El contracronicOTe de 'Las Lauras'

Gala 10 de 'OT 2020': la jungla de la “novena maravilla”

Nia, en la gala 10 de 'OT 2020'

Laura García Higueras / Laura Pérez

Sabíamos que esta iba a ser una gala... diferente. Apenas unas horas antes de que empezara lo ratificamos aún más. El Telediario 1 mostró el nuevo plató de OT 2020, reconvertido en una selva. Después nos enteramos de que cada semana la temática va a cambiar, y pensamos que esta fantasía solo acaba de empezar. Impactadas, nos rendimos a la nueva normalidad de la jungla.

La noche empieza con la grupal y vemos el vídeo -uno de tantos- que Nia, Bruno, Anaju, Hugo, Gèrard, Samantha, Flavio, Maialen y Eva grabaron en sus casas durante la cuarentena cantando Sonrisa. Con el estribillo son ellos mismos quienes la interpretan, por fin, sobre el escenario. Las plantas también aparecen y no tardamos en recordar que el público de esta edición no se estaba entregando como merece desde los fosos. Quién quiere a un soso dando tres palmas pudiendo tener un fiel ficus como fan. Quizás las nuevas inquilinas animen más a los triunfitos.

El siguiente es Roberto Leal, que viene a dejar los deberes hechos tras mudarse a Pasapalabra y asegura que el programa “tiene que acabar a la altura de sus concursantes”. Él también está más solo en el plató, un presentador empático y cercano donde los haya, que esta noche va a tener que estar a dos metros de distancia de los cantantes. Pero da igual. Roberto sería capaz de levantar hasta una gala en plena Guerra Mundial.

Y sorpresa, los asistentes virtuales a la sala se han convertido en la mejor decoración posible. Consiguen que haya mucho color en el plató -y que recuerde a Matrix. No tardamos en odiarnos por no habernos apuntado y una parte de nosotras llora porque, inmersas en la fase 0 madrileña, tampoco estamos compartiendo sofá (ni pizza).

El jurado cumple las normas de prevención y, cual clase de castigados del colegio, con sus pupitres bien separados para que no puedan chivarse, copiarse ni distraerse, arrancan sonrientes su papelón. Pero bueno, vamos con las actuaciones, que a este paso se nos va a olvidar que este es un talent musical. Nos gusta la puesta en escena de Hugo, que ha vuelto a elegir divinamente su canción de nominado, y nos encantan las verjas que acompañan a Gèrard. Recuerdan a las que encerraron a María -ahora Escarmiento- en Amorforda en OT 2018, pero aquí sin berridos. Los dos nos convencen, aunque desangela que no vaya ningún familiar a contarles lo bien que lo han hecho y lo estupendos que son.

Escuchamos aplausos enlatados, que resulta que son del publico virtual que los han mandado para que los pongan en la gala, pero entran a veces sí a veces no, y no sabemos si los triunfitos los oyen en el plató. Se hace raro pero... no nos engañemos, ahora todo lo es. Igual que la cena de Flavio y Samantha en la Academia, que apuntaba romántica a la luz de las velas, y tornó en “guarra”. ¿Acaso se puede conquistar a alguien batallando contra una hamburguesa? Suerte que su flechazo pasó hace mucho tiempo.

¡Ojo! Roberto adelanta que va a bailar. Lo dio todo con Miriam (OT 2017) y I wanna dance with somebody, pero es que esta noche coge y se lanza con Quimbara y Nia. Pensábamos que no podíamos ser más fans suyas, pero sí. Ella por supuesto lo clava, rodeada de bailarines con mascarilla que, aunque al principio nos extraña, se acaba convirtiendo en un elemento más de la gala. Y de paso, nos representa.

En medio del subidón aparece Jesús Rendón, que se declara a la canaria, a la que llama “la novena maravilla” después de leer un poema a sus compañeros.

Pasamos un poquito de vergüencita pero, en tiempos de distanciamiento, confinamiento y normativas... ¡que viva el amor! Bruno le ha regalado un colgante a Maialen y todavía nos faltaba el reencuentro -si es que se puede llamar así- entre Anne y Gèrard, cuya llama sigue vivita y coleante. “Parece que estoy oficiando algo”, reconoce Leal cuando les entrevista. Y ojo, que Eva también se ha echado ligue, y le manda un mensaje el mismísimo hijo de Stevie Wonder. Si esto no es aprovechar la cuarentena, que venga Cupido y lo vea.

Samantha, que reivindica a Fernando Simón como “un señor majísimo”, luego no nos convence nada con Sueños rotos, y mucho menos su vestido/esponja. Natalia Jiménez, intérprete original del tema la anima y da las gracias. Pero eso sí, el marrón de nominarla, que lo coma luego otro.

Bruno sí que nos gusta con A las nueve, que incluye a sus compañeras en la puesta en escena, y acierta. Anaju nos sorprende con Man Down, Eva recuerda a la de la gala 0 con Part time lover, pero con quien nos rendimos es con Maialen. En los vídeos de la semana confiesa que Sargento de hierro, de Morgan, le recuerda a su abuelo. A partir de ahí, su entrega, emoción medida, interpretación, todo, nos rompe. ¡Finalista ya, por favor! El jurado le reconoce que ha sido la única actuación, junto Run the World de Nia, con la que los cuatro se han levantado a aplaudir. Solo queda Flavio, que nos deja más frías con Human.

Gèrard, que venía de llorar desconsolado tras la canción de la navarra, es el expulsado. Nos ahoga el silencio cuando Roberto pronuncia su nombre -una musiquita por favor-, y se marcha. Ya no se elige favorito, por lo que la remontada emocional de la gala se hace más cuesta arriba. A estas alturas Leal ya ha bromeado con los memes que deben estar haciendo sobre él. “Me podéis poner de Indiana Jones, de velociraptor”, se aventura a pedir.

Por lo que sin medias tintas, vamos a las nominaciones, con unos jueces muy correctos. Hugo, Nia, Maialen y -aquí teníamos más dudas- Anaju son los cuatro elegidos para cruzar la pasarela. Los profes se quedan con Eva y los compañeros con Samantha. Nos encanta que Maialen siga siendo tan fiel a Bruno, como en su momento lo fue Aitana de Cepeda aunque esperamos que estos acaben mejor, y le da su único voto. Pero se queda nominado, junto a Flavio. La semana que viene se romperá una pareja, y con ella un poquito de nuestro corazón. Pero bueno, teniendo en cuenta todas las que hay esta edición, una más, una menos...

Concluimos que los ficus se han portado bien con los triunfitos, y viceversa. Alguno ha estado más suelto y Roberto no ha tenido que luchar tanto por sacarles tres palabras en las entrevistas. La naturaleza parece haber cambiado su horchata por sangre.

Nos despedimos con más amor, que también triunfó en el chat. “No hay nada más placentero que tener la certeza de que eres importante para alguien”, reconoce Hugo a sus compañeros, ya envueltos en lágrimas. Desde luego, más allá del surrealismo que está envolviendo esta edición de OT, y al propio año 2020, agradecemos que el concurso no pierda un ápice de la ilusión y sigan dándose la importancia que merece -y merecemos.

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