo para reírme de mí mismo y quitarle hierro! Me llamaron de la Academia, los guionistas, Buenafuente... Y al principio me daba un poco de pudor, vergüenza... Fue muy difícil salir a escena. Pero sentí que estaba respaldado por todos los actores. Me decían: “Max levanta la cabeza, sal ahí, nos ha pasado a mil, sal orgulloso de cómo eres”. Y aquel día me sentí feliz. Y me quité una buena mochila.

¿Sigue en contacto con Pedro Sánchez, ha vuelto a hablar con él?

Sí. Ayer estuve con la ministra de Justicia [Dolores Delgado] y nos abrazábamos y recordábamos la ilusión del primer día del Consejo de Ministros, cuando tomamos posesión. Y con Pedro, pues le felicité por las elecciones, por los resultados.

Sánchez ahora está envuelto en las negociaciones para intentar formar gobierno. ¿Cómo lo ve? Parece que vamos abocados a otras elecciones...

No creo.

¿Confía en que pueda haber un pacto de Gobierno?

El diálogo es necesario y también dejar que dialoguen. Está muy bien informar, pero se pone la lupa encima todo el rato. Creo que ya habrían dialogado si hubiera menos presión de todos sobre ellos. Por eso siempre insisto que somos responsables todos.

¿Cómo vería un posible pacto con Ciudadanos?

Si yo me quejo de que hay demasiadas opiniones, no quiero ser el que la dé porque creo que ya no importa, ni interesa y aportaría ruido y yo no quiero poner más ruido. Por eso dimití de una manera quirúrgica y ahora mis opiniones respecto a la política no son interesantes.

Estamos ahora mismo en la Semana del Orgullo. ¿Se ha visto alguna vez discriminado por ser gay?

[Duda] Yo te lo digo, pero no quiero victimizarme nada... A veces me comporto como anestesiado, porque como tengo miedo a qué va a poner luego arriba [en el titular], me he convertido en alguien anestesiado, como si estuviera todo el rato con la morfina puesta.

Pero sí, cuando salió todo, vi tal cantidad de mensajes homófobos, como “el maricón de la tele”, que sentí vergüenza de los que lo escribían. Y el tono también, porque a veces algunos no lo decían, pero el tono que utilizaban para hablar era de frivolidad. Se relaciona a buena parte del colectivo LGTBI con una parte frívola de la vida y esto es muy serio.

Estamos hablando de libertad, de ser como eres. No se puede dar un paso atrás ni podemos permitir un lenguaje soez, frívolo e insultante. No. Por eso tampoco quiero victimizarme. Pero claro que me he sentido tocado por esa caverna, que viene de la izquierda y de la derecha, ¿eh? Que luego al primero que va de moderno le sale el comentario homófobo y en contra de la diversidad. Esos me dan más miedo que uno de derechas.

Cuando salió todo, vi tal cantidad de mensajes homófobos, como "el maricón de la tele", que sentí vergüenza de los que lo escribían.

Inmerso en este nuevo proyecto televisivo, ¿tiene tiempo para seguir escribiendo?

Sí, siempre he tenido. De hecho, cuando trabajaba en informativos escribía por la mañana. Cuando trabajé con Ana Rosa escribía por la tarde. Yo siempre estoy escribiendo.

¿Es muy disciplinado?

Sí, supongo que ser hijo único y de un padre muy rígido me ha hecho mejor, porque me ha hecho ser muy responsable y muy rígido respecto a horarios de trabajo.

¿Le han abandonado las musas en alguna ocasión?

Jamás, porque las musas están en la calle. Las musas están yendo a un museo, por ejemplo. A mí me gusta mucho ir al de Sorolla. Y los valencianos somos muy de resurgir de nuestras cenizas y Sorolla, como valenciano, siempre aporta luz. Y mira, llevado a mi vida también creo que me ha salido el carácter valenciano de quemar falla y volver a renacer.

¿Qué libro está leyendo ahora?

Ayer terminé El verano muere joven de Mirko Sabatino, apasionante, brutal. Antes, el de la madre de Darío Fo, que no sabía que escribía, El País de las ranas. Dos días me dura cada uno. También Los felices días del verano, de Fulco di Verdura... No pensé que este joyero de Channel escribiera tan bien... Mira, prejuicios tenemos todos.

¿Qué libro le recomendarías a un ministro de Cultura que va a dejar el cargo en siete días?

El de Jorge Semprún, Federico Sánchez se despide de ustedes, libro en el que cuenta el episodio de su dimisión y cómo había sido ese tiempo en Cultura, de enredos de política, periodísticos, de conflictos con otros ministros, cómo fue la llegada a la Moncloa. Esa llegada de Jorge Semprún a Moncloa es maravillosa.

¿Lo releyó cuando dimitió?

Sí.

¿Se encontró en las páginas?

Me dijo Elvira Lindo que me lo releyera, que me iba a reconfortar. Y así fue. Es que Semprún... llegó a la política muy bien y se fue fatal. Así es a veces.

¿Qué siente más satisfactoria, su labor como periodista o como escritor?

Es complicado elegir pero la literatura la decido yo. Yo elijo el libro que voy a leer y lo que voy a escribir. Construyo mi decorado, elijo a mis invitados, elijo las palabras... Yo decido el mundo que quiero. Eso es muy gratificante.

¿Es como sentirse un poco dios?

Sí, cuando escribes eres dios. Eres tu pequeño dios en tu ordenador y con tu libreta.

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