Entrevista Vertele

Chicote: 'Con mi mujer no me desahogo, bastante tiene con aguantarme'

Chicote: 'Con mi mujer no me desahogo, bastante tiene con aguantarme'

Esta temporada de éxitos renovados en laSexta, Alberto Chicote “sufre más”, se enfrenta a desahucios y “a niveles estratosféricos de guarrería y grasaza”, aunque lo más duro fue intentar salvar el negocio de un viejo amigo: “Me tocó la fibra sensible. Yo no soy de piedra”.

Vertele charla también con el mediático cocinero sobre los nuevos formatos de cocina, Masterchef en TVE: “Me alegro de que Jordi, Pepe y Samantha estén ahí, que lo pasen bien”, y Top Chef, la próxima temporada en su cadena: “Me divierte mucho y me parece muy bonito”.

Mientras sale a relucir la competencia, Gran Hermano en Telecinco: “No es que no me guste este reality, es que me pongo a verlo y no entiendo el fenómeno”. Además, nos revela los planes para montar su propio restaurante y sus comienzos como cocinero “sin cobrar”. Esta noche, le toca media entre dos hermanas:

¿Chicote está siendo más humano en esta segunda temporada?

Sigo siendo el mismo de siempre, lo que sucede es que los casos que nos hemos encontrado esta temporada han requerido muchas veces de cierta motivación, de charlas más sentidas, de hacerles ver a la gente las cosas de un modo más calmado. Sí es cierto que me han dicho que se me ve más humano, pero yo no he dejado de ser el que soy y, en el fondo, también soy un tío calmado.

¿Como fue la experiencia que vimos de intentar salvar el negocio de un viejo amigo?

Muy especial para mí, porque supueso volver al restaurante de un amigo por el que sentía una gran admiración y donde yo mismo había cocinado hace años. Eso me tocó la fibra sensible y yo no soy de piedra.

¿Siente que ahora se que emplea más a fondo en su papel de psicólogo?

No soy psicólogo. Sigo tratando a la gente del mismo modo que siempre. Hay cosas que no se pueden decir pasando la mano por la espalda, como “tienes ésto lleno de cucarachas”. No sé cómo dice eso un psicólogo. En realidad, lo que intentas es comprender la situación de la gente con la que trabajas, y cuando necesitas que cambien su manera de entender el negocio pues lo haces así, porque hay veces que se matan más moscas con miel que con un martillo.

Los hosteleros se desahogan con Chicote pero, ¿con quién se desahoga usted?

Con mi mujer, no (risas), porque bastante tiene ella con aguantarme a mí como para tener que comerse los marrones de otros. Pero no estoy sólo en este trabajo. Somos un equipo importante de gente y yo sólo soy el que da la cara ante la cámara, pero lo cierto es que todos nos implicamos por igual. La verdad es que nunca me había planteado ésto, pero es cierto que cuando acaba la grabación me llevo al director o a otro compañero a tomar una cerveza. Igual son ellos los que se comen el marrón y les tengo que dar las gracias...

Como se ha publicado, ¿su programa “ha despertado” a los inspectores de sanidad?

Por lo que he leído, sí. Han salido bastantes inspectores a declarar a la prensa que estas situaciones de insalubridad son reales. Esto no quiere decir que todos los sitios sean así, sino que son así los sitios en los que hemos estado nosotros. Pero seguro que hay más. Siempre le digo a mis amigos cuando me hablan de este tema: ¿A que en vuestro barrio hay seguro dos sitios donde no entraríais nunca? Y todos me responden que sí, es curioso.

En una ocasión, nos ocurrió que cuando se enteró la inspección de sanidad que íbamos a ir a grabar un programa, fueron tres días antes al restaurante a advertirles que tenían que limpiarlo todo, antes de que llegáramos nosotros porque si no les metían un 'puro', ya que dejaban fatal a los de sanidad ante la audiencia.

¿Cuáles son los errores más frecuentes que encuentra en los restaurantes que piden ayuda?

Lo que ocurre es que cuando entras en un clima de desidia y dejadez, lo abandonas todo y no hay nada que se te escape. Hay cosas que son muy visibles como pueden ser la suciedad, la falta de higiene, la falta de limpieza, el tener un producto que ya está cogiendo cuerpo en la cámara y está andando sólo... Esto es muy común, porque se plantean: ¿Cómo voy a comprar género tan bueno como el que compraba antes? Y entonces, empiezan a comprar guarrerías y, de repente, te encuentras con un tipo con un local al lado del mar y tiene en su nevera pescado congelado. Nadie que coma al lado del mar quiere que le den una lubina de criadero y congelada.

Cuando usted ahora come en un restaurante, ¿le dan mejor de comer que antes?

Bueno, me ocurren guiños divertidos. Los camareros me dicen: “¡Meteté aquí en la cocina con estos cocineros!”... Alguna vez se levanta alguien de una mesa a decirme lo que tengo que comer... Pero en realidad tengo que decir que los sitios a los que yo voy a comer todo lo tienen bueno, porque son sitios de amigos.

¿Cuáles son sus restaurantes favoritos?

Pues son muchos. Me gusta mucho “El Celler”, el de Martín Berasategui, el de Juan Mari Arzak, Quique Dacosta, el “Mugaritz” de Andoni... En fin, si es que me gustan los buenos, como a todo el mundo

El 'rey' de la cocina de la temporada pasada en Pesadilla en la Cocina

Esta temporada no me he encontrado ningún bichejo de este tipo, pero sí me he encontrado con sitios muy estratosféricos a nivel de guarrería y grasaza. ¡Chocolatadas las que quieras!

¿Va a seguir homenajeando con su vestuario a Ágatha Ruiz de la Prada?

Sí, cada capítulo uno. Esto surge porque en 2007 creo que fue, la Comunidad de Madrid puso una iniciativa en la Pasarela Cibeles que consistía en que una serie de cocineros le dedicaran un plato a un diseñador y a mí me toco a Ágatha. Le hice una interpretación de la ensalada Caprese y a ella le gustó mucho y me propuso hacerme a mí una chaquetilla. Me hizo una, que fue por cierto la que saqué en el restaurante mexicano, y me encantó. Hicimos unas fotos, de hecho a partir de esa iniciativa salió un libro sobre moda y gastronomía, y me gustó.

Como llevaba toda la vida vestido de blanco me dije pues voy a cambiar. El caso es que cuando empezamos el programa me propusieron llamar a Ágatha y que me hiciera más para sacarlas en el programa. Ella las hizo y todos tan contentos. Ahora para esta segunda temporada ya ha sido ella la que ha dicho: “¡Eh, que ya te las hago yo!

¿Qué opinan sus amigos cocineros de un programa como el que hace?

La percepción por parte de la gente del oficio, o por lo menos los que yo conozco, es muy buena. Que te llame alguien como Joan Roca y te diga que le encanta mi programa pues mola mucho. No sé de ningún cocinero que haya criticado el programa, o al menos a mí no me ha llegado. Está todo el mundo encantado.

¿Piensa montar pronto su propio restaurante?

Claro que lo pienso, los directores de cine piensan en hacer películas y los cocineros pensamos en montar restaurantes. Pero, ahora mismo, no tengo ni local ni nada en marcha.

¿Teme que el nivel de exigencia que le impongan sus clientes sea mucho más alto que al resto?

Seguro, se escucharán las escopetas cargar desde la calle, segurísimo. Pero bueno, eso viene siendo así desde siempre. Siempre me he movido en un nivel de restauración alto y, cuando las expectativas del público son altas, pues ocurre ésto, que la gente entra con las escopetas cargadas, es normal.

Los formatos de cocina están de moda. Ahora en TVE con MasterChef

Es otro tipo de programa. Pero yo me alegro mucho de que haya otros programas de cocina y más en el prime time de la noche. Me alegro de que Jordi, Pepe y Samantha estén ahí, que lo pasen bien. Creo que están haciendo un buen trabajo. Lo importante es que la gente se interese más por la cocina, que haya más formatos, más historias, y luego que cada uno elija el que más le gusta.

Esta temporada, ha tratado casos de actualidad como los desahucios. ¿Cómo lo afrontó?

Pues con normalidad, como todo. Cuando te encuentras con un tipo que tiene un problema, y es que cómo no saque el restaurante adelante se va a quedar sin casa, ¿qué haces?. Pues decírselo, porque a lo mejor no era del todo consciente y nadie se lo ha dicho antes.

Cuando entra en un restaurante, ¿qué es lo que usted exige como profesional?

Un negocio de hostelería tiene muchísimas patas. Si llegas y no te atienden bien, los precios no son los adecuados y la calidad no es la que te esperas, entonces es que algo falla. Las expectativas del local y la clientela tienen que coincidir. Un restaurante japonés tiene que parecer un restaurante japonés no un mesón segoviano. Pero, en nuestro caso, como es lógico, sólo nos llaman los que tienen problemas.

laSexta estrena la próxima temporada Top Chef

El formato mola la de Dios. Yo he visto el francés, el norteamericano... Me divierte mucho y me parece muy bonito. Es un proyecto chulo, chulo para afrontar.

Esta temporada, Pesadilla en la Cocina está peleando con Pesadilla en la CocinaGran Hermano

Yo lo que dije es que no lo entendía. No entiendo el fenómeno Gran Hermano. No es que no me guste, es que me pongo a verlo y no lo entiendo.

¿Hay algún plato que se le resista?

Los platos nunca se resisten. Creo que cuando te pones a cocinar y respetas los pasos, con un poquito de habilidad y conocimiento, no hay nada que no salga bien.

¿Tiene algún plato estrella?

En el libro de recetas del programa que hemos hecho salen algunas de mis favoritas, por ejemplo la del tataki de atún con ajoblanco, que me tiré muchísimos años haciéndolo en “Nodo”, y ha sido un plato que me ha dado muchísimas alegrías y con el que me he recorrido medio mundo.

En la anterior etapa hubo dos restaurantes que no consiguieron remontar y cerraron. ¿Supuso para usted un fracaso?

Lo sentí un montón porque empleas mucho trabajo, mucha fuerza, mucha energía, mucha ilusión... y que luego las cosas no funcionen o que ellos empiecen a hacer lo que les sale de las narices al día siguiente de salir por la puerta, porque piensan que sólo con tener el local más bonito la cosa va a funcionar, pues te da mucha rabia.

Después de tantas horas de rodaje metido en cocina, ¿le quedan ganas de meterse en la suya?

¡Hombre claro! Cocinar es lo más bonito del mundo. A mí lo que me cuesta es cocinar para mí sólo. Pienso que el hecho de cocinar tiene que ser generoso. Y lo más divertido del mundo es cocinar con alguien y luego comértelo. En la cocina se lo pasa uno muy bien.

¿Usted se ve dentro de diez años en esta faceta televisiva?

Si esta pregunta me la haces hace 10 años te hubiera dicho: “¡Ni de coña!” Cómo me iba a imaginar ésto. Entonces, ¿dentro de 10 años qué será? Pues lo que venga, por los cuernos... Supongo que surgirán un montón de cosas... ¡Espero que haya otros 43 por lo menos!

¿Cómo se enfrentó al reto de tener que reflotar restaurantes?

Lo más llamativo es ver restaurantes que tú no has visto en tu vida. Siempre he tenido la fortuna de trabajar en buenos restaurantes. Cuando empecé a cocinar tenía la suerte de que vivía en casa con mis padres y no me hacía falta el dinero, entonces podía elegir los sitios donde iba a trabajar porque no cobraba. Hace veintitantos años de aquéllo... Claro, ahora lo de las prácticas es bastante común pero antes no. Y claro, cuando les decía que quería trabajar sin cobrar pues se emocionaban, porque dos manos gratis pues todos las quieren.

Entonces yo siempre trabajé en restaurantes buenos. Nunca trabajé en restaurantes como “La Tana” o “El castro de Lugo”, estos restaurantes chiquititos que lleva una persona. La primera vez que crucé la puerta de una cocina de éstas lo primero que pensé es: “¿Existe ésto de verdad?” Este formato de hostelería yo no lo había conocido nunca. Lo que sucede es que es el más mayoritario. La mayoría de los restaurantes no tienen brigadas de cocineros y camareros, metros cuadrados para aburrir, inversiones millonarias... Eso no es así habitualmente. La gente monta un restaurante en su barrio e invierte 30 mil euros.

Ejercer de coach

Ahora lo llaman así, pero yo lo llevo haciendo toda la vida con la gente que quiero y que me importa. Todos nos sentamos a hablar con nuestros amigos cuando tienen problemas, pero no sabíamos que nos estábamos “coacheando”. En realidad, lo que haces es charlar, echarle una mano, levantarle el ánimo. En este caso, la diferencia está en que no sólo es levantarle el animo sino hacerle entender cuál es la situación real a la que se enfrenta y qué tendría que hacer para poder salir del atolladero en el que está.

Cuando estoy trabajando, me olvido completamente de que alguien lo va a ver por la tele. De hecho yo no estoy pendiente de las cámaras. La cámara tiene que apañárselas para seguirme como puede porque yo estoy en mi cocina y lo único que me preocupa es sacar adelante el negocio.

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