Análisis

15 días de huelga de guionistas en Hollywood: causas y consecuencias de un paro sin visos de acabar

Miembros del Sindicato de Guionistas de Estados Unidos (WGA) se manifiestan ayer frente al edificio de Netflix, en Los Ángeles, California (EE.UU.)

Lorenzo Ayuso

Son ya dos semanas las que Hollywood permanece paralizado ante la huelga de sus guionistas. Una huelga que, además, no tiene visos de acabar a corto plazo, tal y como la Writers Guild of America (WGA) ha dejado claro. No acabará mientras no se cumplan unas demandas que, explican, resultan necesarias dado el cambio vertiginoso en las condiciones de la industria, y que los productores no parecen dispuestos a aceptar.

Desde hace dos semanas, se ha convertido en costumbre hablar de la huelga, de sus consecuencias directas en las producciones de cine y, especialmente en nuestro caso, en la televisión. Especialmente porque, de forma contraria a lo que puede pensarse, la labor de un guionista no acaba necesariamente una vez se da la primera claqueta, máxime si hablamos de producciones televisivas sujetas a planteamientos de largo recorrido, a análisis de audiencia y recepción, y a las propias casuísticas que pueden afectar a un rodaje.

Quizás la magnitud real de la protesta y las demandas no haya sido tan evidente como cuando ha comenzado a afectar a aquellas firmas capitales para entender la televisión reciente, como el reciente caso de David Simon. El creador de The Wire vio cancelado su contrato de larga duración con HBO después de 25 años en respuesta a la huelga. Una política, esta, que han seguido los grandes estudios en su conjunto, englobados bajo la Alianza de Productores de Cine y TV (Alliance of Motion Picture and Television Producers, AMPTP): Disney, Apple, Netflix, Amazon, Paramount, NBC, Warner Bros. Discovery y Sony han suspendido sus vínculos de trabajo y sueldo con los principales showrunners de Tinseltown.

El propio Simon recalca que no se trata ya de esos nombres, o de los trabajadores actuales que componen las mesas de guion, sino de proteger a las próximas generaciones de guionistas. Lo expone desde la experiencia de su larga carrera. “Cuando empecé en el negocio, una temporada de Homicidio suponía 30 semanas de trabajo. Podías vivir de eso [...] Ahora, hacen mini-salas de guion, te pagan tres semanas de salario, no te dan garantías: 'puede que hagamos la serie, puede que te contratemos o puede que no. Puede que ni encarguemos la serie... Pero no busques otro trabajo'. Y tienes que mantener una familia con eso. Es una locura”, expone el guionista.

Pero vayamos más allá para plantear las claves de lo que se demanda en detalle y los antecedentes.

Los ecos de los 100 días de huelga en 2007

La anterior huelga de guionistas data de noviembre de 2007 y se extendió durante 100 días, hasta febrero de 2008. Estuvo secundada por unas 12.000 personas y tuvo un efecto cifrado en 2.100 millones de dólares para la economía de la factoría audiovisual de California.

El reparto de beneficios del negocio del DVD, entonces boyante, fue uno de los ejes de la protesta, pues se reclamaba una justa compensación a los guionistas por las ventas de contenidos en formato doméstico. Pero no era lo único. El incipiente campo del streaming también implicaba no solo un desafío para la producción, sino que cambiaba las reglas del juego en cuanto a la difusión y amortización de contenidos. Por tanto también se pedía un cambio en la gestión de los derechos y remanentes surgidos de la transmisión bajo demanda.

Además, había otro punto relevante, que tenía que ver con las propias reglas de la industria del entretenimiento: la del reconocimiento de los guionistas de reality shows con las mismas condiciones que el resto, pues hasta entonces no entraban dentro de las competencias de la WGA. Todo ello afectó en televisión a una larga lista de series, que vieron reducido su número de episodios de manera notoria.

La falta de acuerdo tuvo un reflejo claro en la programación televisiva: con la producción paralizada, numerosas series vieron alterados sus planes para las temporadas en emisión, que tuvieron menos episodios o que tuvieron que adaptar sus tramas.

En casos como el de Héroes, el impacto se notó de forma drástica, y después del buen recibimiento a su primera tanda, la segunda, recortada a más de la mitad de entregas inició la deriva decadente de la serie. Otras ficciones como The Big Bang Theory (cuyo reparto llegó a creer que la comedia no superaría la situación y sería cancelada), Perdidos o Padre de familia también experimentaron un drástico recorte de entregas. Eso por no hablar de lo que ocurrió en el campo del largometraje, donde algunas importantes franquicias también notaron el efecto. Recordadas son las palabras de Daniel Craig, que dijo que la huelga “jodió” su segunda misión como James Bond, Quantum of Solace, en cuyo rodaje se vio obligado a reescribir él mismo las escenas junto al director, Marc Forster.

Algo más de tres meses después llegaron a un entendimiento y la situación acabó normalizándose. A partir de ahí avanzamos hasta nuestros días; en el transcurso, sin embargo, la industria ha ido evolucionando, siguiendo las claves de lo que se había entrevisto. Por un lado, los estudios empezaron a apostar por amortizar al máximo sus grandes propiedades intelectuales, concentrando progresivamente sus apuestas, lo que en cine ha derivado en buena medida en la desaparición de lo que venía a conocerse como la producción de clase media.

Eso, sumado al auge de las plataformas liderado por Netflix, también hizo que la industria del entretenimiento fuese virando hacia el streaming, que aparentaba dar más oportunidades y surtir de mayor oferta. O visto de otro modo, una mayor necesidad de contenidos.

De las 'mini rooms' a la IA, razones para el descontento

15 años después, nos plantamos en las negociaciones del nuevo convenio colectivo, el que ha enfrentado a la WGA y a la AMPTP, de cara al vencimiento del anterior, el 1 de mayo, y que tiene tres áreas principales de acción: cine, series y formatos de variedades. El sindicato de guionistas tenía 14 exigencias básicas para los contratadores, que solo estaban dispuestos a aceptar la mitad de ellas. El grueso de las rechazadas se centran en las compensaciones a los guionistas en materia de remuneraciones y pagos remanentes (los llamados residuals) que surgen cada vez que se emite o se consume una serie, película o programa de entretenimiento en el que los guionistas hubieran tenido participación.

Los guionistas no exigen otra cosa que una estandarización de estos ratios, que sean equivalentes independientemente de que las películas que hayan escrito se estrenen en salas de cine o si van directas a streaming; y una subida del sueldo mínimo para los profesionales por semana. Pero también, y esto entronca con lo que explicaba Simon: asegurar salarios apropiados para los guionistas de series de televisión, salarios que incluyan el proceso completo de producción, preproducción, rodaje y postproducción. Algo que tiene que ver con las nuevas tendencias de contratación para desarrollos embrionarios.

Es el fenómeno de las mini rooms. “Lo único mini de estas mesas de guion son las pagas”, publicaba Indiewire a comienzos de abril, cuando el fantasma del paro acechaba a Hollywood. “Muchos de mis colegas experimentan problemas cada vez mayores para lograr tener un año de trabajo”, declaraba un guionista no identificado pero con larga experiencia en la industria. “Estoy en una mini room ahora mismo por primera vez en mi carrera. Estoy haciendo absolutamente todo el trabajo que haría en una mesa definitiva de guion, y se me paga una pequeña fracción de mi salario normal”.

Ese mismo guionista explicaba la pretensión del sindicato: “Quiero ver nuestro salario incrementar en la proporción en que crece la industria”. Dicho de otro modo, se considera que los estudios aumentan sus beneficios de manera continuada, e incluso lo demuestran (Fox, por ejemplo, ha acometido una renovación de las instalaciones de su estadio por valor de 1.500 millones de dólares) mientras que, a la hora de negociar con los guionistas sus cachés, se excusan en la situación cambiante del negocio. No olvidemos que la burbuja del streaming terminó de explotar en 2022 y exigió que el abanderado del sector, Netflix, reevaluara su modelo de negocio; Disney continúa por segundo trimestre con pérdidas en su división de streaming, mientras Warner Bros Discovery ha dejado atrás un año de recortes masivos para mantener su viabilidad.

Eso afecta a los estratos de trabajadores, no a las cúpulas: “Vemos lo que estáis pagando a los CEO, vemos los presupuestos que pagáis. ¡Lo estáis hinchando!”.

George RR Martin, a la postre creador de Juego de tronos y del imperio que sustenta en buena medida el negocio actual de WBD, lo explica en estos términos: “Las mini rooms son abominaciones, y la negativa de la AMPTP a pagar a los guionistas para seguir en sus series durante la producción no solo es errónea, sino que demuestra que son cortos de vista”. El novelista lo tiene claro: un guionista ha de formar parte del proceso complejo, lo que incluye también la labor de reescrituras y supervisión del texto durante el rodaje, en caso de que sean necesarios cambios: “Es parte del trabajo, por el que tienen que pagarnos, no es turismo”, dice sobre la presencia de escritores en los sets. El ejemplo de Quantum of Solace lo deja claro.

Por otro lado, los guionistas exigen fortalecer la regularización sobre el material producido por Inteligencia Artificial. La petición se añadió en el último momento al listado, donde se incluyen otros asuntos relativos a condiciones de los trabajadores, como el aumento de vigilancia y control en situaciones de discriminación y acoso, y en materia de protección laboral, con un aumento de las contribuciones a los seguros médicos y planes de pensiones. No obstante, el auge de esta tecnología implica también la posibilidad de su uso sistemático, y explica que se haya tornado clave en la negociación.

“Los guionistas estamos preocupados de que nuestros guiones puedan alimentar a estos sistemas para generar otros guiones, tratamientos e ideas”, explicaba un miembro del sindicato a CNN. De acuerdo a los productores, un guionista es una persona física, pero el material de una IA de acuerdo a los parámetros sindicales no puede concretarse y por tanto no tendría forma de reconocerse en los créditos. Además, recalcan, “el material de las IA no puede tener copyright”. “Es algo que requiere de un mayor debate, que estamos comprometidos a hacer”, aseguraba un portavoz de la patronal.

De acuerdo a los guionistas, esta apertura no era tal. Tras semanas de negociaciones, y en vistas de una falta de acuerdo, los afiliados del sindicato de guionistas se pronunciaron en las urnas a favor de la huelga, con un seguimiento mayoritario, cifrado en el 97,85%. El elevado porcentaje de participación (78,89%, 9.218 miembros del sindicato) supuso un récord y una declaración de intenciones. “Los estudios nos han fallado a la hora de ofrecer respuestas claras en materias económicas básicas”, afirmaban los representantes del gremio, que acusaban a los productores de haber hecho “pequeños movimientos en un par de áreas, a la par que se replegaban en otras de tal forma que compensaban cualquier posible victoria nuestra”.

“En resumen, han demostrado que no tienen intención de abordar nuestros problemas”. Los productores negaron la mayor y aseguraron que la huelga formaba parte del plan de los guionistas desde el principio. Una huelga que parecía entonces inevitable, como se confirmó el 1 de mayo con la movilización de más de 11.000 trabajadores.

Efectos y consecuencias de la huelga

Como ya ocurriera en 2007, los primeros en notar los efectos de la huelga fueron los talk shows en antenaThe Late Show with Stephen ColbertJimmy Kimmel Live y The Tonight Show Starring Jimmy Fallon fueron los primeros en acordar el cese de sus emisiones con efecto inmediato. A ellos les siguieron Late Night with Seth Meyers y The Daily Show, Real Time with Bill MaherLast Week Tonigh with John Oliver y el mítico Saturday Night Live, que paró su emisión a partir de ese mismo sábado, día 6 de mayo. Las reposiciones comenzaron a ser la norma.

Entre tanto, comenzaron a llegar los primeros apoyos. Seth Meyers fue uno de los primeros en secundar los paros, defendiendo “el derecho a una compensación justa”. Poco después se conoció que el presentador costearía de su bolsillo parte del salario de los trabajadores de su programa, a los que NBC solo cubría las dos primeras semanas de pago. Lo mismo hizo Jimmy Fallon, aunque en su caso de una forma algo más cuestionada: una de las trabajadores del Tonight Show, Sarah Kobos, afeó públicamente al showman por no haber estado presente en la reunión del equipo de su formato con la cadena, en la que se les comunicó el impacto en sus sueldos y en sus seguros médicos.

Un día después, Fallon (que, conviene decir, también se manifestó a favor de la huelga) tomó similar determinación que Meyers, aunque hay quien lo consideraba una respuesta ante la presión pública y no un acto voluntario. De igual modo, y de acuerdo a Indiewire, otros veteranos de como Jimmy Kimmel o Stephen Colbert prometieron obrar de igual modo en caso de que la huelga continuara y sus programas no se emitieran. Se repite así la situación de 2007, cuando Kimmel y otros ahora ausentes de la televisión como Conan O'Brien o Jay Leno cubrieron estos gastos.

Dejando a un lado el entretenimiento, la ficción es el campo donde los efectos no solo se han notado de una manera más clara a nivel internacional, sino con consecuencias prolongadas.

La lista de series que han suspendido el trabajo indefinidamente crece a diario, e incluye títulos de relieve como Stranger Things y Cobra Kai, ambas de Netflix, y con sus temporadas finales por rodar; Daredevil: Born Again, recuperación ahora en Disney+ de la historia del justiciero de Marvel interpretado por Charlie Cox; la aclamada Yellowjackets, con la temporada 3 en marcha en Showtime; la triunfadora de los Emmy Colegio Abbott, con la grabación de la temporada 3 en barbecho; o Andor, cuya segunda temporada estaba en producción. La segunda temporada de The Last of Us se verá previsiblemente retrasada, de igual modo, tras haber tratado de avanzar en el proceso de casting reutilizando material de los videojuegos para las separatas de las audiciones.

Mencionábamos antes a George RR Martin, artífice de Canción de hielo y fuego, y lo cierto es que el universo televisivo de Juego de tronos ha planteado un revelador enfoque a la situación. Mientras el literato, firme defensor de la huelga, avisó de que el siguiente spin-off de su saga, El caballero de los Siete Reinos: El Caballero Errante, abría paréntesis, HBO se lanzó a tranquilizar a sus espectadores y a asegurar que La casa del dragón saldría indemne de la huelga: el rodaje se había iniciado en abril, en Reino Unido, y lo había hecho con los guiones de las ocho nuevas entregas ya entregados. Ahora bien, la plataforma no especifica qué pasará con otra de las labores de los guionistas, la de reescritura en caso de que sea necesario durante el transcurso de las grabaciones: ningún guionista podrá asumir esa tarea mientras el paro continúe.

El señor de los anillos: Los anillos de Poder ha planteado una similar tesitura. De hecho como La casa del dragón, también se rueda fuera de Estados Unidos, en suelo británico. Ahora bien, la huelga también tiene su efecto a nivel transfronterizo, para aquellos escritores radicados en Reino Unido afiliados al sindicato americano: el Sindicato de Guionistas de Gran Bretaña instó a sus miembros con filiación a la WGA que detengan su trabajo en todos aquellos proyectos que estén en el ámbito de esta última.

Y ante ese bloqueo, la reacción de las majors, HBO incluida, ha sido la de cortar lazos con los grandes guionistas estadounidenses, cancelando los contratos de desarrollo de proyectos y de larga duración que tenían firmados con profesionales destacados. El ejemplo más vistoso ha sido el de David Simon. El responsable de haber dado la pátina de prestigio al canal de cable, con The Wire, Generation Kill, Treme, The Deuce, La conjura contra América y La ciudad es nuestra ha visto cortada su vinculación con la compañía de Warner Bros Discovery después de 25 años de trabajo.

Como en su caso, los estudios que se engloban dentro de la alianza de productores iniciaron las comunicaciones de suspensión de sueldo entre el jueves 4 y viernes 5. En el caso de la comunicación de Warner Bros Discovery, en su texto se percibía lo enquistado del conflicto: “Creemos que ciertos servicios, como participar en el proceso de casting y/o contribuir a la producción no escrita y el trabajo de postproducción, son ejemplos claros de servicios no requeridos por el Sindicato de Guionistas de Estados Unidos que deben continuar prestándose durante este tiempo”.

Se referían a los trabajos de los showrunners, encargados de supervisar la producción en conjunto, siempre atendiendo a los parámetros creativos planteados desde la sala de guion. Así, la respuesta de la WGA fue tajante: “No existe trabajo que no implique escritura”.

Así las cosas, parece claro que el final de la huelga aún está lejos, ya que The New York Times afirma que los guionistas continuarán el paro “el tiempo que sea necesario”. “Esta semana nos ha demostrado lo comprometidos que están los guionistas. Seguirán hasta que algo cambie porque no pueden permitirse el lujo de no hacerlo”, declaró Chris Keyser, uno de los representantes del gremio en la negociación. Por de pronto, en 2007 fueron 100 días de huelga; la anterior, de 1988, fue de 153; en 1960, de 146 días. De momento, son 15 días los de la huelga de 2023. Hay mucho por escribir todavía sobre ella.

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