Especial

'La rueda del tiempo': Amazon intenta no descarrilar por emular a 'Juego de tronos'

El elenco de 'La rueda del tiempo'

Lorenzo Ayuso

Faltan poco más de 24 horas para que eche a rodar La rueda del tiempo, la gran superproducción de largo recorrido de Amazon Prime Video. Con permiso, claro está, de la nueva adaptación de El señor de los anillos en marcha y con vistas a llegar en 2022 al catálogo.

No son pocos los reclamos de partida con los que cuenta, casi paralelos a los de la que aún está por venir. Como aquella, estamos ante una saga literaria de fantasía, escrita por Robert Jordan, que ha cosechado un enorme éxito internacional, con más de 90 millones de libros vendidos en el mundo, y llega también con la aspiración de alzarse como una franquicia rentable y amortizable en el catálogo de la streamer, necesitada de grandes marcas propias.

Por si el peso de esa marca no fuera suficiente, incluso a nivel local cuenta con incentivos, que podemos plantear en analogía a los de El señor de los anillos. Y es que también cuenta con talento español involucrado: si J.A. Bayona es el director de los dos primeros episodios de la traslación a imágenes del universo de JRR Tolkien, el amplio reparto internacional de esta incluye a Álvaro Morte en un papel relevante, flanqueando a la protagonista y productora Rosamund Pike.

Ahora bien, ¿qué podemos esperar en sí de este ambicioso nuevo producto? ¿Tendrá entidad suficiente por sí mismo?

Los desafíos y hándicaps de una serie de altas miras

La sombra de El señor de los anillos está bien presente. Al fin y al cabo, se ha adelantado a ella y está por ver si esta intentona aporta buenas vibraciones de cara a un proyecto de proporciones aún mayores. Al mismo tiempo, el rédito que Netflix ha conseguido de otras franquicias surgidas de la literatura fantástica o épica, con The Witcher como claro exponente en emisión, también puede significar un referente cuando menos difícil de igualar.

A estas alturas el principal referente y hándicap está en HBO, con Juego de tronos aún vigente en la memoria y con un aprovechamiento lejos de acabarse para la compañía de WarnerMedia. La materia prima, los libros de Jordan (14 sin contar precuelas), aportan contenido abundante para extenderse y producir decenas de horas de emisión, tanto como podríamos acabar teniendo del mundo de George RR Martin, con un spin-off cuyo lanzamiento se verá en 2022, House of the Dragon, y con otros tantos proyectos paralelos en desarrollo.

El camino de La rueda del tiempo es sin duda empedrado, y Amazon ha procurado salvaguardarlo tanto como ha podido antes de su estreno para impedir que las primeras impresiones lo embarren aún más. El embargo para la publicación de reseñas no se levantó hasta la mediodía del martes 16, esto es, apenas tres días antes del lanzamiento de los tres primeros episodios. Una espera que podría inducir a pensar en un cierto temor a la respuesta general. Y lo cierto es que, una vez sondeadas las críticas, no puede hablarse de una recepción negativa de la propuesta. El problema está en que tampoco se advierte un entusiasmo reseñable.

En estos casos, es siempre útil observar los datos que aportan los dos principales agregadores de críticas anglosajones, Metacritic y Rotten Tomatoes. Lo que se desprende de su muestreo es una reacción relativamente aceptable a los seis primeros capítulos: el primero le otorga una media de 61/100 sobre un total de 10 textos, lo que le permite superar por la mínima la nota a partir de la que se considera una recepción “generalmente favorable”; el segundo, por su lado, presenta un 74% de reseñas positivas, de un total de 19, de las que se calcula una nota media de 6,5.

El sentir global lo condensa RT con estas palabras: “Las revoluciones de La rueda del tiempo pueden chirriar en tanto que intenta sobresalir entre el resto de series de fantasía, pero logra admirablemente hacer accesible a los no iniciados la épica de Robert Jordan”.

Se aprecia el “ímpetu” en su narración

Si revisamos las críticas una a una, podemos encontrar algunas particularmente entusiastas, como las de Collider o The Telegraph. Carly Lane, de la cabecera estadounidense, aplaude que la serie “se centra más en los momentos íntimos en vez de depender en gran medida de grandes secuencias de acción o en criaturas míticas hechas por CGI para conjurar entusiasmo”. De igual modo, alaba la inclusividad en el reparto de la adaptación: “Toma los libros de Jordan y los convierte en un mundo que se siente diverso y queer sin esfuerzo, con las mujeres en el corazón del poder, y todo ello sin que se requiere ninguna explicación o justificación. Simplemente es así”.

Desde The Telegraph, Ed Power propone un titular ambiguo al definir la ficción como “más un cosplay de Dragones y mazmorras que un Juego de tronos”. “En sus primeros episodios, esta gran Rueda tiene suficiente extensión, mística e ímpetu como para sugerir que puede seguir girando y darle a Amazon ese éxito global que tanto anhela”.

Parece haber acuerdo en que la serie no solo satisfará entre los “superfans”, como dice Kelly Lawler en su artículo para Today, sino a los espectadores sin conocimiento profundo de la saga literaria, pues “crea un mundo tentador y rico que no resulta muy confuso como para no entenderlo”. Además, se aplaude la perspectiva con la que la adaptación asume el reto: “...Utiliza un enorme reparto y buena cantidad de conflictos para hacer que las espadas y la magia arranquen antes de lo que los lectores de los libros podrían esperar”, dice Jon Negroni para TV Line.

La sombra de 'Juego de tronos' acecha

Así las cosas, puede certificarse que estamos ante un producto decente. Ahora bien, para muchos la adaptación adolece de fuerza para establecerse dentro de la incuantificable oferta, en parte por su afán por apresurarse a mostrar sus bazas.

Ahí es donde surgen las comparaciones (odiosas) con Juego de tronos, algo que se aprecia desde el logotipo, y donde, considera Variety, se evidencia el afán de Amazon por fabricarse un fenómeno global de forma tan inmediata como sea posible: “Parte del problema con La Rueda está en su adicción al espectáculo. Parece que estamos moviéndonos adelante constantemente o volver de una violenta conflagración, tanto que los poderes del show para sobresaltarnos se reducen enseguida”, escribe Daniel D'Addario.

En conjunto, esta tendencia deforma la sensación de profundidad del universo, “con su foco limitado a los peligros que hay justo delante”, continúa, y “hiere la habilidad para perfilar personajes”. “No es hasta el sexto episodio cuando la vemos [a Pike] hacer algo más que recitar con gravedad”, dicen sobre Moiraine, su personaje.

“No es seria a perpetuidad como muchos dramas de una hora, ni está tan estirada como para ser plúmbea, como demasiadas series de streaming”, valora para Indiewire el crítico, que señala giros “efectivos” y personajes “con interés” además de la propia presencia de Pike como “una extraña y absorbente presencia central”. No obstante, más allá de esa eficacia narrativa, “hay pocas motivaciones para enrolarse en La Rueda del tiempo a perpetuidad”: “Los fanáticos de la fantasía estarán demasiado frustrados por la torpe forma de acabar sus tramas de la adaptación, mientras que los espectadores incidentales pueden encontrar mayores satisfacciones en otras series”. Con todo, este crítico encuentra sus “encantos” en la serie, como para no considerarla mala.

“Más negocio que pasión creativa”

Así como encontramos pocas reseñas entusiastas, tampoco abundan las opuestas, aunque las que hay atacan sin piedad el producto: The Playlist la desdeña colocándola “al borde de la parodia” por lo que se aprecia como una seriedad impostada. Pero sobre todo, advierte la influencia de tanto Tronos como El señor de los anillos para hacer de esta adaptación algo “inevitable” pero no por ello relevante.

“Hay informaciones de que Amazon se dejó una fortuna en esta serie, pero no se ve en la pantalla. Los trajes parecen salidos de una feria medieval, los decorados lucen apagados y hasta a los efectos les falta intensidad. El primer episodio termina con una secuencia sangrienta que básicamente cierra con la pobre Rosamund Pike moviendo los brazos mientras la música se intensifica y los cuerpos vuelan”, dice. Estos elementos certifican su juicio. “Ese tipo de dinámica, más dirigida por negocio que por pasión creativa, a menudo lleva a decepciones como esta, una serie que parece que sintiera que tenía que hacerse, incluso cuando nadie parecía querer hacerla”.

Aunque ninguna crítica será tan lacerante como la de Rachel Cooke en The New Statesman: “Es una pérdida colosal de tiempo y dinero”, titula. “¿Será un éxito? No me pregunten a mí. Solo sé que entré en una espiral mortal después de ver el primer episodio. He leído que fue Jeff Bezos quien estimó que Amazon requería de su propio Juego de tronos, y no paro de imaginármelo a él y a su novia en su nueva mansión viendo esta tontería mientras visten albornoces blancos a juegos. Esto y su cohete. Cómo no gastarse el dinero”.

La sentencia resulta, quizás, demasiado dura, pero en cualquier caso responden a la principal preocupación en torno a un producto como este. En un escenario ávido de marcas amortizables a largo plazo, tal vez el gran problema sea la cada vez mayor autoconsciencia de las nuevas ficciones que surgen, más pensadas para ramificarse hasta la extenuación bajo la promesa de más y más entregas, que para ser plenamente satisfactorias en su visionado.

Etiquetas
stats