En el octavo capítulo

Rocío Carrasco señaló el momento en el que su hija descubrió que su padre la manipulaba: “¡Me ha mentido!”

Rocío Carrasco, en el documental

Paula Hergar

Como ya había adelantado la propia Rocío Carrasco en plató, la pasada semana, en la octava entrega de Rocío, contar la verdad para seguir viva relató el suceso más duro de su vida: los malos tratos a manos de su hija.

Un episodio imprescindible para entender la relación actual de la madre con sus retoños y que, sin embargo, se emitió con algunos cortes: “La dirección del documental ha decidido no emitir algunos detalles para proteger públicamente a su hija, ¿es necesario el número de veces que su cabeza dio contra la pared?, ¿las múltiples lesiones que le vieron en el hospital y las horas previas a llegar?”, señaló Carlota Corredera solo arrancar el programa.

El relato era de tal dureza que Telecinco lanzó unos rótulos de advertencia para los espectadores: “Es de un impacto nunca visto en televisión”.  

Rocío Carrasco: “La senté con 15 años y le dije que leyera”

Carrasco lamentó el parecido de su hija con el “Doctor Jekyll y Mr. Hyde” ya que teníauna cara de ángel que se transformaba en un demonio cuando le pasaba por la cabeza la información del padre”. Para ejemplificar dichas secuencias recordó que una noche escuchó un ruido y al levantarse de la cama se encontró a su “hija haciendo fotos a documentos”. Imágenes que, según ella, eran para pasárselas a su padre.

Ese verano, la hija había suspendido algunas asignaturas y estaban pendientes de que los abogados de ambos progenitores se pusieran de acuerdo para mandarla a Estados Unidos: “Yo quería que se abriera mundo, que saliera del sometimiento que estaba sufriendo. Le enseñé el colegio allí y estaba loca por irse”.

Pero al regresar de unos días en casa de Antonio David, la niña llegó cambiada: “Volvió diciendo que es mentira, que la estoy engañando y que no la quiero llevar a USA. Que todo lo que le digo es para condicionarla y que se quede conmigo”. Pero la casualidad hizo que justo esa mañana hubiera recibido un mail del abogado de su padre que decía que no tenía conocimiento de que quisieran mandarla al extranjero.

Era mentira porque ella misma se lo había comentado. La senté con 15 años y le dije que leyera. Cuando ve eso le entraron más ganas de irse: 'Ahora sí que me voy, me ha mentido'”, exclamó la adolescente.

“Papá, ya está hecho”

Como ya adelantó la pasada semana, Carrasco en este capítulo relató la paliza que le dio su hija “a través de su padre” y tras años de vejaciones e insultos tales como: “Rociíto, hija de puta”, “nadie te va a salvar, ni tu madre ni tu padre que están bajo tierra”, “pégame si tienes huevos”, “un día quemo la casa contigo dentro”, etc.

Pero todo empeoró cuando un juez le dio la custodia a la madre y la hija quería irse con su padre: “En el pasillo ella empezó a pegarme y decir que le estaba pegando yo. Lo siguiente que recuerdo es a Fidel reanimándome, con un aparatito de pulsaciones que marcaba 140”.

Mientras Rocío Flores se montaba en el coche de Paco, el chófer, y le pedía que le llevara al colegio: “Él cuenta que la niña se subió con un ataque de ansiedad pero de golpe se transforma, saca un teléfono y dice: Papá ya está hecho”.

Sobre Olga: “Esa que va de madre coraje, es mentira”

Carrasco también recordó el pasaje en el que su hijo fue ingresado en el hospital por una neumonía y ella llegó a la habitación: “Me encontré con una escena dantesca, con Olga metida en la cama con mi hijo y él al verme dijo que sabía que venía, aunque le habían dicho que no aparecería”.

En ese momento Olga abrazó y besó tanto a Fidel como a Rocío y esos días estuvo totalmente servil con ellos: “Esa que ahora va de madre coraje, que dice que soy mala madre, que no estoy por ellos… es mentira. Se iba a fumar con nosotros, cuando nos tenían de frente ni ella tiene una cosa ni el otro tiene huevos”, recalcó.

La hija de Rocío Jurado explicó que pidió ayuda a Olga - ahora concursante de Supervivientes 2021- porque la hija le insultaba y faltaba al respeto. Pero le pidió que no se lo dijera a ella. Al pasar los 15 días en casa del padre y de Olga, y volver a casa de Rocío, la hija entró por la puerta con la siguiente sentencia: “Eres una hija de puta, ¿te creías que Olga era tu amiguita? Ya me han contado todo. No sabes la que te tienen preparada”.

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