Opinión

Debemos tanto a Steven Bochco

Steven Bochco

José Miguel Contreras

Si te gustan las series de televisión, estos días estás de luto, aunque no lo sepas. Ha muerto el más grande, Steven Bochco. Para mí, siempre fue y será el número 1. Tan importante es lo que hizo, como la influencia que ejerció en todos cuantos hemos tenido la suerte de disfrutar de su obra. La historia le situó en el sitio exacto, en el lugar exacto. Y aprovechó la oportunidad.

Ahora, dicen que vivimos una nueva edad de oro de la televisión gracias a la extraordinaria producción de series de las que podemos disfrutar. Muchos creen que la televisión de alta calidad empieza con Los Soprano, Mad Men o Breaking Bad. En realidad, estos extraordinarios títulos han podido nacer gracias a la herencia que dejaron algunos nombres míticos que sentaron las bases de la televisión de nuestros días a lo largo de las décadas de los 70 y los 80. Y entre ellos, destaca el legado de Steven Bochco.

Nacido en 1943, estudió en Nueva York y Pittsburg y con veintitantos años ya encontró acomodo en Hollywood escribiendo para las series que dominaban la escena en los primeros 70. Existe un curioso episodio, de la serie Columbo, indispensable para cualquier coleccionista que se precie, titulado Murder By The Book (1971) dirigido por Steven Spielberg y escrito por Steven Bochco. Tras ganarse la vida y cierto prestigio entre los estudios, le llega su gran oportunidad con el momento más trascendente de la historia de la televisión comercial: la llegada a la depauperada NBC a finales de los 70 de Grant Tinker, como presidente de la cadena, y de Brandon Tartikoff, como responsable de la programación.

Tinker y Tartikoff inventaron la Quality TV, el fenómeno que consiguió demostrar a todos los incrédulos que era posible hacer buena televisión, tener éxito, ganar dinero y contar con la aprobación de la crítica especializada. Juntos convirtieron la NBC de los 80 en el período de mayor gloria que jamás haya vivido un canal comercial. La sucesión de éxitos fue clamorosa (Alf, Las Chicas de Oro, The Cosby Show, Cheers, Ley & Orden, Seinfeld, St. Elsewhere, Lazos de Familia, Corrupción en Miami, Juzgado de Guardia, etc), pero tuvo una locomotora indiscutible: Hill Street Blues (Canción Triste de Hill Street).

Fue creada en 1981 por Steven Bochco con la colaboración de Michael Kozoll. Jamás una única serie reunió tantas revoluciones simultáneas que tanta influencia hayan tenido en el futuro: la narrativa multitramática del guión; la realización, cámara al hombro, adaptada del lenguaje de los informativos; el casting coral sin un protagonista definido; la puesta en escena basada en el concepto de “hazlo sucio”, que aportaba un aspecto de veracidad desconocido hasta la fecha; la hibridación de géneros entre el drama y la comedia; el lenguaje explícito de la calle impuesto frente a la resistencia de los censores de la cadena; la estructura temporal basada en contar un día de la vida de una comisaría desde la mañana a la noche; la localización en una ciudad nunca identificada (era Chicago) con la intención de contar una historia universal; etc.

Todas estas ideas eran innovaciones que aún hoy en día son la base de muchas de las principales producciones que se emiten en las más prestigiosas plataformas de pago.

Hill Street Blues fue ignorada por la audiencia en sus primeros episodios. De las 96 series emitidas ese año, se colocó en el lugar 87. Al acabar la temporada, Tinker y Tartikoff decidieron seguir adelante. En la gala de los Emmy de septiembre de 1982 fue la gran triunfadora. Nunca llegó a estar en el Top 10 de audiencia, aunque fue mejorando sus resultados hasta compensar sobradamente la apuesta de riesgo de la cadena. En esos años, Steven Bochco ganó 6 emmys con la serie.

En 1986, convertido ya en una figura de referencia en el sector, lanza su segunda producción junto a Terry Louise Fisher, titulada L.A. Law (La Ley de Los Ángeles). De nuevo da en el centro de la diana. Aquí aplica toda la experiencia adquirida para actualizar el clásico género de los court-rooms (las series de juicios, abogados, fiscales y magistrados). En esta ocasión, el éxito llega desde su estreno y se consolida como uno de los títulos más significativos de la conocida como Quality TV. Es imposible ver series recientes de reconocido y merecido prestigio como The Good Wife o The Good Fight y no apreciar la marcada influencia de L.A. Law. Con esta serie, Bochco ganó otros cuatro emmys más.

"Se convirtió en el primer showrunner de la historia"

En ese momento, lo cierto es que se convirtió en el primer showrunner de la historia. Por vez primera, un guionista elevado a la categoría de productor ejecutivo era reconocido como un autor equiparable a la figura de los grandes directores del cine hollywoodiense.

La cadena rival, ABC, arrasada por el empuje de NBC, decidió romper el mercado y fichó a Bochco con una oferta inimaginable: un contrato de 50 millones de dólares de base para desarrollar ocho series en diez años, más todo tipo de royalties vinculados al éxito de las producciones. De allí salieron todo tipo de zumbadas, desde un musical policíaco, Cop Rock, a una serie de animación sobre los gatos y ratones que viven en la Casa Blanca, Capitol Critters. También salieron innovaciones de formato como Hooperman, una dramedia policíaca rodada en single camera, o Murder One, en la que por vez primera se desarrollaba un único juicio a lo largo de toda una temporada. Y también salieron grandes éxitos, como la entrañable Doogie Howser M.D., con Neil Patrick Harris haciendo de niño prodigio médico, o la extraordinaria NYPD Blue, heredera directa de Hill Street Blues y antecesora de grandes obras posteriores como The wire.

A lo largo de los 80 y los 90, en España algunos nos convertimos en leales devotos de su obra que seguíamos con auténtica pasión. Tras la llegada de las privadas, las cadenas empezaron a buscar series españolas creadas con esquemas contemporáneos. Cuando desde Globomedia y GECA desarrollamos en 1996 Médico de Familia para Telecinco, todo el trabajo de planificación y definición del formato se hizo siguiendo fielmente las producciones de Bochco. Como reconocimiento privado, como sintonía de la serie, se hizo un homenaje nítido y directo a la música que Mike Post compuso para la cabecera de Hill Street Blues.

Durante los últimos cuatro años, Bochco ha luchado contra una leucemia que ha acabado finalmente con su vida y le ha impedido dejar algún trabajo más dentro de la llamada tercera edad de oro de la televisión. Muchos de sus innumerables sucesores se encargarán de continuar su legado. Y otros muchos profesionales quedaremos siempre en deuda con el hombre que nos enseñó cómo hacer una televisión que pudiéramos amar.

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