Análisis / Opinión

La televisión como telón de fondo de las protestas raciales: ¿Estamos ante un nuevo paradigma?

La televisión como telón de fondo de las protestas raciales

Laura García Higueras

8 minutos y 46 segundos. Fue el tiempo que George Floyd aguantó con la rodilla del policía Derek Chauvin en su cuello antes de morir. Y quedó registrado. El asesinato cometido el pasado 25 de mayo, y las imágenes del mismo, no tardaron prender la mecha de la rabia, de la lucha contra el racismo sistémico que azota Estados Unidos. Desde el día siguiente, se congregaron grandes manifestaciones de protesta con el movimiento Black Lives Matter (las vidas negras importan) por bandera. Dos semanas después continúan, con una proclama que ha dado la vuelta al mundo sacudiendo conciencias, opiniones... y televisiones.

El mundo de la cultura se ha visto interpelado, y en los últimos días se han tomado medidas al respecto como cancelaciones de programas, despido de actores y eliminación o modificación de determinados títulos de los catálogos de cadenas y plataformas. Medidas que dirigen su mirada a un pasado que ya no puede cambiar. Entre ellas, HBO Max optó por retirar Lo que el viento se llevó después de que la película haya sido criticada durante años por ofrecer una visión idealizada de la esclavitud y perpetuar los estereotipos racistas. Pronto muchos clamaron al cielo y se encendió el debate sobre cómo abordar títulos que son producto de otro tiempo. En este caso, el servicio de streaming va a reponer la cinta con una advertencia sobre su contenido racista. La emitirán “tal y como se creó originariamente, porque hacer lo contrario sería lo mismo que afirmar que estos prejuicios nunca existieron”.

En la misma línea, BBC suprimió de su plataforma online Little Britain porque considera que “los tiempos han cambiado” y sus contenidos no casan con la sociedad actual. La cadena británica concluyó que la serie de sketches practicaba el 'blackface', como se conoce al hecho de que personas blancas se pinten la cara para representar a personas negras. Una práctica polémica tanto en Gran Bretaña como en Estados Unidos. De ahí a que Netflix eliminara el programa y su continuación Come Fly With Me. Lo mismo le ocurrió a The Might Boosh, la comedia creada por Noel Fielding y Julian Barratt, que ya no está disponible en el gigante del streaming por el mismo motivo.

Tras 33 temporadas, Cops ha sido cancelada. Paramount Network ha puesto punto y final al formato, que se situaba entre los más veteranos de la televisión estadounidense. El detonante de su decisión: las protestas por el asesinato de George Floyd. En la misma tesitura se ha encontrado el canal A&E, que ha cancelado igualmente Live P.D., una serie de telerrealidad que conectaba en directo con diferentes puntos de Estados Unidos para seguir los pasos de los agentes de calle, y comentar sus acciones. Ambos espacios, centrados en la Policía, forman parte del tipo de formatos que habían sido anteriormente cuestionados por sus prácticas en los rodajes, “glorificar” el trabajo de los policías sin ninguna crítica, además de “estereotipar” los perfiles de criminalidad.

Cuestionamiento individual y colectivo

El contenido de productos culturales no es el único que está siendo apelado por la protesta y mirada crítica. La individualidad tampoco es impune. Como muestra, The Flash despidió al intérprete del Hombre Elástico, Hartley Sawyer, después de trascender unos chistes con referencias machistas y misóginas que escribió en el pasado en redes sociales. The CW y los productores advirtieron que sus comentarios “reflejan el grave problema que tenemos en este país”. El intérprete pidió perdón asegurando que no iba “a poner excusas. No importa la intención que tuvieran, mis palabras importan y tienen consecuencias”. Por su actitud ha sido criticada a su vez Lea Michele. La protagonista de Glee compartió en Twitter un mensaje de apoyo al Black Lives Matter y su compañera de reparto, secundada por otros miembros del elenco, le acusó de “racista”. El álter ego de Rachel Berry pidió perdón sosteniendo que “todos podemos madurar y cambiar”.

No obstante, conseguir el cambio no depende únicamente de penalizar los errores del ayer, sino invertir en el presente y tener en el punto de mira el futuro. Las consecuencias de las protestas por el asesinato de George Floyd están derivando en decisiones de quienes confían sus esfuerzos al corto medio/plazo, en busca de un mañana mejor para todos. Una de ellas, la que confirmó Terry Crews. Según el actor, la octava temporada de Brooklyn Nine-Nine estará influida por las protestas del Black Lives Matter. La serie, que permite ahondar en el racismo sistémico contra el que se movilizan en Estados Unidos, modificará sus planes para la nueva tanda, al estar “siendo testigos de tantos abusos de poder”. “Tuvimos una conversación muy seria y reveladora sobre cómo afrontar lo que viene”, declaró el intérprete.

Al apoyo de la protesta se han sumado plataformas como Netflix, que han creado una lista de títulos que reflejan la “injusticia racial de América”. “Cuando decimos que 'las vidas negras importan', significa que 'las historias negras importan'”, reivindica la plataforma.

Además, el grupo BBC Women ha pedido una “acción real y urgente para acabar con el racismo y el sexismo”. “El asesinato de George Floyd ha afectado a la minoría negra, asiática y étnica que forma parte del equipo de la BBC”, han reivindicado, “muchos han estado señalando el racismo insidioso durante años. La justicia está en el corazón de la BBC”.

Creadores, directores y equipo, fruto igualmente de su tiempo

Las cancelaciones, despidos y críticas hacia series y películas no han sido ajenas a sus creadores, que al igual que sus creaciones, son fruto de su tiempo. No todos los títulos envejecen de igual forma, dado que según la temática, tratamiento, sensibilidad, compromiso y un largo etcétera de aspectos que influencian las obras; con el paso del tiempo han salido mejor o peor paradas. Una evolución que sus responsables valoran. “Si pudiera volver y hacer Little Britain de nuevo, no haría esos chistes sobre travestis. No interpretaría personajes negros”, aseguró el creador del programa británico Matt Lucas, “básicamente, no haría ese programa ahora. Molestaría a la gente. Hicimos un tipo de comedia más cruel que ahora”.

Otra ficción sobre la que se ha discutido largo y tendido es Friends. La última en pronunciarse al respecto fue su cocreradora Marta Kauffman, que hace apenas unos días reconoció que en la sitcom faltó diversidad. “Ojalá hubiera sabido entonces todo lo que sé ahora. Lo lamento, porque habría tomado decisiones muy diferentes”, expuso, “siempre hemos alentado la diversidad de personas en nuestra empresa, pero no hice lo suficiente”. David Schwimmer, por su parte, recordó que él había sido “muy consciente” de este problema y que por ello, hizo “campaña para que Ross saliera con mujeres de color. Una de las primeras novias que tuve en el programa fue una mujer asiática estadounidense, y luego salí con mujeres afroamericanas. Ese fue un impulso muy consciente por mi parte”.

Entre la “censura” y la cápsula del tiempo

De un tiempo a esta parte, las palabras, escenas, gestos y proclamas son medidas con una vara que en ocasiones escudriña más que analiza. Si hoy en día partiéramos de cero escribiendo guiones de películas o series que forman parte de nuestro pasado, nunca serían las mismas. Por lo que cabe preguntarse, ¿por qué centrar los esfuerzos en lo anterior? De esta manera, medimos las obras con parámetros actuales que no hablan de tú a tú a sus objetos de análisis, ni si quiera a una distancia prudente. Por obvio que resulte, descontextualizar significa sacar de contexto. Y despojar de contexto implica algo similar a lo que ocurre si a una silla le quitas una pata, cojea.

Claro que con los ojos del hoy hay contenido que no toleramos, nos enfada, avergüenza y decepciona. Y que desde luego, cuanto más enterrado quede, mejor -sobre todo ahora se ha puesto de moda recuperar discursos de un pasado, primate en cuanto a conciencia social, que parecían superados-. Quizás lo importante y el verdadero agente de cambio sea pararse en el presente para mirar al futuro. ¿Qué tipo de contenido estamos produciendo en 2020? ¿Están superados el racismo, machismo, homofobia y demás discriminaciones? Entonces, ¿por qué darle tantísima relevancia a aquello sobre lo que ya no hay margen de maniobra, en vez de a lo que está por hacer y va a determinar el mundo del que seremos ciudadanos mañana?

Educar miradas, en vez de polarizarlas

Este debate pone de relieve la gran lacra que implica la falta de educación audiovisual. Parece más fácil eliminar directamente un contenido que preocuparse por desarrollar una mirada crítica con la que cada uno pueda hacer frente a la ingente cantidad de estímulos visuales que cada día nos asaltan sin reparo. Si fuéramos capaces de discernir, reflexionar y digerir lo que vemos y escuchamos, no haría falta poner el grito en el cielo porque en 1939 se estrenara y premiara una película racista. No seamos hipócritas, nuestro presente ya está lleno de acciones y algún que otro contenido cuestionable que, aunque poco a poco se vaya reduciendo, continúan perpetuando estereotipos y desigualdades.

Dejemos de hacer aquello que normaliza lo que jamás debería haber sido rutina, seamos críticos con aquello que vemos, entendamos de donde venimos para erradicar lo que sobre. Suprimir las líneas rojas de nuestra historia no va a hacer que no hayan existido. En tiempos de polarización, la apuesta puede ser ir más allá. Pensar en las historias que no se han contado, las voces a las que no se ha dado voz, los conflictos que no se han retratado; y no con el objetivo de generar más distancia, sino para que todos tengamos la misma oportunidad de sujetar y tensar nuestras cuerdas.

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