Análisis

Termina 'Supervivientes 2021': los hitos inéditos que han marcado una edición más preocupada por el plató que por la isla

'Supervivientes 2021' llega a su final

Paula Hergar

Supervivientes 2021 dice adiós a la que ha sido la edición más larga de la historia del formato. 107 días habrán sido los que han estado conviviendo los concursantes, superando a los del año anterior que ya había batido récords con 105 días. Cuánto más tiempo en pantalla, más contenido han dado al resto de universo Mediaset que ha estado pendiente de lo que ocurría en Honduras, pero sobre todo, para ver las consecuencias en sus platós...y viceversa.

Pero si el programa se le ha hecho largo a los concursantes, a gran parte de la audiencia también ya que parece que Telecinco haya querido ponerle a prueba con unos cambios de programación casi semanales de sus galas. Esto ha hecho casi imposible atinar con el día en que emitían cada entrega y convirtiendo en líder más al público que conseguía seguirles, que a los concursantes con sus juegos.

Los ingredientes citados y varios más han otorgado a la presente edición el título de “singular”, al marcar varios hitos inéditos en el formato para el gozo y el “pozo” de su audiencia. Los analizamos a continuación con motivo de la emisión, este miércoles (Telecinco, 22:00h), de la primera parte de la final de la edición. La segunda y definitiva, el viernes (22:00h).

La edición más larga de la historia y sin abandonos

El pasado 8 de abril saltaban del helicóptero Olga Moreno, Tom Brusse, Melyssa Pinto, Marta López, Gianmarco Onestini, Lola Mencía, Omar Sánchez y Alejandro Albalá para convertirse en concursantes oficiales del reality. Dejando a la espera a Antonio Canales, Agustín Bravo, Alexia Rivas, Valeria Marini, Sylvia Pantoja, Palito Dominguín, Lara Sajen y Carlos Alba.

Un giro que no había ocurrido hasta entonces y que dejaba a varios de los fichajes del programa en unas condiciones aún más duras de las que suelen vivir año tras año. La dirección les sorprendía con un “barco encallado” en el que debían sobrevivir, como nuevo experimento del formato para probarles en una convivencia aún más ahogada.

Una apuesta que hasta el propio Jordi González criticó: “Es el peor invento de la historia de este programa”, dijo, aunque Sajen le aclaró que estaba orgullosa de haberlo vivido y superado. Porque si esta edición puede enorgullecerse de algo es de la fortaleza de sus robinsones, que a pesar de haber sufrido peores condiciones y durante más tiempo que nunca, ninguno ha abandonado. Algo que no suele ocurrir.

Ahora, Olga, Tom, Melyssa, Lola y Gianmarco son los finalistas que llegan a Madrid tras 107 días. Dos más que la que había sido la edición más larga hasta ahora, y muchos más que en 2019 cuando habían convivido solo 84 días y aún menos que en las primeras entregas cuando duraban menos de 50 días en la supervivencia.

Visitas eternas e información del exterior sin freno

Mientras en 2020, los concursantes se quedaron sin visitas familiares a causa del COVID-19, este año se han desquitado porque las han vivido y durante varias jornadas. Hasta ahora nunca había ocurrido que los seres queridos se quedaran días seguidos junto a los concursantes para evitar desestabilizarles con una información del exterior que es difícil reprimir durante tanto tiempo.

Sin embargo, este año no ha importado. Ha sido la edición de la información del exterior en libertad. Desde que Sandra Pica desembarcara para ver a Tom, la filtración de lo que ocurría fuera era tema de conversación constante. También con el resto de visitas que podrían haber condicionado a los participantes.

Y, aunque los presentadores amenazaron con tomar medidas frente a quienes revelaran información, eso siguió ocurriendo. Incluso cuando el programa permitió que antiguos concursantes dieran consejos directos a los que aún seguían. Esto no ha hecho sino facilitar aún más que las opiniones “contaminadas” influyeran en los robinsones “vírgenes”. De esta manera, el propio programa ha permitido romper una de las reglas fundamentales del formato y del género del reality en general: el aislamiento. Quizás porque este año importaba más lo que ocurría fuera que dentro.

Un casting “flojo” en la isla que obligó a hacer “fuerte” el plató

En la línea del punto anterior, si lo que ocurría en plató era casi más adictivo que las tramas de Honduras quizás es a causa de “jugar” con unas fichas mucho menos potentes que otras ediciones. Porque entre los nombres de Antonio Canales, Agustín Bravo, Alexia Rivas, Valeria Marini, Sylvia Pantoja, Palito Dominguín, Lara Sajen y Carlos Alba, Olga Moreno, Tom Brusse, Melyssa Pinto, Marta López, Gianmarco Onestini, Lola Mencía, Omar Sánchez y Alejandro Albalá no se encontraba ningún famoso impactante, como lo fue Isabel Pantoja u otros miembros de clanes adictivos.

En esta ocasión apostaron por rostros de segunda del propio universo Mediaset como participantes de La isla de las tentaciones, de GH VIP, colaboradores de programas, televisivos caídos en desgracia o “parejas de...” . Pero ningún nombre que impresionara por sí solo. No en vano eran esas tramas desarrolladas fuera de la isla, en los sets de Telecinco, las que revestían de interés relativo a las presencias en la playa de Honduras.

Por eso mismo, Telecinco sabía que la protagonista entre todos ellos iba a ser Olga (y lo ha sido) pero más por todo lo que ocurría fuera que por lo que ella provocaba dentro. Por eso ha sido esencial mantener a Rocío Flores como defensora y colaboradora en El programa de AR y en Tierra de Nadie, gala de la que era máxima protagonista; a Rocío Carrasco de forma intermitente con su documental y posterior fichaje en Sálvame, en cuyo debut no faltaron preguntas sobre el concurso de Moreno; a Gloria Camila en plató y hasta a Amador Mohedano en Deluxe.

Pero también a familiares que sembraran la duda en cada una de sus visitas a los supervivientes, para que Olga y compañía sospecharan sobre las consecuencias del fenómeno televisivo de la temporada y lo mantuvieran vivo, exprimiendo sus consecuencias, y sacándole aún más rendimiento a través de uno de los castings más económicos de los últimos años.

La lupa en Olga y los “tongos” semanales

Sí, el fenómeno televisivo de la temporada ha sido Rocío, contar la verdad para seguir viva convirtiendo el -hasta ahora casi- desconocido nombre de Olga Moreno en uno de los más repetidos de los últimos meses. Con el despido fulminante de Antonio David Flores de Mediaset, la única “villana” que quedaba por conocer era su mujer. Por eso, la que cualquier otro año habría sido una concursante más, en esta ocasión ha provocado tanto amor como odio. Olga ha tenido todos los ojos de la audiencia puestos en ella desde casi antes de entrar al reality. Tanto los de los seguidores de Rocío Carrasco como los de sus detractores.

Por eso, gran parte de los cebos de cada entrega eran vídeos de ella hablando de su familia. Las discusiones más acaloradas en plató han sido entre quienes la defendían y quienes la atacaban. Y las mayores polémicas en redes se han reavivado al verla participar en los juegos. Una “lupa de Damocles” que ha convertido esta edición en la que ha tenido mayores críticas de “tongo” y “trampas”, siendo ella la protagonista de esas palabras que aparecían como trending topic casi en cada una de sus entregas.

Olga ha ganado varias pruebas pero no sin la observación casi milimétrica de unos espectadores que no han dejado pasar absolutamente ni un movimiento sospechoso que pudiera darle ventaja frente a otros concursantes. Lara Álvarez también tuvo que dar explicaciones por algunas de estas decisiones y hasta sancionar a la concursante al notar que se saltaba alguna norma.

Pero más allá de si ella hacía trampas o no, la realidad es que las redes han estado divididas constantemente entre los que van con Olga y los que van contra ella.

'Supervivientes 2021', la reina del baile

Si de algo se han podido quejar los espectadores con unanimidad ha sido el baile en la parrilla de las diferentes entregas de Supervivientes 2021. Absolutamente ninguna de ellas se ha mantenido en su día de emisión: Conexión Honduras ha saltado de los domingos, a los lunes en varias ocasiones, Tierra de Nadie ha hecho lo propio entre los martes y los miércoles y hasta las galas han cambiado los míticos jueves por los miércoles, en una final que se vivirá en viernes.

Decisiones de programación que respondían siempre al objetivo de hacer el mayor daño posible a la competencia, lejos de cuidar los hábitos de su audiencia. Con el fin de frenar el estreno de Tierra Amarga se movió a Jordi González, con el de plantar cara a Mask Singer desplazaron a Carlos Sobera y aguantan su gala final hasta el viernes para enfrentarla a la de La Voz Kids. O al menos, eso parece, puesto que pese al anuncio de Jorge Javier sobre la emisión en la noche del viernes 23, lo cierto es que Mediaset ha apurado al máximo posible la confirmación.

Un baile de emisiones ya habitual entre las dos grandes cadenas privadas pero que, sin duda, ha tocado techo en esta edición del reality. Así ironizaba el propio Jordi González cuando tuvo que explicar a los espectadores un nuevo cambio de día: “Somos fantásticos moviendo los programas. No sé si es más difícil seguir la programación de Supervivientes o las pruebas de Lara”. Efectivamente, seguir el programa ha puesto a prueba a muchos.

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