Análisis y opinión

El ejemplo de “pluralidad” mal entendida que TVE dio este lunes con la LGTBfobia de Salvador Martí

Salvador Martí, en el plató de '¿Quién educa a quién?'

Pedro Zárate / Marcos Méndez

Los seguidores más acérrimos de Gran Hermano puede que recuerden a Salvador Martí, quien fuera el primer concursante expulsado por el público de GH 6. Su salida de la casa se produjo en 2004, pero ahora, 16 años después, este policía logroñés ha vuelto a ser noticia por su discurso homófobo y tránsfobo en TVE.

Concretamente por las controvertidas opiniones que vertió este lunes en ¿Quién educa a quién?, el programa de debate que La 1 emite cada semana después del capítulo de HIT. Al igual que el episodio semanal de la serie, el espacio moderado por Mamen Asencio también puso el foco en la relación de nuestros jóvenes con el sexo y en la educación que reciben en materia sexual.

Y en este contexto fue en el que participó Martí, que intervino en el programa en calidad de padre y presidente de 'Los niños son intocables', asociación que defiende el derecho de los padres a una educación sexual alternativa para sus hijos, pues considera que la educación actual es “absolutamente partidista” y está “ideologizada” por “ciertos colectivos que hay detrás que pretenden hacer ver o meter a los niños su ideología”. Entre ellos, Martí señaló al colectivo LGTB, al que acusó en el programa de “empujar” a que se den las charlas afectivo-sexuales que denuncian desde su asociación.

Y es que, a su juicio, el sexo “se puede ideologizar perfectamente”. Por ejemplo, “cuando a un niño de 5,6,7 años le dices que puede ser chico o chica independientemente de su sexo biológico”. “Eso es ideologizar”, defendió Martí ante la periodista especializada en sexualidad Noemí Casquet, a la que preguntó si era “partidaria de decirle a un niño que tiene derecho, sin que te haya manifestado un problema de disforia de género, a elegir su rol”. “Un niño o una niña tiene el derecho y yo le voy a dar toda la información de orientaciones, relaciones sexuales, identidad de género porque esa persona, porque es una persona, tiene que conocer y saber”, respondió la tertuliana, que no terminó de convencer a Martí. Tampoco el resto de contertulios, que se esforzaron por hacerle comprender su postura, aunque sin éxito alguno.

Martí defendió el “pin parental” que propone Vox

De hecho, el exconcursante de GH siguió con su polémico discurso. Por ejemplo, también dijo que le parecía “delirante” que “estemos en un debate diciendo que los niños y las niñas puedan tener el derecho a decidir si quieren ser niños o niñas”. Y aseguró que es una “barbaridad” que “la policía del género” pregunte “por qué hay que ponerle nombre femenino o masculino cuando nace el niño”.

Por todo ello, Martí defendió “el pin parental”, una de las medidas más polémicas de Vox, “como medio para que se respete a los padres que no queremos este tipo de charlas”. El tertuliano, que se definió a sí mismo como un padre “encantado” de educar a sus hijos en los valores cristianos, reiteró que “la educación sexual que se está dando en los colegios no es una educación sexual buena para los niños”. Y puso como ejemplo a un gabinete de sexualización al que su asociación ha denunciado por, según sus palabras, impartir una charla a padres de niños de entre 3 y 6 años en la que se abogaba por “normalizar” que dos pequeños “se chupen” los genitales entre ellos.

“Normalizar en un niño que se chupe los genitales con otro es una puerta abierta al abuso sexual entre un adulto y un niño. Cuando ese niño normalice ese juego como un juego de sexualidad, va a venir un adulto a proponérselo. ¿Tú crees que un niño tiene capacidad cognitiva para discernir si esto lo hago solo con un niño o esto lo hago con un adulto?”, preguntó el tertuliano, que animó a los padres a proteger a sus hijos de este tipo de educación.

Pluralidad no significa que todas las opiniones son válidas

Con esta clase de opiniones, Martí se convirtió en el triste protagonista de ¿Quién educa a quién?. Un programa, cabe recordar, emitido por La 1 de TVE, que como cadena pública que es debe apostar por la pluralidad de opiniones en sus espacios de debate. Por ello la cadena justifica la presencia de Salvador Martí.

Sin embargo, es oportuno preguntarse si, en casos como este, es válido que TVE se acoja al mantra de “hay que dar voz a todo el mundo”, o si por el contrario debe asumir que no todas las opiniones son válidas, y que una cadena pública sólo debe dar cabida a aquellas que no apunten contra otros colectivos y respeten a todos por igual, sin rastro de homofobia o transfobia (refiriéndonos a este caso).

La trayectoria de Salvador Martí es bien conocida, y no sólo en televisión por su paso por Gran Hermano. Este policía logroñés impartió en 2018 una charla LGTBfóbica titulada “Los peligros del ideario LGTBI”, organizada junto a la profesora y también miembro de Vox Alicia Rubio, en la que el Ayuntamiento de Logroño se negó a colaborar. Precisamente su proyecto 'Alexia Enséñanos', en el que usa una marioneta para dirigirse a los niños y “defenderles frente al adoctrinamiento sexual”, según su idea, fue vetado en los centros municipales de Logroño y sin embargo premiado por la asociación de extrema derecha Hazte Oir, la misma que hizo circular autobuses con mensajes tránsfobos que fueron prohibidos por la justicia.

Los responsables de TVE siempre justifican los resultados de audiencia de La 1 recordando que deben cumplir con su servicio público y no intentar pelear por el share, más aún cuando parten en desventaja presupuestaria. Si hace apenas una semana destacábamos la noche del lunes como un buen ejemplo de servicio público gracias a HIT y a ¿Quién educa a quién?, que La 1 decida ampararse en la pluralidad mal entendida para contar con una persona que ya se sabía que iba a mantener posiciones homófobas y tránsfobas, aprovechando además el altavoz de una cadena pública, debería hacer reflexionar a TVE sobre si realmente lo hace por la pluralidad de su servicio público, o por tener algo de “carnaza” que permita alimentar el debate y lograr que se hable del programa, aunque sea para mal. Eso no forma parte del servicio público, y se aleja de su promocionada intención de proveerlo.

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