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Los británicos comienzan el año con tres reality shows de famosos

Por su interés reproducimos el siguiente artículo que publica hoy el diario La Vanguardia: La audiencia británica se ha decidido a combatir la depresión posnavideña a fuerza de contemplar a ocho rostros conocidos -desde una presentadora hasta un astrólogo- en la pugna por perder peso y recuperar la forma. El Celebrity Fit Club, una especie de gimnasio televisivo estrenado el pasado martes, es una de las estrellas de la temporada que arranca con el año, más proclive a seguir rentabilizando los viejos formatos que a lanzarse a nuevas propuestas. La cadena ITV busca así combatir con las mismas armas al rival Channel Four, cuyo Gran Hermano vip se ha convertido en el programa más visto de la primera semana de enero. Hasta 7,6 millones de televidentes (31,2% de cuota de pantalla) siguieron los avatares de los concursantes, una tribu de famosos y famosillos capitaneados por el diputado radical George Galloway, para espanto de sus votantes. Las dosis de telerrealidad no acaban aquí, y la misma ITV mantiene su popular espacio Soapstar Superstar, donde un grupo de actores de culebrones compite para hacerse un hueco en el mundo de la música pop. La fórmula del reality, reinventada una y otra vez, vuelve a ser pues una de las pautas televisivas en el Reino Unido, habida cuenta del éxito cosechado en el 2005, especialmente en su versión de La isla de los famosos. Obligada a competir con los grandes canales terrestres, al tiempo que mantiene su vocación de servicio público sufragado por el contribuyente, la BBC ha comenzado el 2006 con buen pie, gracias a la gran acogida de crítica y público que ha tenido la nueva serie policial Vida en Marte. La historia de un detective que, tras sufrir un accidente, se ve transportado a la Inglaterra de los años setenta -una apuesta que aúna entretenimiento y calidad- logró congregar a siete millones de espectadores. Todo un respiro para la cadena pública, criticada a menudo por su “escaso sentido de la innovación”, a pesar de que sus informativos y programas dramáticos gozan del mayor crédito. Los mismos concursos blancos (Ven solo a bailar) y series de facturación propia (Doctor Who) del año anterior pueblan una parrilla de la que se intentan eliminar las socorridas reposiciones, mientras el polémico y carísimo drama épico Roma se mantiene como la joya de la corona. Incombustible después de veinte años, el culebrón Eastenders (BBC), un retrato sociológico de la clase media-baja británica, prosigue su disputa con la doble oferta de la ITV, la legendaria Coronation Street y la más reciente Emmerald. Esta última cadena privada ha incorporado además un servicio que permite acceder por el teléfono móvil a las escenas y episodios más destacados de sus telenovelas. Mientras, los canales por cable y satélite llenan su programación con las últimas series venidas de Estados Unidos (Lost, Mujeres desesperadas...), un territorio que el fin de semana monopoliza la plataforma Sky, que posee los derechos de emisión de los partidos de Liga. A la hora del té, quizá la franja horaria más conservadora, los ineflables Richard y Judy, matrimonio en la vida real, ven peligrar su hasta ahora indiscutible reinado en el mundo del marujeo, al estilo de lo acontecido en España con María Teresa Campos. Su cadena, Channel Four, acaba de fichar al presentador estrella de la competencia, Paul O´Grady, robado a base de millones. La operación sugiere un agotamiento del talk show con cotilleos conducido por la pareja, que por el momento mantiene su programa pero con horario reducido.

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