Editorial El Mundo

Más sombras que luces en TV

El Consejo de Ministros dio ayer luz verde a su reforma audiovisual, que se concreta en cuatro importantes iniciativas: la autorización a Canal Plus para emitir en abierto, un nuevo estatuto para RTVE, el plan técnico de impulso de la televisión digital y la convocatoria por concurso de una cuarta licencia para emitir en analógico. El permiso a Canal Plus, que ayer anunció que comenzará sus emisiones en otoño con el nombre de Cuatro, es un pago a los favores prestados por Polanco. El Gobierno ha esperado al último Consejo antes de las vacaciones estivales para eludir el debate social y político que suscita tan polémica decisión, duramente criticada por el PP. La medida del Ejecutivo carece de fundamento legal, lesiona derechos adquiridos y discrimina a empresas que aspiraban con mayor legitimidad a emitir en analógico. Los operadores de cable ya han anunciado que van a recurrir, por lo que serán los tribunales quienes se pronuncien sobre la legalidad de esta decisión del Consejo de Ministros. Tampoco es favorable nuestro juicio sobre el nuevo estatuto de RTVE, que será tramitado como un proyecto de ley. El Gobierno va a tener que asumir la deuda de 7.000 millones de euros de RTVE sin garantías de que el ente público vuelve a contraer pérdidas.Pero lo más inquietante del proyecto es el procedimiento de designación del director general, que será nombrado por diez consejeros elegidos en el Parlamento, dos de ellos a propuesta de los sindicatos. Dado que PSOE y PP van a tener que pactar un reparto equitativo, los consejeros de los sindicatos pueden tener la última palabra en la elección del responsable de la televisión estatal. En cuanto a la convocatoria de un concurso para conceder un cuarto canal en analógico, con cobertura del 70% del territorio nacional, la medida resulta contradictoria con la voluntad del Gobierno de acelerar la implantación de la TV digital. El plan técnico aprobado por el Ejecutivo para desarrollar la TV digital había sido consensuado previamente con el sector.Trata de forma equitativa a los operadores públicos y los privados y no hay duda de que, a largo plazo, va a favorecer el pluralismo informativo y a enriquecer la oferta audiovisual, aunque resulte contradictorio con ello la ampliación del número de canales analógicos, que coexistirán hasta 2010 con los digitales. La reforma audiovisual tiene más sombras que luces, aunque habrá que esperar a su plasmación concreta para valorar con mayor fundamento el alcance de algunas de estas iniciativas.

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