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Roberto Álamo, en 'El Hormiguero': “He llegado a poner el Goya en Wallapop”

El Hormiguero arrancó este lunes 10 de enero su primera semana de 2022 con la visita de Inma Cuesta y Roberto Álamo, que charlaron con Pablo Motos sobre su nueva película El Páramo y también sobre cómo viven y gestionan los momentos más complicados de su profesión.

Durante la entrevista, el presentador de Antena 3 preguntó a sus invitados sobre las “épocas de desierto”, aquellas en las que no llegan proyectos y por tanto, tampoco ingresos. “Hay una frase tuya, Roberto, que acaba con el postureo del mundo de los actores. Dijiste que cuando te ofrecen un papel lo primero que miras es la cuenta del banco. ¿Por qué está mal visto que en algunas profesiones como la de actor o actriz, trabajes por dinero que es por lo que trabajamos todos?”, cuestionó Motos.

“Lo que intento con eso es explicar que esto no es Hollywood. Allí seguramente haces una serie y vives toda la vida de puta madre, pero aquí no. Fíjate que hablo de gente como nosotros que tiene mucha suerte, que más o menos trabaja, pero lo primero que yo hago para mantener a mi familia es mirar la cuenta del banco cuando me ofrecen una serie. Aunque sea muy floja, la hago. Si hay gente afortunada que no necesita hacer eso, bienvenido sea. Pero yo necesito hacerlo”, explicó el intérprete, al que en los últimos años hemos visto en ficciones como Caronte, Antidisturbios y La reina del pueblo.

Roberto Álamo quiso ejemplificar cómo han sido sus apuros económicos en algunas épocas de su carrera con la decisión que tomó en 2013 cuando, poco después de ganar su primer Premio Goya como Mejor Actor de Reparto por su papel en La gran familia española, encadenó una larga temporada sin trabajar. “He llegado a poner el Goya con un fondo rojo de terciopelo para venderlo en Wallapop. Luego menos mal que no lo vendí, porque me enteré de que no se puede”, reveló el actor.

Preguntado por una de las hormigas, no quiso revelar el precio que le puso al cabezón: “No te lo voy a decir, pero no era una cantidad excesiva. Luego lo miré y al parecer no se podía vender, con lo cual no lo vendí”. Lo que sí contó fue cómo llevó esos 9 meses en los que no le llegaban proyectos. “Al principio pensaba 'ya me llamarán'. Pero cuando pasó el cuarto, quinto y sexto mes me puse a hacer currículums de camarero. Cuando estudiaba teatro trabajé de camarero y no se me iban a caer los anillos. Me daba igual, hay que ganar pasta”.

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