Análisis y Opinión

Acaba 'Secret Story,' la marca blanca de 'Gran Hermano' que se quedó a medias en todo

Jorge Javier Vázquez en 'Secret Story'

Paula Hergar

Este jueves, Secret Story finaliza su primera edición en Telecinco. Casi cuatro meses después de su estreno, la marca blanca de Gran Hermano se despide con algunos objetivos cumplidos y otros deberes por hacer. Porque sí ha saciado la sed de los espectadores de realities con una vida en directo de famosos dispuestos a darlo todo (unos más que otros). Y también ha servido para dar más contenido a los programas de Mediaset. Pero… ¿ha sido suficiente?

La realidad es que ha sido una apuesta que se ha quedado a medias en muchas de sus intenciones: nos prometió unos secretos como hilo conductor que se quedaron en tramas secundarias sin cabida ni en la gala final. Los fichajes más potentes, como Bigote Arrocet, no dieron juego. Y hasta la apuesta por “resucitar” a Adara la acabó destronando como “reina” de los realities.

La cadena ya ha anunciado que continuará apostando por el reality, para darle una edición de anónimos. Por lo que analizamos los aciertos, equivocaciones y puntos a mejorar para sacar todo el jugo posible a su regreso.

Los aciertos por los que recordaremos a esta primera edición

Los dos “túneles del terror” de este año fueron impactantes. Como también varias “curvas de la vida” de concursantes como Emmy Russ, que acabó haciendo un alegato para un mayor control en los centros de menores, o Luis Rollán, que subrayó la importancia de la salud mental. Momentos intensos que, además de entretener, permitían profundizar en el mensaje.

Pero más allá de esos destellos, por lo que recordaremos a esta primera edición VIP será por apostar por personajes menos conocidos como Cristina Porta y Luca Onestini. La magia de los realities se crea cuando el espectador descubre a nuevos concursantes capaces de sorprendernos aún. Para bien o para mal, pero que no nos dejan indiferentes. Vidas por explorar que nos muestran distintos puntos de vista que nos obligan a salir de nuestra zona de confort para reflexionar sobre lo que estamos viendo.

Un asombro que es más complicado de encontrar entre los castings de famosos a los que ya conocemos desde hace años. Por eso, el gran acierto de Secret Story ha sido incluir a la periodista deportiva y al hermano de Gianmarco. “En el estreno ni nos dio tiempo a ver tu vídeo de presentación”, recordaba Jorge Javier Vázquez a Cristina cuando se convirtió en finalista.

Y es que es ese uno de los grandes alicientes de un buen reality: que el casting nos muestre una vida en directo distinta a la que tenemos a diario, con gente que aún sea capaz de sorprendernos.

Los errores que se podrían haber evitado

Por el contrario, uno de los errores fue intentar que la magia que nos regaló Adara en GH VIP 7 se repitiera ahora. La experiencia nos dice que “reinas de los realities” como Sofía Suescun, Oriana Marzoli y también Adara Molinero son buenas concursantes pero su estado de gracia ocurrió una vez y el resto es el recuerdo de aquel gran amor.

Cierto es que la azafata nos ha regalado momentazos en esta edición, como la reconciliación con su padre y con su ex. Y también que ha encendido la casa en las dos entradas que ha tenido. Pero lo cierto es que la audiencia ha decidido que, aún así, la quiere fuera.

Quizá habría tenido más sentido que hubiera entrado como “invitada de paso” y que nos regalara, durante unos días, momentazos como esos, pero sin la presión de ganar. Incluso esa invitada podría relevarse y haber entrado después una Alba Carrillo que confesó sentirse atraída por Luca… ¿Qué habría sido de esa historia con Cristina si hubiera entrado la modelo?

Tampoco se reavivó la chispa entre Cynthia y Antonio Canales, ni entre Sofía Cristo y Fiama. Y es que en los realities las historias que funcionan son las inesperadas. Las que no se olían desde fuera. Así lo hemos comprobado cientos de veces con concursantes que nunca hubiéramos emparejado.

Lo que sí se veía venir es que Bigote Arrocet iba a dar el mismo juego en Guadalix que el que dio en Honduras: Ninguno. ¿Por qué apostar por él de nuevo? Ese ha sido el gran error de un primer Secret Story casi si tramas: venían casi todas calentitas desde fuera, y se enfriaron dentro.

La importancia de no quedarse a medio gas

El mayor error de Telecinco en sus últimos años sin Gran Hermano y con ya un buen número de apuestas por encontrarle un sustituto temporal es ese: estar esperando al regreso del primogénito con apuestas a medio gas. Hablamos de El Tiempo del descuento, La Casa Fuerte y ahora Secret Story, que han sido formatos con famosos encerrados en una casa cuya mecánica se ha ido construyendo sobre la marcha. Eso lo nota el espectador, que se sienta frente al programa igual que su premisa: a medio gas.

Secret Story hubiera sido mucho más contundente si él mismo se hubiera tomado en serio el juego de los secretos. Si éstos hubieran sido claves para continuar en la convivencia, o para desmantelar culebrones en la vida de los protagonistas. Sin embargo, no ha tenido ninguna trascendencia el mantenerlos a salvo, el desvelarlos o el adivinarlos. Lo mismo daba.

En Gran Hermano lo esencial es la convivencia y las nominaciones, ¿qué ocurriría si se dejaran para un Última Hora esas nominaciones y las tramas entre ellos no se emitieran? Eso es esencial en el formato y se toma como tal. Quizá si Secret Story lo hubiera hecho así, estaríamos hablando de un programa innovador y con nuevos alicientes. Estaríamos ante una nueva opción de reality, no un sustituto temporal.

Secret Story se ha quedado a medias porque no ha sido ni un Gran Hermano, ni una Casa de los Secretos. Ojalá el próximo llegue sin complejos y apostándolo todo.

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