Crítica

'Traitors España', un adictivo reality que da frescura al género a pesar de sus imperfecciones

Imagen de 'Traitors España'

Pedro Zárate

HBO Max estrenó el pasado 3 de febrero Traitors España, su primer reality original en nuestro país. Un formato producido por Gestmusic y presentado por Sergio Peris-Mencheta que en apenas unos días ha tenido, con permiso de la serie Patria, una de las acogidas más entusiastas que se recuerdan para una producción propia de HBO/HBO Max en nuestras fronteras.

Su tono, adulto y solemne, y su mecánica, basada en un juego que premia la estrategia y el ingenio por encima de todo, lo alejan diametralmente de otras apuestas de la telerrealidad, como La isla de las tentaciones. Algo que, a buen seguro, ha ayudado a conquistar a los más deseosos de ver un reality diferente en nuestra televisión. Aun así, su reciente llegada a España guarda no pocas similitudes con la que protagonizó el programa de Telecinco hace ya tres años, pues ambos son hijos de un contexto similar.

El origen de 'Traitors', similar al de las 'Tentaciones'

La isla de las tentaciones, recordemos, llegó en plena fiebre mundial por el subgénero “chicos y chicas despampanantes que conviven en un escenario paradisíaco entre altas dosis de fiesta, sexo y desenfreno”. Una peculiar vertiente de los realities que tuvo su primera etapa a principios de siglo con marcas como Love Island y Temptation Island (adaptado inicialmente como Confianza Ciega en nuestro país), pero que ha sido en la última década cuando ha vivido su verdadero apogeo gracias a formatos de nuevo cuño (la franquicia Shore, Ex on the beach, 10 parejas 10, Doble traición, Jugando con fuego, FBoy Island...) y a la recuperación, tras años y años de ausencia y en el marco de este ambiente favorable, de las cabeceras que lo empezaron todo.

Ahora, con este subgénero ya explotado, el siguiente que está resucitando es el que engloba a Traitors España: el de los realities basados en destapar a uno o más intrusos dentro de un grupo homogéneo de personajes. Una corriente que se abrió paso a finales de siglo con el neerlandés De Mol (The Mol, El Topo; 1999) antes de llegar por partida triple a nuestro país (El Talp, de TV3, en 2003; El Traidor, de Cuatro, en 2006; y El Topo, de Telecinco, en 2009) y que en los últimos dos años está viviendo una segunda juventud gracias a la nueva adaptación de Netflix (¿Quién es el topo?, 2002), una versión estadounidense (Snake in the grass; USA Network, 2022) y el nacimiento de la marca que aquí nos ocupa, Traitors. que desde su nacimiento en Países Bajos en 2021 ya cuenta con una decena de adaptaciones internacionales, siendo la española la última hasta la fecha en ver la luz.

A la búsqueda de los traidores

Hechas las presentaciones toca hablar del punto de partida de Traitors España. 18 famosos conviven en un castillo divididos en dos grupos: uno formado por 15 'fieles' y otro compuesto por tres 'traidores' cuya identidad solo conocen ellos mismos. A partir de aquí, el objetivo de los 'fieles' es destapar a los 'traidores', y el de éstos, mantener oculto su rol y acabar con sus 15 contrincantes mientras les hacen creer que están en el mismo bando.

Para ello, al final de cada entrega, 'fieles' y 'traidores' se reúnen alrededor de una mesa redonda para votar qué concursante debe ser desterrado del castillo y, por tanto, eliminado del programa. Durante la deliberación, cada concursante expone individualmente los motivos o indicios por los que cree que tal o cual persona es 'traidora', y trata de convencer al resto de que voten lo mismo que él. La gracia es que los 'fieles' lo hacen a ciegas, pero con la firme intención de cargarse a un 'traidor', mientras que los segundos intentan eliminar al 'fiel' que más les interesa en cada momento. Eso sí, si no lo consiguen en la mesa redonda tienen una segunda oportunidad al final de cada noche, cuando Peris-Mencheta se reúne con ellos en un cónclave secreto y les da la opción de eliminar al 'fiel' que ellos quieran... o reclutarlo para su equipo.

Entre medias, unos y otros tienen que trabajar en equipo para superar diversas pruebas con un doble objetivo: el primero, sumar lingotes de plata al premio final; y el segundo, optar al escudo que les protege cada entrega de caer eliminados por los 'traidores'. Un arma muy valiosa que también interesa a los intrusos, por los que a los malos de Traitors, a diferencia de los de El Topo, no les interesa boicotear las pruebas, sino remar a favor de obra.

'Traitors España' y la bomba de Hitchcock

Este matiz, que sin duda resta 'maldad' al formato, representa una de las dos arriesgadas decisiones que Traitors España toma de inicio. La segunda es mostrar desde el principio quiénes son los 'traidores'. Tomando este camino, el formato de HBO Max se decanta más por el suspense que por la sorpresa, según la teoría de Alfred Hitchcock. El mítico director de cine solía defender que si muestras durante cinco minutos una conversación intrascendente entre varias personas y, de repente, explota una bomba debajo de la mesa, lo único que consigues es una escena aburrida y unos pocos segundos de sorpresa. En cambio, si muestras la bomba desde el principio tienes cinco minutos de suspense hasta el estallido final.

Traitors España juega con esta teoría y la jugada le sale bien, pues el interés por saber si los 'traidores' mantienen oculta su identidad hasta el último capítulo no decae en ningún momento. De hecho, el programa va de menos a más hasta convertirse en un producto verdaderamente adictivo en su bloque central (capítulos del 2 al 7). Es ahí cuando más difícil resulta no caer rendido ante los potentes, y muy bien construidos, 'cliffhangers' de cada entrega (los 'cebos' a final de cada episodio para llamar a ver el siguiente), que no dan otra opción que pulsar al botón de 'siguiente capítulo'. Y esto, qué duda cabe, habla muy bien del formato, pero no tanto de la estrategia de programación de HBO Max, que de haber apostado por una emisión semanal hubiera construido un fenómeno de mayor recorrido, y sobre todo, de mayor envergadura. Algo de lo que ya pecó Netflix en su día con Insiders.

Pero una vez tomada esta decisión, los aciertos de Traitors España son mayores que sus errores. Para empezar, porque no resultaría tan adictivo si no hubiera acertado en el ingrediente principal de todo buen reality: su casting. Aquí el programa de HBO Max se apunta otro tanto al apostar por famosos poco vistos en esta clase de formatos, lo que da aire fresco al género y evita que haya concursantes 'resabiados' en estas lides, por mucho que Traitors no se parezca demasiado a otros realities de nuestra televisión.

Un reality imperfecto, pero digno de ver

De hecho, el comportamiento de varios de ellos responde a su incapacidad para afrontar correctamente la experiencia. Y esto se traduce en los clásicos 'muebles' de todo espacio de telerrealidad, pero también en concursantes que van tan a fuego con su estrategia que se acaban quemando por pura inexperiencia.

En cualquier caso, estos últimos pertenecen al grupo mayoritario, el de los concursantes que dan juego por involucrarse al máximo con la mecánica. La elección de un buen número de deportistas y jugadores (Ray Zapata, Joana Pastrana, Blanca Manchón, Leo Margets, Jaime Nava...), personas competitivas por antonomasia, se agradece enormemente. También la de otros perfiles ajenos al mundo del deporte (Abril Zamora, Skone, Julio Muñoz Gijón, Rubén Ochandiano...) que saben que están viviendo una experiencia única y actúan en consecuencia.

Todo esto ayuda a que Traitors España sea un programa muy vivo. Tanto, que su final se siente atropellado, incluso improvisado, a raíz de una serie de acontecimientos que escapan a su propio control. Es más, la versión española peca varias veces de no saber contar lo que ocurre entre los concursantes. Por momentos parece que falta información, que no se cuenta al espectador todo lo que sucede o que, cuando lo hace, lo hace tarde y mal para conseguir un giro que acaba resultando más desconcertante que satisfactorio.

Esto, junto a las pruebas de exteriores, tan poco espectaculares que lo único que importa de ellas es el resultado final, suponen lo peor de un formato que, aun con sus defectos, consigue aprobar con nota y revitalizar el género reality en nuestro país.

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