Por Sergi Pamies

Sardá-Buenafuente: dos mejor que uno

Antena 3 ha confiado en Andreu Buenafuente para levantar su oferta noctámbula. Eso no es noticia, pero sí que su programa, Buenafuente, obtenga unos resultados dignos que, el 26 de enero, incluso lideraron las audiencias (30,8% de share de la franja de madrugada).

Buenafuente no llega a un territorio incruento, sino a una zona de la parrilla en la que todavía humean las carbonizadas propuestas de quienes sufrieron el efecto Crónicas marcianas (Máximo Pradera, Jesús Vázquez, Francis Lorenzo). La abducción marciana se inició en septiembre de 1997. Entonces, Pepe Navarro dominaba este espacio con un estilo esperpéntico-sensacionalista que acabó con él. CM fue la alternativa.

Lideraba la nave Javier Sardá (Barcelona, 1958), un periodista imaginativo y un gran comediante. Aunque el olvido silencie aquella etapa, la andadura de Sardá y de sus primeros escuderos (Galindo, Mariano, Padilla, Clapés, Fuentes) provocó masivas adhesiones entre los deseosos de sobrellevar el recién estrenado aznarismo con algo más que resignación.

Sardá no sospechaba que de aplaudida alternativa pasaría a ser criminalizado demonio. Impermeable a las críticas y adicto al liderazgo (en las últimas semanas no se ha movido de un margen que va del 28% hasta el 37% de share), cuando celebró los mil programas escribió: “Aunque es cierto que la televisión es chispa, talento e imaginación, para hacer mil ediciones de un programa hace falta tener, en cierto modo, la naturaleza del estibador. Hay que estar todos los días con el lomo dispuesto para amasar, hornear y transportar varias horas de televisión en bandejas convenientemente presentadas”.

La táctica del estibador, no obstante, levanta ampollas entre sus detractores y algunas asociaciones de espectadores (cuya ideología CM denunció en un reportaje). También ha generado odios y amores. Juan Manuel de Prada lo elogiaba con un “cochambrosamente desquiciado”, y Joaquín Sabina era más duro: “Mierda empaquetada”.

Josep Maria Mainat, uno de los directores de Gestmusic, no opina lo mismo: “CM es una máquina de hacer entretenimiento, una transgresión nocturna que pretende ser lúdica, provocativa y cachonda, para que la gente pueda cerrar la jornada colgando del perchero los problemas y las frustraciones y abandonarse a una fiesta televisiva sin complejos ni prejuicios”.

Ahora Sardá compite con alguien a quien conoce bien. Nacido en Reus, Buenafuente aterriza en Antena 3 con 40 años recién cumplidos, experiencia (incluso reveses como La última noche o Moncloa dígame, ambos en Tele 5), un programa clónico al que hacía en TV-3 (Una altra cosa) y la complicidad de Maurizio Carlotti, consejero delegado de Antena 3. Este paso decisivo es la consecuencia de una carrera en la que Sardá también participó.

En 1993, cuando presentó un programa que llevaba el profético nombre de Tot per l'audiència, Sardá confió en Buenafuente y compañía para acompañarle. Aquel espectáculo anunciaba las claves del estilo de ambos: una carismática propensión a la gamberrada (en el caso de Sardá) y a un gran talento para la travesura (en el de Buenafuente).

Buenafuente recuerda aquella etapa “como una época muy buena de formación personal en la que estuvimos cuatro años trabajando diariamente en la radio (La Ventana, cadena SER) y Sardá me dejó realizarme y experimentar y me respetó mucho”. Su colaboración con TV-3 también estuvo marcada por el respeto. Francesc Escribano, director de TV-3, reflexiona sobre Andreu: “Es sobre todo un humorista con un gran sentido del espectáculo.

Tiene una visión divertida de la vida cotidiana y detecta la comicidad de las situaciones de una manera que te lleva a reírte de ti mismo. Creo que, además, ha sido muy inteligente al mostrarse tal como es y no pretender borrar su catalanidad“. El aludido, en cambio, define así las señas de identidad de su programa: ”Debería ser compromiso, honestidad con la televisión propiamente dicha, apuesta por el espectáculo y el contenido e intentar ser un escaparate interesante de la actualidad“.

Contrariamente a Máximo Pradera, que compitió con CM desde la bravuconería, Buenafuente habla de coincidencia de horarios. Otra de las diferencias entre ambos es la responsabilidad empresarial. Sardá controla su programa (ahora sin la ayuda de quien fue su cómplice y maestro, Joan Ramon Mainat, fallecido hace unos meses), pero cuenta con la estructura de la productora Gestmusic. Buenafuente, en cambio, es su propio jefe y su curiosidad le lleva a compaginar la televisión con libros recopilatorios de monólogos (400.000 ejemplares vendidos), dirección de espectáculos teatrales, producción (Dos rombos, Homo Zapping) y otros entusiasmos. Cuando sale al plató, pues, tiene que olvidar su condición de hombre orquesta.

Para ello ha confiado en unos colaboradores con los que ya trabajó en Una altra cosa (José Corbacho, Santi Millán, Eduard Soto), con los que establece una relación que califica de “buen rollo”. Es un elemento marca de la casa, que genera la complicidad justa para que los invitados participen en un juego sin excesos denigrantes, basado en un humor más festivo que cínico y casi siempre para todos los públicos.

Unos contenidos que podría defender el directivo de la cadena de la película El show de Truman, interpretado por Ed Harris, cuando decía: “Los patrocinadores conocen los riesgos inherentes, aunque siempre intentamos mantener cierto nivel de decoro. Por ejemplo, nunca he instalado una cámara en el retrete”.

La propuesta de Marte es más indecorosa, y, pese al tópico, contiene algo más que insultos: strip tease, debates, varios tipos de humor, arengas, imitaciones, cotilleos, nuevas tecnologías, circo, sucesos, parapsicología. En los últimos años, CM ha estado marcada por la política de Tele 5 de explotar al máximo sus reality shows. La llegada de Gran Hermano, Hotel Glam o La casa de tu vida ha alterado CM, que se suma a la estrategia viral de comentarlos a todas horas.

Steven Johnson ya reflexionó sobre este fenómeno en su libro Sistemas emergentes: “A estas alturas resulta tópico hablar de la disposición de los medios a alimentar el morbo de la noticia; la cobertura de una historia trae consigo más cobertura, hasta llegar a una especie de salón de los espejos donde los pequeños incidentes o las mínimas acusaciones se amplifican hasta convertirse en Grandes Acontecimientos”.

Onda expansiva

CM amplifica la onda expansiva de algo tan absurdo como un cautiverio de lujo o un hotel con algo más que líos y lo reconvierte a su favor. La irrupción de los realitys en CM, ¿aporta o limita? Mainat opina: “Claro que aporta. Aporta personajes, protagonistas, historias y culebrones.

Claro que también ha habido muchos meses sin ningún reality en antena y Sardá ha hecho el programa cada día. Pero si la cadena está emitiendo un reality, el hecho de que CM hable de sus protagonistas y de sus historias es una retroalimentación lógica y beneficiosa. De todos modos, los contenidos del reality sólo aportan una pequeña parte del guión, excepto aquel día en que el invitado o invitada es uno de los protagonistas del mismo“.

Es una presión que Buenafuente no sufre por ahora (sólo alguna conexión con Aventura en África), y eso le permite no salirse del formato de entrevistas y parodias. ¿Mal rollo contra buen rollo? ¿Es Sardá el nuevo Navarro y Buenafuente el nuevo Sardá? Por ahora la evidencia es que puedes elegir entre dos grandes espectáculos de masas. Que convivan confirma que el aumento de la oferta beneficia al espectador. Y si no gustan, quedan otros canales y la posibilidad, siempre plausible, de apagar la tele.

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