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Joaquín Reyes se transformó en el comisario Villarejo: “Organizar las cloacas del Estado es un follón”

Joaquín Reyes caracterizado cual comisario Villarejo, en 'El Intermedio'

Paula Hergar

Joaquín Reyes volvió a El Intermedio con una nueva entrega de sus “Zanguangos” para la que se metió en la piel del comisario Villarejo. “Anda, si me pilláis trabajando”, dice sorprendido al inicio de su sketch en el que le vemos con un vaso entre la pared y su oído para escuchar conversaciones de la habitación del lado.

“Soy José Manuel Villarejo Pérez, comisario jubilado de la policía, empresario y el hombre que conoce los secretos más oscuros del Estado. Aunque de tanto estar en las cloacas me gusta que me llamen el quinto de las tortugas Ninja”, dice para su presentación mirando a cámara y luciendo las gafas de sol y la boina característicos del original.

Seguidamente, le vemos en la cárcel, entre tuberías, un cenicero con cigarros aún encendidos y una grabadora: “Toda mi vida en la policía para terminar aquí, en el maco. Menuda injusticia, con lo que he hecho por España y estoy aquí por dar exclusivas a la prensa. Lo hace Iñaki Gabilondo y es libertad de información, lo hago yo - que es verdad que lo hice para lucrarme- y resulta que es delito, tócate...” reflexiona.

“Gracias a mí os habéis enterado de movidas muy tochas. Lo del ático de Ignacio González, que os di más fotos que el Idealista, la guerra sucia en Catalunya, los líos de faldas del emérito, lo del Pequeño Nicolás (...) He trabajado para todos los gobiernos: Aznar, Zapatero, González, Rajoy... todos. Un saludo, a ver si hacemos una quedada para un complot o una pachanga, lo que queráis. A mí me da igual rojos que azules porque soy un servidor del estado y daltónico”, dice entre risas.

Y se sitúa en un sótano plagado de archivadores: “Organizar las cloacas del Estado es un follón. Si os agobiais con el cambio de armario imaginad esto (...) Sigo dando el callo incluso dentro de la cárcel. No os podéis imaginar lo que cansa espiar: poner micrófonos en todos lados, persecuciones, arrastrarse por el conducto del aire acondicionado, agujeritos en los periódicos... muchísimo trajín”.

Además de sus confesiones, el Villarejo de Reyes también aparece en un banco de un parque donde se intenta quitar la boina que se compró en el 86, rebobinando un casette donde guarda investigaciones de los 80 y 90 y hasta cantando y bailando el “escándalo” de Raphael.

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