Una nueva estrella mediática ha nacido en TV

Oído cocina: ¡Marchando una de grandes frases de Chicote!

Oído cocina: ¡Marchando una de grandes frases de Chicote!

Chicote acaba de llegar a la tele y ya nos ha llenado la despensa de una buena colección de frases con las que relamernos. El “general de los fogones”, que ayer protagonizó la segunda entrega de Pesadilla en la cocina (laSexta), también con buen resultado, rompe audímetros con su carisma personal y su verbo incendiario. Los tuiteros le han bautizado como el Chuck Norris con mandil pero, según él, por sus venas solo “corre el aceite”. Vertele ha hecho una selección de sus mejores perlas para el disfrute de los oídos gourmet.

“Esto lo has cocinado con uranio, no al vapor”

En la segunda entrega de ayer (jueves 1 de noviembre), el chef y showman madrileño no decepcionó, dedicando frases al dueño del restaurante Da Vinci de Moraira (Valencia) memorables, como ésta, en la que ironiza sobre la radioactividad de los alimentos que se sirven.

“Esto es el puto paraíso del bicho. Parece un zoo”

Las moscas y las cucarachas campan a sus anchas en la cocina del restaurante de Moraira. A Chicote se le saltan los ojos de las órbitas al contemplar semejante despliegue de fauna. El propietario le mira impasible cuando Chicote exclama escandalizado: “Eso se llaman animales y se llaman arañas. ¡Curran ellas más que tú!”.

“Es una cocina porque tiene fuegos, sino sería una pocilga”

De la boca de Chicote salen todo tipo de exabruptos cuando ve la cocina. “Eres más guarro que la potitos”. La cocina está hecha un auténtico asco, la suciedad invade todos los rincones . El propietario del restaurante reconoce que no friega todos los días, solo lo hace “de vez en cuando”. Aberto, al ver el estado del microondas, compara al propietario con la Potitos.

“Esto es comida de gatos”

Entre el pienso que comen los gatos y lo que se ofrece en el restaurante no hay diferencia para Alberto Chicote. Hay mucha comida caducada y el resto está en muy mal estado de conservación. Hasta uno de los cocineros que trabaja en el local reconoce que ha visto “bandejas con tomates azules”. El propietario confiesa que las salsas son en polvo y la comida no es del día. “La gente no viene por la mierda de comida que das”, el chef es rotundo.

“Esto es la matanza de Texas de las lavanderías”

Chicote va a buscar al propietario del restaurante alicantino a su casa. Al entrar a la vivienda se queda absolutamente pasamado: imposible caminar sin tropezar con las descomunales montañas de mantelería sucia que hay repartidas por todas partes. Todo es un caos. De forma elegante le aconseja: “Tienes que poner en orden tu vida”.

“Entre esto y un guerrillero del IRA no hay ninguna diferencia. Te faltan las pistolas”

“¡Vaya tela marinera!”, exclama el chef al contemplar una bandeja con unos restos de quién sabe lo que pretendieron ser en su día. “La gente no viene por la mierda de comida que das”. “Esto es una guarrería”. Chicote y el propietario se enzarzan en una discusión que no tiene desperdicio. “¡Ahora sí que me has tocado los huevos!”, remata Chicote.

“Estar entre fogones es como vivir en un estamento paramilitar”

Alberto Chicote concibe la cocina como “un espacio casi paramilitar” en el que no soporta “que se tomen licencias, que los trabajadores estén dormidos y que puedan, incluso, envenenar a gente que vaya al restaurante”.

Chicote llega a vomitar en uno de los programas ante lo que se encuentra en la cocina. “¿Cómo no me voy a cabrear? Para mí la cocina es un espacio casi paramilitar y no soporto que la gente se tome determinadas licencias y se permita el lujo de envenenar a la gente”.

“Me he encontrado comida de la Segunda Guerra Mundial”

Se trata de salvar restaurantes al borde de la quiebra, ver qué es lo que hace que el negocio peligre. La mala calidad de la comida es sin duda un factor a tener en cuenta. Alberto Chicote resulta hasta elegante cuando critica el estado caduco en el que se encuentran muchos alimentos.

“En una cocina sólo me río cuando todo va de maravilla”

El chef confiesa que se le olvida por completo que está ante las cámaras. Aclara que en su espacio nadie tiene que decirle lo que tiene que hacer, “mando yo”. Cuando entra en una cocina desconecta “el botón de Alberto calle y enciendo el de Alberto cocina”.

“He visto tablas para cortar usadas para cortar cabezas de la revolución francesa”

No sale de su asombro cuando entra en una cocina y ve “cómo se han esforzado en cargarse un restaurante”. Recalca que, en ocasiones, “prefería reír antes de meterles la cabeza en la sartén”. Pero restaurar cocinas con ratones y llenas de grasa ha sido su pan de cada día. No exagera cuando afirma que “en esta temporada ha habido cocinas que eran para pegarles fuego directamente”.

“¿Encontrarse un ratón en un lavavajillas? Pues sí”

A lo largo de los ocho programas que ha grabado ha entrado en cocinas que le han dejado atónito. Cuenta anécdotas que dan miedo: “¿Es verdad que puede haber un ratón en un lavavajillas? Pues sí”. Ante un espectáculo semejante no es de extrañar que se ponga nervioso y sea capaz de cualquier cosa. Por si alguien todavía duda, Chicote les dedica esta frase: “Lo que se ve es absolutamente real”.

“Una cámara con un producto se ponga tan verde que parece un prado”

Durante este tiempo se ha dado cuenta de los principales problemas que tienen estos negocios. “En algunos de ellos el problema es insalubridad, otra vez falta de comunicación y equipo, otras problema económico o de gestión del local. Multitud de problemas que no son tan complicados de solucionar cuando los ves desde fuera”, detalló el chef.

“No es cuestión de pasta, sino de ser un cerdo”

Tras una comida nada afortunada, Alberto Chicote solicita ver la cocina. Se encuentra con un lugar lleno de grasa, con la comida mezclada en la nevera y mal conservada. El propietario del negocio lo achaca a la falta de dinero, el chef, a “ser un cerdo”.

“¿Tienes las manos grasientas? Joder, como el resto de la cocina por lo que veo”

A Chicote se le da muy bien poner un espejo delante de la cara de su interlocutor. Habla claro y sin anestesia de todo lo que se está haciendo mal en el negocio. La falta de higiene la lleva fatal, tan mal como la ausencia de disciplina. Ya se ha encontrado con alguna que otra cocinera que ingiere bebidas alcohólicas en horas de trabajo. Si tiene que dar lecciones no se corta un pelo: “La tinta de calamar es tóxica si no se hierve, ¿lo sabías?”.

“¿Tienes la carne con el pescado en este supercaldichi?”

La simple mención del “ supercaldichi” basta para revolver las tripas del menos escrupuloso. Pero la cosa no acaba ahí. Alberto interroga a la cocinera muy cabreado y a punto de perder el control: “¿A quién te quieres llevar tú por delante? ¿Quieres matar a uno del pueblo?”. Su curiosidad no tiene límites: “La pregunta es qué mierda es ésto. ¿Bechamel con qué más?”.

“La nevera con la matanza de Texas ahí montada”

Después de un primer vistazo a la campana, la freidora y la encimera, el chef abre la nevera y contempla “la matanza de Texas ahí montada”. Una expresión que no le gusta nada a su interlocutora, que lo acusa de ir “un poco sobrado”. “No tienes cojones a comerte esto”, le responde con un tupper de cerdo, pollo y pescado mezclado.

“¡Madre del amor hermoso! ¡De este material se hacen las cajas negras de los aviones!”

Histriónico, tajante y sincero, así lo han descrito los medios. No solo es un maestro de los fogones, también maneja como nadie el arte de hacer comparaciones, tan ocurrentes como desternillantes. Chicote reconoce que tiene mala leche, como Gordon Ramsey, pero se distancia de las comparaciones que puedan hacerle con el titular del formato: “Yo no soy Gordon, yo soy cocinero no soy actor y solo sé hacer de mí, aunque es posible que tenga tan mala leche como Gordon”.

“Se han equivocado. Me han traído la comida del perro”

Degustar los platos forma parte de los gajes del oficio de todo chef que se precie. No tienen desperdicio ninguno de los comentarios que salen por su boca ante la contemplación de los platos que le sirven. Mientras menea una salsa amarillenta, Chicote exclama: “La salsa es una tortilla. Mira cómo baila”. Él lo tiene claro: “No tienes cojones a comerte ésto. El que tenga cojones a comerse esto que levante la mano”.

“Me han tocado la cara y nada más, pero no por falta de ganas”

En tono jocoso, el que fuera nombrado Mejor cocinero del año 2006, revela que le “han llegado a tocar la cara, pero nada más; seguramente no por falta de ganas”. Lo cierto es que la tensión se respira en cada momento del programa y el espectador espera el peor de los desenlaces.

“No creo que un solo tío sirva 40 mesas… ¡O es mister pulpo o lo tiene complicado!”

Se trata de salvar un negocio y Chicote deja clara su filosofía. “Cuando te enfrentas a un restaurante que no funciona y no sabes por qué, lo primero es analizar los problemas que se le presenten, no sólo los espacios: las personas, la actitud de la gente, la capacidad de trabajo en equipo… todo esto no es sencillo”.

“Lo que hacemos, la gente se lo mete por la boca”

Esta es la frase que reina entre sus fogones. Y efectivamente, lo que hace Alberto Chicote la gente se lo mete por la boca y la audiencia se lo mete por la Sexta, el canal de nuestras mejores pesadillas “en la cocina”.

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