Crítica Vertele

'La Mesa del Coronel' llegó a Cuatro como la asignatura compleja pero obligatoria del curso

'La Mesa del Coronel' llegó a Cuatro como la asignatura compleja del curso pero obligatoria

Paula Hergar

Llegará un momento en que la gente no se rebele.

No levantarán los ojos de las pantallas el tiempo suficiente

como para darse cuenta de lo que está sucediendo.

George Orwell.

Con esta frase se ha estrenado La mesa del Coronel, la nueva apuesta de Cuatro, de Íker Jiménez y Carmen Porter por hacer reflexionar desde la televisión a una audiencia con ganas de saber.

Porque eso es en lo que se ha convertido esta entrega, en casi una primera clase de una “nueva asignatura” del curso televisivo con una atractiva declaración de intenciones: hablar de forma rigurosa sobre temas que afectan a todos aunque no solemos prestarles atención.

Con un correcto Pedro Baños - primer militar que presenta un programa-, la participación de expertos y una minuciosa postproducción, el programa se ha convertido en segundo TT de la noche logrando que el público debatiera en redes sobre los peligros del teléfono móvil.

Un programa que no se parece a nada, ¿o quizá sí?

Aunque minutos antes del estreno, Íker Jiménez aparecía en pantalla asegurando que lo que íbamos a ver era un espacio “pionero” que no se “parecía a nada”, la realidad es que la puesta en escena y el formato bien podría ser un spin off de Cuarto Milenio (y lo es de alguna manera).

Pero más allá del continente, el contenido ha invitado a la reflexión desde esa primera frase de Orwell y hasta la última de Baños. Los expertos han ido exponiendo sus estudiados argumentos por los que cada vez estamos más vigilados, por los que vendemos nuestra intimidad sin saber que cuando algo es gratis es porque el producto somos nosotros, y por los que hemos metido al espía en nuestro bolsillo.

Los impagables colaboradores, reportajes ilustrativos y ejemplos claros han transmitido a la audiencia casi la misma tensión que si hubiera visto un thriller.

Pedro Baños, correcto con una cuenta pendiente

Para Pedro Baños también era casi un examen esta primera entrega. Convertido en el primer militar que presenta un programa, se le veía aún algo hierático en una mesa que a medida que se fue llenando de expertos le hizo sentirse más relajado.

Un moderador correcto, repartiendo el turno de palabra y dejando que se explayen los tertulianos que daban el contrapunto a los argumentos.

Baños sabe de lo que habla. Ahora solo le falta dotar al programa de esa personalidad propia que tiene Íker y que es tan necesaria para estos formatos intimistas.

A mejorar: la complejidad y el pesimismo

La mesa del coronel se convierte así en una nueva asignatura pero de las complejas. De las que solo los alumnos más aventajados pueden captar al vuelo. Quizá el lenguaje utilizado (sotfware preinstalados, big data, algoritmo, filtro burbuja...) no sea para todos los públicos y eso frene el seguimiento de muchos espectadores.

Como también faltarían pinceladas de optimismo dentro del mundo catastrófico que presentaron: con aspiradoras que venden nuestro peso, muñecas que nos graban, coches hackeables, cepillos dentales que saben la frecuencia de nuestra higiene bucal y hasta colchones que durmiendo nos venden como público objetivo.

Y aunque todo mejoraría con momentos de esperanza entre tanto desasosiego, la invitación final para la reflexión puede ser uno de los mejores leitmotiv de la temporada: “No dejen nunca que nadie piense por ustedes”.

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