Los camareros le faltaron al respeto

La Pesadilla de Chicote en la tetería Nazarí que le sacó de quicio: “¡Cállate!”

Alberto Chicote en Pesadilla en la cocina de laSexta

Alberto Chicote vivió la noche de este miércoles su Pesadilla en la cocina más exitosa (gran 11.5% de audiencia, segunda opción y récord de temporada), pero también la más desagradable por el trato de los camareros.

El cocinero cruzó el Estrecho de Gibraltar y se trasladó hasta Melilla para intentar salvar la Tetería Nazarí. y desde el primer momento, tanto él como los espectadores pudieron percatarse de que el problema del establecimiento estaba bien localizado.

Por un lado, el nulo liderazgo y control de su dueño, que aún viendo cómo la situación estaba descontrolada no tomaba cartas en el asunto. Y por otro, y consecuencia del primero, la actitud chulesca y hasta maleducada de sus camareros con todo el que entraba a la tetería.

La paciencia de Chicote alcanzó su límite

Aunque es habitual que Chicote llegue al límite al tratar con los empleados y jefes de los negocios a los que intenta salvar, en esta ocasión el trato despótico que recibió por los camareros hizo que él mismo elevase la voz.

Cuando el chef les estaba demostrando que sus servicios eran malos y que no tenían ninguna organización, Jaime volvió a replicarle y Chicote no aguantó, exclamando: “¡Cállate coño! Te estoy aguantando lo que no le he aguantado a nadie”.

No fue la única vez que tuvo un encontronazo con los camareros. Antes de haber dado esa respuesta, tras presenciar el primero de los servicios, les señaló que estaban completamente desorganizados, y Jaime volvió a replicarle: “Habría que verle a usted, habría que verle a usted con todo”.

Chicote, con calma, le contestó: “Igual nos viene bien bajar un poquito los humitos”, y ante la respuesta del cocinero diciéndole que toda su comida estaba riquísima, se encaró con él y le calló al preguntarle si le estaba llamando mentiroso.

Más en confianza, y después de haberle dicho a la cara que le había mentido, Chicote le trasladó su malestar al dueño. “Mientras tú mirabas al suelo, tus trabajadores me llamaban mentiroso”, le dijo para hacerle abrir los ojos sobre el comportamiento de sus empleados, que llegaban a enfrentarse a los clientes produciendo que no volvieran.

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