Opinión

'Mujeres y Hombres y...Jorge Javier Vázquez', la justicia divina del corazón en TV

Desde que Mujeres y Hombres y Viceversa se estrenara en 2008, fueron muchas las voces que pedían un “trono gay” como el que hace años incluyeron en Uomini e donne, la versión italiana. Pero no fue hasta el pasado 11 de febrero -tras 12 años de espera- cuando se anunció que llegaría el primero y el protagonista sería nada más y nada menos que Jorge Javier Vázquez.

El presentador estrella de Mediaset. De los pocos conductores del país capaces de mantener directos de cuatro horas, atendiendo al pinganillo, a la vez que interactúa en plató, siguiendo los tiempos de la conexión y saliendo airoso de un cue al que además le añade espontaneidad. El showman por excelencia cambiaba su rol por completo para sentarse y encontrar el amor.

“Vale, no soy nadie” decía en uno de sus primeros encuentros ante sus pretendientes, cuando le preguntaron qué le gustaba o dejaba de gustar, y él mismo entraba en conflicto a la hora de reconocerse, hasta que acababa entregándose a su nuevo papel. “Voy a empezar de cero” decía refiriéndose a quitarse los prejuicios en el amor, pero también (quizás sin saberlo) a apartar sus manías como presentador y dejarse ser “presentado”.

Un cambio de rol inédito en nuestra televisión, que pocos creíamos que podía encajar y que, sin embargo, está sorprendiendo al mostrar una faceta de un Jorge Javier Vázquez del que pensábamos saberlo todo y estábamos equivocados. El primero, él mismo.

Cambio de rol y de “careta”

Justo este año se cumplen dos décadas del estreno como presentador de Jorge Javier Vázquez en nuestra televisión. Lo hacía en Rumore, Rumore junto a Francine Gálvez en Antena 3. Veinte años después sigue ejerciendo el mismo trabajo bajo la mirada de unos espectadores que le hemos visto crecer profesionalmente hasta llegar a lo más alto.

Pero la realidad es que solo hemos conocido esa evolución de forma profesional, ya que la personal la ha escondido siempre con un escudo de hielo. “Soy un fiordo” suele repetir en el dating de Cuatro, confirmando que solo ha mostrado las migajas de la intimidad que él ha querido contar. Y, sobre todo, siempre contándolas desde el humor y quitándole hierro a cualquier sentimiento que pudiera romperle.

Lo que no sabía es que sentarse en el trono iba a exigirle derribar sus corazas y narrar esas intimidades, descongelar su muro de hielo y pasar de entrevistar a entrevistado. Porque para buscar el amor uno debe abrirse, debe dejarse conocer y hablar, no solo preguntar. Algo que podría haber esquivado si no le hubieran gustado los pretendientes pero… le han gustado.

Esa química inesperada ha provocado que, por primera vez, Jorge Javier empiece a derrumbar toda la imagen construida para dar paso a otra en la que le vemos vergonzoso, tímido, reconociendo que no disfrutó de su juventud, que la sombra de su padre fue muy alargada, que antes hacía lo que podía y ahora lo que quiere, y que cuando alguien le interesa tiene las mismas inseguridades que cualquier mortal frente a alguien que le gusta.

La justicia divina que le debía a la TV

Pero como “nuevo” mortal para los espectadores, estamos descubriendo lo mejor y lo peor de su mundo. Su éxito profesional hace que constantemente se pregunte si vienen a por él o a por su fama. También Jesús Vázquez confesó que era lo más complicado de discernir para ellos.

Incluso los propios espectadores dudamos constantemente de ello cuando se presenta un pretendiente. Por lo que se añade el ingrediente de querer advertirle al catalán de quién tiene delante. Ahora queremos protegerle, ahora le vemos más indefenso. Ahora es un “concursante” sin ese halo de presentador invicto que hasta ahora le arropó.

Es curioso estar viendo en directo lo que muchas revistas pagarían por fotografiar: el enamoramiento de Jorge Javier Vázquez de otro hombre. En otra situación, los medios perseguirían al presentador por las calles si le pillaran en una cita, le fotografiarían junto a su “nuevo amor” y especularían sobre la relación. Pero es que, quizás, era de justicia divina que el Rey de Corazones, acabara enseñándonos el suyo en un programa de televisión.

El aire nuevo (aunque tardío) para el dating

Apostar por Jorge Javier Vázquez para el primer trono gay no solo está ayudándole a conocer el amor y a los espectadores a enamorarse de él, sino que ha logrado que el foco esté tan puesto en el soltero VIP que ha pasado a un segundo plano el género de sus pretendientes. “Estoy muy contento de haber aceptado esta oportunidad” confesó el primer día de su trono al notarse ilusionado ante lo que era un nuevo reto para él en televisión.

Sin saberlo, la presencia del de Badalona ha normalizado que hayan hombres pretendiéndole. Con Jorge Javier como padrino no ha sido una sorpresa verle en citas de su mismo género. Por lo que, sin planearlo, ha allanado el camino a los próximos tronistas gays.

Lo esperado a estas alturas, pero al haber sido tan reticentes a probar esta opción, muchos podían pensar que la audiencia se llevaría las manos a la cabeza y no ha sido así. Tampoco ha variado los datos de share, porque quizás la apuesta ha llegado algo tardía, cuando el espacio ya vivió sus mejores momentos. Aún así, el trono de Vázquez ha sido un acierto para él, para el programa y para sus espectadores.

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