Su libro más personal

Wyoming recuerda la enfermedad mental de su madre: 'Nunca se recuperó'

Wyoming recuerda la enfermedad mental de su madre: 'Nunca se recuperó'

Asentado desde hace años como uno de los rostros más exitosos de laSexta al frente de 'El Intermedio', El Gran Wyoming destapa su parte más “José Miguel Monzón” en su nuevo libro.

'¡De rodillas, Monzón!', que así se llama esta nueva obra autobiográfica, desvela cómo fue la infancia y juventud del influyente presentador de Atresmedia, así como anécdotas muy personales que ya están dando que hablar.

En el libro, Wyoming traslada al lector a su niñez en La Puebla del Salvador y adolescencia en el barrio de “la Prospe” que le vio crecer, y confiesa cómo vivió la complicada enfermedad mental de su madre. Pero también incluye un viaje a Ámsterdam en el que acabó perdiendo la virginidad.

La enfermedad mental de su madre

El presentador habla con sumo respeto de la enfermedad de su madre: “La primera imagen que recuerdo de ella es entrando en casa con unos tebeos en la mano. Nos dio uno a cada uno. Venía del 'sanatorio', que era como llamamos siempre en mi casa al hospital donde estaba ingresada”.

“No es fácil que un niño de cuatro o cinco años entienda por qué su madre viene de visita y por la tarde se vuelve a marchar. Te decían que estaba mala, pero tú la veías bien. No se prodigaban en explicaciones, por otro lado imposibles, porque tampoco los adultos entendían ni entienden el proceso de la depresión”, continúa explicando al respecto.

“La medicación fue aumentando y empezaron con tratamiento de 'electroshock'. Nunca se recuperó. Sufrió un deterioro progresivo que la incapacitó del todo”, concluye Wyoming, como recoge Vanitatis.

Así perdió la virginidad en Ámsterdam

Su anécdota de juventud más curiosa ocurrió en un viaje a Holanda que organizó con el objetivo claro de perder la virginidad: “El padre de mi amigo, que se llamaba Paco, se acercó antes de partir el tren y nos dijo: 'Usad siempre condón'. Yo me quedé muy cortado porque parecía que nos había leído el pensamiento. El propósito principal de aquel viaje era perder la virginidad”.

A continuación, bromea con que “del mismo modo que partieron las carabelas a descubrir un nuevo mundo, nosotros iniciábamos aquella aventura con el fin de adentrarnos en el mundo del sexo. Aunque fuera un poquito. Teníamos más hambre que el pavo de una rifa”.

Y lo consiguió aunque no fue una primera experiencia muy buena, como cuenta explícitamente: “No conseguí que el pene alcanzara una consistencia suficiente y, como estaba cantado, en cuanto conseguí entrar, después de mucha maniobra, me corrí como un tonto”.

El encuentro acabó de mala forma: “La chica se quedó esperando, porque, claro, yo había disimulado el orgasmo, y cuando se percató de que ya había terminado exclamó algo parecido a 'shit', pero en holandés. Y salió pitando de la cama, supongo que a lavarse. Abochornado, permanecía callado cuando regresó. Me dio las buenas noches, se giró dándome la espalda y se durmió. Yo lo agradecí, no estaba para muchas explicaciones”.

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