Crítica

Vividores televisivos

Tuve que esperar a la reconciliación amorosa de Carmen y Ricky, en El diario de Patricia (Antena 3), para recuperarme de las palpitaciones que me sobrevinieron al ver el lamentable espectáculo de los exconcursantes de Gran Hermano María José Galera y Jorge Berrocal insultándose, sin límite, en el programa Abierto al anochecer, el martes por la noche. No les voy a contar el relato de lo sucedido, porque para mi desesperación fue uno de los programas más seguidos del día. Sólo una pincelada. Airear en público las intimidades forma parte de la libertad inherente de cada ciudadano. Insultarse, vejarse, llamar a ella “prostituta” y al otro “violento”, insinuar que es un pervertido sexual y, además,

colocar a los hijos de una de las partes en medio del berenjenal, es una incalificable ordinariez. Más cuando los protagonistas, que cobran por ofrecer el espectáculo, son jaleados convenientemente desde el plató por especímenes como Jimmy Giménez-Arnau. Para mí, unos y otros son el ejemplo más claro de que los vividores no tienen ningún reparo en mostrarse en

público por un puñado de monedas. Me pregunto qué hacen Jordi González, el presentador del programa, en medio de este asunto, y los programadores de la cadena privada cuando airean, al día siguiente, el alto nivel de audiencia alcanzado. O quizá son cuestiones tontas y uno vive en las nubes, sin darse cuenta de lo que es la vida. Sin salir del estado de perplejidad en el que estoy sumido y con el pulso más tranquilo me vienen a la memoria unas palabras del consejero delegado de Antena 3 Ernesto Sáenz de Buruaga, pronunciadas en julio, tras asumir el cargo. Dijo que su intención era hacer un modelo de televisión distinta, “familiar, predecible, donde no te lleves sobresaltos y donde la

gente, sin ver el logotipo, sepa que está en Antena 3“. Gracias. Me reconforta saber que no soy el único despistado. Joan Barrera, El Periódico de Catalunya

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