Artículo de interés

Televisión española con acento italiano

Por su interés reproducimos a continuación el siguiente artículo Dos italianos, Maurizio Carlotti y Paolo Vasile gobiernan con mano firme las dos primeras cadenas comerciales de este país. Un modelo de negocio muy rentable que también ha escrito unas cuantas líneas en la historia de la televisión ahora que se celebra el 50 aniversario de su nacimiento en España.

El recorrido de las cadenas convencionales ha sido más breve, de tan sólo 17 años, pero ha calado profundamente: hoy conviven cuatro cadenas en abierto que luchan por hacerse con una tarta publicitaria de 3.000 millones de euros.Tanto Telecinco, como Antena 3 han conseguido superar a TVE . Ellos, Vasile y Carlotti, han contribuido, para bien o para mal, al nacimiento de la televisión como negocio publicitario por encima de todo.

Son los dos grandes gestores de la televisión privada, de un negocio multimillonario . Telecinco facturó en el primer semestre de este año 513,2 millones de euros y Antena 3 alcanzó 460. Ambas cotizan en Bolsa y reúnen al 40 % de la audiencia. Su escuela es la misma, la Mediaset de Silvio Berlusconi, pero ahora compiten por llevarse la parte más jugosa de esa tarta.

Con la llegada de la televisión privada a España, nace un nuevo concepto: la televisión comercial. El modelo, en el caso de Telecinco, más tarde retomado por Antena 3, fue importado de Italia, con una gran tradición en la televisión de entretenimiento de masas, enfocada como el gran soporte de la publicidad. Los hombres de Mediaset, la matriz italiana propietaria de Telecinco, lo han repetido hasta la saciedad: “hacemos televisión para vender publicidad”. Este es el fundamento del negocio televisivo de las cadenas en abierto y su razón de ser.

El primero en implantar esta nueva fórmula fue Valerio Lazarov, que llenó la pantalla de colorines y también de publicidad. Lazarov revolucionó la televisión con formatos hasta entonces nunca vistos en España y el éxito fue inmediato. Pero duro poco. Cuatro años más tarde, Berlusconi envía a España a Maurizio Carlotti, un directivo de Finivest que comenzó su carrera en la televisión local Televenezia, con el fin de poner orden en las cuentas.

Con Carlotti, Telecinco inicia en 1994 un cambio de imagen que le aleja de las “mamachicho” con el fin de captar un perfil de público con mayor nivel y, por tanto, más atractivo publicitariamente. No persigue el liderazgo de audiencia, sino el de la rentabilidad. Por eso rechaza entonces las grandes inversiones como la compra de derechos fútbolísticos y dosifica el cine americano. Es el momento de comenzar a apostar por la industria nacional, lo que permite en parte el desarrollo de las actuales productoras de televisión, que crecerán tanto como sus resultados económicos. Las series españolas y los programas en directo facilitan una adecuada cuota de pantalla en torno al 19% a un precio razonable. “La televisión es un negocio de costes, el que los controle, controlará el mercado”, afirma un Carlotti triunfal que igualaba su estrategia empresarial a la máxima taurina de “parar, templar y mandar”.

Su éxito fue tal que deja Telecinco y regresa a la capital del imperio televisivo, Milán, para dirigir desde allí el emporio audiovisual y publicitario de Mediaset. Aquí termina su época dorada bajo las órdenes directas de la familia Berlusconi. Las desavenencias con otros grandes ejecutivos y las cada vez mayores diferencias con la “familia” provocan su caída. Poco antes afirmaba:“ hecho de menos la vida tranquila de una cadena como Telecinco”.

Con la salida de Telecinco de Maurizio Carlotti, irrumpe en la escena Paolo Vasile, otro italiano genial, pero con una gran facilidad para ganarse enemigos en el sector televisivo y en el Gobierno, como le gusta reconocer. Paolo Vasile, artífice de la salida a Bolsa de Telecinco, consigue no sólo los mejores resultados económicos de la cadena, sino también el liderazgo en audiencias, gracias a “Gran Hermano” y a una parrilla basada en múltiples espacios rosa y en series de éxito. Ha derrocado por tanto a la debilitada TVE y a una Antena 3 en crisis de identidad, que dirige precisamente su antiguo amigo Carlotti.

Dos italianos enfrentados profesionalmente para obtener los mejores fichajes y formatos y que se vigilan mutuamente para alcanzar o mantenerse en el liderazgo televisivo del país, sobretodo ahora, con dos comensales más mirando fijamente la tarta publicitaria: Cuatro y La Sexta.

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