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El “vivivivicepresidente” Pablo Iglesias lamenta en 'Polònia' todos los cargos creados por Pedro Sánchez

Redacción

Polònia ha satirizado con la reciente toma de posesión de los cargos ministeriales del nuevo gobierno de coalición encabezado por Pedro Sánchez y, más en concreto, con el papel reservado para Pablo Iglesias. Mucho se ha hablado de la disminución de poder específico que le queda al segundo vicepresidente de derechos sociales, ante la presencia ya conocida de Carmen Calvo, y las de Nadia Calviño (vicepresidenta económica) y Teresa Ribera (Transición Ecológica y Reto Demográfico), y si bien el propio líder de Unidas Podemos ha desechado cualquier tipo de enfado ante la situación, no ha impedido que el programa satírico de TV3 haga humor al respecto.

Así, el político se presenta en el despacho del presidente en Moncloa para mostrar su preocupación por su papel en el organigrama. “Pablo, tienes toda mi confianza”, dice el clon del gobernante, que pronto despierta las suspicacias de Iglesias.

La vicepresidenta de café, el de amigos de la infancia...

Será entonces cuando entren en escena Mari Tere, la vicepresidenta de café, acompañada de su escolta, vicepresidente de seguridad, que a su vez tiene escolta propio. “Solo podré tomar decisiones si tú estás de viaje, Calvo se pone enferma, Calviño se rompe una pierna y Ribera está de vacaciones”, se queja Iglesias, a lo que Sánchez apostilla: “Y si Mari Tere es abducida por un ovni”.

“Mis posibilidades de mandar son muy escasas”, se lamenta el imitador de Iglesias en Polònia, que no duda en enseñar las tarjetas de visita (impresas en papel reciclado, como resalta el líder del ejecutivo) que se le han entregado, y donde se define su cargo como el de “vivivivicepresidente”.

Porque, siempre de acuerdo a la visión humorística de Polònia, el político tiene aún más cargos a su alrededor: el vicepresidente de risas y buen humor, el de amigos de infancia, la de decir “no te flipes”, y hasta un robot aspirador convertido en “vicepresidenta de pelusas”.

“Todo tiene un límite, y ese límite es mi dignidad”, suelta enfadado Iglesias antes de marcharse por la puerta... Y volver a entrar resignado. “Vale, me quedo”.

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