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'Juego de tronos': 6 motivos por los que ya la echamos de menos

Juego de tronos: Bran de viaje

Marcos Méndez

Aunque no lo parezca, apenas han pasado dos semanas desde el final definitivo de Juego de Tronos. Catorce días en los que se han seguido generando noticias, reacciones y rumores, y en los que también ha dado tiempo para empezar a echar de menos a la serie.

No hay duda de que HBO logró convertir a su ficción en un verdadero fenómeno mundial. Y más allá de la pena por saber que nunca más seguiremos las aventuras de Daenerys, Jon, Arya, Tyrion, Cersei Sansa y compañía, hay otros motivos por los que Juego de Tronos ha dejado huella.

1) Llevar al género fantástico a lo más alto

La historia de la televisión, y del cine, están llenas de ejemplos en los que series o películas de ciencia ficción logran ser verdaderos fenómenos de masas. Pero aún así, los galardones y reconocimientos siempre han sido más proclives a premiar a dramas realistas y biopics.

Juego de Tronos no ha sido la primera serie fantástica en aunar éxito entre el público y también ser premiada por la crítica. Pero sin duda ha supuesto un antes y un después en la trayectoria de la ciencia ficción en la pequeña pantalla. 47 Emmys (récord), 5 Premios SAG, récords Guiness, el Globo de Oro de Peter Dinklage, y hasta el reconocimiento a los guiones de sus primeras temporadas como los mejores de la industria por el Sindicato de Guionistas de Estados Unidos. Son sólo algunos ejemplos.

Los “reparos” que la industria audiovisual pudiera tener con el género fantástico, y que también padeció la trilogía de El Señor de los anillos hasta lograr que Hollywood se rindiera con su tercera entrega, han sido olvidados. Y Juego de Tronos tiene buena parte de la culpa.

2) Poner en valor a España como plató

La relevancia de la serie de HBO ha afectado positivamente a muchos ámbitos de la industria audiovisual. A nivel “local”, ha contribuido enormemente a situar a España en el mapa de los países preferidos por Hollywood para localizar sus series. Rocadragón, Dorne, la Arena de Meereen, el Mar Dothraki, la Torre de la Alegría y las Islas del Hierro, entre otros cuantos, eran en realidad España.

Por supuesto el turismo nacional ha salido beneficiado, pero la propia serie también. Los Gobiernos autonómicos y el central han procurado “atraer” a este tipo de superproducciones mediante incentivos fiscales, aunque como explicaron diferentes directivos y productores cuando visitamos Osuna por la serie, son “insuficientes estas ayudas que, al no estar al nivel de las de otros países, hacen que perdamos oportunidades de inversión a largo plazo”.

Por esa razón producciones como la nueva de Terminator iban a grabarse íntegras en nuestro país, pero al conocer las cifras sólo se quedaron para algunas escenas. Y pese a todo, España ha seguido recibiendo rodajes como los de 'MotherFatherSon' (de Richard Gere para BBC), Penny Dreadful, El Infiltrado (de Hugh Laurie), e incluso Doctor Who.

3) En pleno foco mediático sin emitirse en abierto

Sin salir de esa clave más “local” al referirnos a España, no es nada habitual que una serie no emitida por una cadena generalista logre tal nivel de seguimiento y repercusión como Juego de Tronos. De hecho, quizás sólo The Walking Dead lo había logrado, y ni mucho menos al mismo nivel que la de HBO.

Hay muchos factores, pero la serie ha superado hasta los negativos. Porque no emitirse en abierto jugaba en su contra, y no importó ni que al principio se viese fugazmente en Antena 3, ni luego en Movistar, ni que al final se sumase HBO. Derribó esa barrera. Juego de Tronos es una de las series que ha hecho que el espectador vaya a por ella, la persiga para verla, y no la espere.

Su modo de emisión es también otro factor a tener en cuenta. Plataformas como Netflix lanzan “de golpe” sus producciones, y logran un impacto brutal, pero con efecto gaseosa. La española Élite es un buen ejemplo de cómo una ficción puede ser un fenómeno mundial, pero durar un mes. Con la emisión semana a semana, HBO ha logrado que la “bola” de Juego de Tronos hasta alcanzar dimensiones desconocidas hasta ahora, sumando audiencia y también repercusión.

4) Quizás la última serie que hayamos visto “juntos”

Su forma de emisión fue clave para que Juego de Tronos lograse ir expandiendo su fenómeno por todo el mundo. La serie logró convertir en un evento cada uno de sus capítulos, especialmente en su octava y última temporada que llegó tras una larga pausa de un año y medio sumida en el mayor de los secretismos (y que provocó la mayor de las expectaciones).

Sus millones de fans han seguido “en directo” cada uno de sus episodios, dando igual si era en prime time como en Estados Unidos, o a las 4 de la madrugada como en España. El miedo a los spoilers ganaba al sueño, y por eso la serie ha sido probablemente la última experiencia colectiva de ver un producto televisivo juntos.

La industria ahora parece más proclive a lanzar al completo las temporadas de las series. Un movimiento abanderado por Netflix, pero que también siguen otras plataformas. HBO conjuga con éxito la visión de televisión lineal al estrenar semana a semana con su expansión global como plataforma, y está logrando un efecto similar (en menor medida) con Chernobyl, cuya “bola” también ha crecido capítulo a capítulo.

5) La rica transversalidad de su target

Esa comunión de la televisión tradicional y el sistema de plataformas es la base también para que Juego de Tronos haya llegado a todos los perfiles de audiencia. Porque durante décadas, las cadenas han repetido como un mantra que hacen series “para todos los públicos”, que es la única forma de alcanzar buenas audiencias.

Las plataformas han permitido, y es de agradecer, que pueda haber series más “de nicho”, dirigidas a un público concreto sin importar su menor seguimiento. Juego de Tronos ha sabido jugar con las dos concepciones para crear una ficción con momentos muy especializados, pero que hemos podido ver todos.

Los niños se han convertido en seguidores de Kahl Drogo por su fiereza, o de las batallas de Daenerys y Jon. Y al mismo tiempo han podido comentarlo con los jóvenes, con sus padres, y hasta con sus abuelos. Por lograr, Juego de Tronos hasta ha logrado que se conozca a la “abuela de dragones” y que sus vídeos se esperasen con las mismas ganas que el capítulo (o casi). Ha dado igual edad, nivel social o cultural, países... todos hemos visto la serie al unísono. Quizás por última vez.

6) Ha creado estrellas de televisión, sin saltar al cine

Las grandes superproducciones, como esta, a menudo sienten el impulso de formar un reparto de estrellas para garantizarse la atención del público y lograr audiencia. Sin embargo, Juego de Tronos apostó por rostros desconocidos, o casi desconocidos, y ha acabado convirtiéndolos en verdaderas estrellas.

Emilia Clarke sólo había hecho un corto e intervenido en un capítulo de una serie. Kit Harington, ni tan siquiera eso. Maisie Williams y Sophie Turner eran niñas debutantes. Y sólo Peter Dinklage, Lena Headey, Nikolaj Coster-Waldau y el fugaz Sean Bean tenían ya bagaje profesional, aunque más modesto.

Como es lógico, el éxito de la serie repercutió no sólo en la fama de sus intérpretes. Acabaron estando entre los actores mejor pagados de la televisión, y ahora forman parte e incluso encabezan proyectos de Hollywood. Al mismo tiempo, Juego de Tronos logró que su elenco se mantuviese hasta el final, sin sufrir ninguna baja que podría haber marcado la serie salvo la de Ed Skrein, que dejó su papel como Dario Naharis para sumarse al elenco de Transporter Legacy y fue sustituido por Michiel Huisman.

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