La sorpresa de betevé o cómo una televisión local se ha convertido en la referencia de las protestas en Barcelona

La redacción de betevé, en plena emisión

Marc Vilajosana

En la concentración delante de la Delegación del Gobierno del pasado lunes se escuchó un nuevo cántico por parte de los manifestantes: “Betevé serà sempre nostra!”. Esta proclama, a la que también le acompañó un “Visca betevé!”, ilustra la percepción de la ciudadanía sobre la cobertura de las protestas en Barcelona por parte del canal público de la capital catalana. Desde el pasado lunes 14, cuando se hizo público el fallo, betevé ha apostado por una amplio seguimiento de las manifestaciones sucedidas en Barcelona que ha disparado los índices de audiencia de la cadena.

Durante la semana del 14 al 21 de octubre, cuando se desarrollaron las protestas callejeras por la sentencia del Supremo, betevé alcanzó una audiencia superior a las 564.000 personas, cerca de 250.000 solo en Barcelona. “Casi un tercio de los barceloneses conectaron con nosotros en algún momento de la semana pasada”, afirma Xavier Muixí, director de informativos de la cadena. Betevé registró este octubre su récord histórico de consumo a falta de diez días para terminar el mes, un 65% más de audiencia que en septiembre.

Pero las audiencias no solo se han multiplicado en televisión: el número de usuarios únicos en la web se ha disparado un 200% y han ganado 12.000 seguidores en Twitter durante esa semana. “Estoy absolutamente alucinada con lo que ha pasado”, confiesa Eva Arderius, presentadora del programa 'bàsics' y cara visible en el plató durante la cobertura de las protestas.

“Esto de betevé no es un fenómeno que ocurra de manera espontánea”, opina Mònica Planas, periodista especializada en crítica televisiva. La experta remarca que la televisión pública barcelonesa lleva muchos años trabajando de una determinada manera y que es ahora cuando recogen sus frutos. “Esto solo se puede conseguir cuando se trata de un trabajo de largo recorrido y con unos profesionales acostumbrados a trabajar juntos con rigor”, comenta.

Los cánticos ante la Delegación del Gobierno son fácilmente identificables con un sector muy determinado de la sociedad catalana, pero los responsables de betevé afirman haber recibido elogios de sensibilidades muy diferentes. “Durante el programa recibía mensajes de regidores de todos los colores políticos, desde Ciudadanos hasta ERC”, comenta Arderius. La presentadora admite tomarse las proclamas en las concentraciones “con prudencia”, porque “betevé no es de nadie o, en todo caso, es de todos los ciudadanos”. “Incluso los Mossos, en algún contacto en la calle, han felicitado a alguno de los equipos”, confiesa Muixí, que se muestra encantado con las reacciones de la gente: “Nos sentimos reconocidos”.

Dejar “respirar” las imágenes y no añadir tensión

Pero, ¿por qué tanto reconocimiento a betevé? ¿Qué han hecho diferente al resto de cadenas televisivas? Según Mònica Planas, el tratamiento de la información recogida ha sido la principal clave: “No se han dejado llevar por la crispación y el apasionamiento del momento, han demostrado mucha agilidad y capacidad para moverse por la ciudad”, comenta. “Incluso en los días que teníamos colaboradores, en algún momento que subía un poco el tono, les pedí que por favor, ya había suficiente tensión en la calle, mejor no añadir en el plató”, añade Arderius.

La crítica de televisión sostiene que la principal diferencia entre la cobertura de la pública barcelonesa y las privadas españolas se encuentra “en el hecho de no hacer sensacionalismo y no dejarse arrastrar por el conflicto”. Sin embargo, no considera “justo” compararla con TV3 por “la dimensión de cobertura del territorio”.

“Nuestra manera de trabajar consiste en partir la imagen y ofrecer al espectador la posibilidad de ser testimonio de lo que está pasando, sin exceso de comentarios ni opiniones”, explica el director de informativos, Xavier Muixí. Durante la retransmisión de las protestas abundaron precisamente imágenes de la manifestación sin ningún periodista que comentase la situación.

“Me di cuenta de que la imagen era tan bestia que no hacía falta nada más”, relata Arderius. “Poder escuchar los gritos, las sirenas, los insultos, el ruido de los disparos de la policía… Todos eran elementos que se dejaban apreciar al espectador”, apunta Mònica Planas.

Esta periodista experta en televisión también destaca la agilidad de los periodistas en cubrir todos los altercados de las noches, además de dar voz y mostrar a todos los actores de la calle: “Dieron voz con el micrófono a los encapuchados presentes y analizaron si el comportamiento policial era o no el que debía ser”, comenta. “La verdad es que fue bastante improvisado, pero somos una redacción que está acostumbrada a hacer calle”, explica Eva Arderius.

Los equipos desplazados, formados por periodistas y operadores de cámara, se movían en función de las manifestaciones, aunque desde la redacción también les guiaban: “En el plató siempre estoy con el Twitter y el WhatsApp abiertos, incluso en algún momento tenían que avisarme de que estábamos en directo”, narra la conductora del programa.

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