Crítica

Moción de censura en Marbella: Remite la ola de calor, sigue el bochorno

El mapa de buenas intenciones que las cadenas aseguraban haber dibujado con las coordenadas de la cobertura informativa de la moción de censura en Marbella acabó, como era previsible, hecho pedazos. Los trocitos terminaron pisoteados en ese fango rosáceo (con el que ni la «supermopa» puede) que emponzoña la parrilla televisiva. Perdidas las guías, no es extraño que las televisiones optaran ayer, en menor o mayor medida, por tomar de nuevo rumbo hacia el puerto del sensacionalismo.

La jornada supuso el triunfo definitivo de la «bobalización» televisiva, una variante banalizante de la globalización planetaria que consiste en mezclar los géneros. Un revoltijo de retortijón en el que lo intrascendente cobra una importancia desmedida y lo significativo queda reducido a la anécdota sangrante. Esa fue de nuevo la tónica. La insoportable ola de calor remite, pero el bochorno no cesa.

Todo este galimatías sirve sólo para evidenciar lo necesario que se hace reclamar la vigencia del viejo dicho del zapatero y sus zapatos. Mientras el trabajo de los servicios informativos fue impecable, los magazines exprimían hasta la cáscara los detalles morbosos del espectáculo. Con el suelo sí se especula; con las décimas de «share», no. Tergiversando sólo un poquito una de las más celebres frases acuñadas por Julián Muñoz: «Hay que dejar a los profesionales en paz». En este caso, a los de la información política.

Respetable Con independencia de las innegables connotaciones morbosas que el asunto presenta, no parece que los programas del «cuore» (género que hecho con respeto es tan respetable como otro cualquiera) sean los más adecuados para analizar esta crisis política. Es obvio. Tampoco a ningún editor se le ocurriría abrir un informativo con el primer beso de Paquirrín y su novia. Lo resumía perfectamente la frase que Carmencita, el colaborador travestido de «A tu lado» le soltaba ayer a la presentadora: «Déjate de políticas Carolina y búscame un novio, que lo necesito».

Pero ni caso. Para empezar, «Como la vida» de Antena 3 y «Por la mañana» de TVE-1 dedicaban dos monográficos a la cuestión de la moción. Los primeros minutos del programa de Senovilla dejaban claro el tono con que se afrontaba el asunto. Una periodista aseguraba a pie de puerta del Ayuntamiento que «aquí la tensión es máxima, puede pasar de todo». Previamente explicaba las medidas de seguridad con un «no ha habido ningún tipo de navajazo, ni de ataque, ni muchísimo menos...». Y tanto bombo para que, a la hora de la verdad, la de la votación a mano alzada, los dos magazines estuvieran a por uvas. Ninguno la ofreció en directo. Justo en ese momento, Antena 3 despedía un avance informativo y TVE-1 daba paso a la publicidad. Sintomático.

Pero lo peor estaba por llegar y nunca parecía acabar. Gil y Gil, tras dar sus primeras impresiones a Senovilla, sudó la gota gorda haciendo malabarismos para intervenir en todos los magazines de tarde. Tampoco Muñoz y el resto de secundarios de lujo parecían hallar tribunas más adecuadas. Con todo, gracias a «Menta y chocolate» y «A tu lado» pudimos conocer la opinión sobre el escándalo de reputados expertos en análisis político como Faina, Kiko o Paola Santoni. Puede que, como afirma el concursante de «Gran Hermano», «Marbella se haya convertido en un circo», pero tal y como está la televisión, les das un león y lo ceban.

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