Según ABC

La creadora de “La Granja” idea un reality show de mafiosos

Por su interés, reproducimos a continuación un artículo de Federico Marín Bellón publicado hoy en el Diario ABC «Mafia», la otra televisión familiar Desde la eclosión orwelliana de «Gran Hermano», la telerrealidad no ha hecho sino crecer ante nuestros ojos. Cualquier espectador puede citar al replicante Roy Batty y decir aquello de «He visto cosas que no creeríais», pero ni todos esos instantes se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia, que para eso está el vídeo, ni la industria dejará de sorprendernos. Las cocinas de las productoras de televisión permanecen en ebullición en todo el mundo y no dejan de cocerse nuevos formatos. La ciudad francesa de Cannes, que acogerá el mes que viene el festival internacional MIP TV, será un enorme escaparate en el que se presentarán las novedades que, poco a poco, llegarán también a nuestro país. Una de las productoras más activas es la sueca Strix, creadora de «La granja», cuya segunda edición estrena el próximo día 29 Antena 3. En Cannes darán a conocer «Mafia», un concurso de lucha entre familias que promete encarnizados enfrentamientos; pero también tienen «Casino», promocionado como «el único “reality” en el mundo en el que los concursantes pueden ganar una cantidad ilimitada de dinero»; «Ruta 66», «un formato muy joven para participantes muy viejos» (o eso opinan sus creadores de los 66 años); y «Solidaridad», sobre trabajadores sociales en zonas deprimidas del planeta. Por el momento no se ven naves arder más allá de Orión, ni rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhauser, pero todo se andará. La traición como arma de juego «Mafia» es, sin duda, el concurso más prometedor de la productora Strix. Con el norte de Sicilia como tablero de juego, dos familias ocuparán sendas villas y tratarán de aniquilar a la otra por medios más o menos expeditivos. Cada equipo consta de diez personas, dirigidas por el Padrino, asesorado a su vez por el «consigliere». La familia puede destronar a su cabeza visible y elegir sucesor por un procedimiento medianamente democrático, e incluso cualquiera puede retar a duelo a su Padrino. La venganza y la traición son el menú de cada día. Cada semana, entre el Padrino y su consejero eligen a una persona de su equipo, que se enfrenta a otra de la familia rival. El ganador se trae al perdedor a casa y allí deciden si lo acogen para hacerse más fuertes o si no merece ninguna confianza y debe ser expulsado. La traición y la lealtad a la propia sangre están en juego de forma permanente. En todo caso, el dinero siempre está presente en el juego, y el Padrino ganador se llevará un total de 100.000 dólares de premio. Premio ilimitado «Casino» es otro de los formatos más innovadores de Strix. Diez experimentados jugadores son enviados a Las Vegas con 150.000 dólares cada uno y la misión de enriquecerse lo más posible y sin ningún límite durante diez días. La mitad de ese dinero se guardará en una caja de seguridad para evitar que los jugadores dilapiden su fortuna de forma compulsiva y garantizar así que el ganador tenga su premio. La excursión a la ciudad del juego incluye salidas nocturnas a sus principales atracciones, como restaurantes y toda clase de espectáculos, de los que no hará falta aportar más detalles. El juego, no obstante, es el escenario principal. Cuando un participante se acerca a una mesa, sus compañeros observan su comportamiento y, dado que todos se juegan el dinero común, pueden decidir su abandono en cualquier momento. Quien gane más dinero al final de cada jornada inicia un sencillo mecanismo de nominaciones que acaba con la expulsión de un jugador. Así hasta qué sólo quede el vencedor. El «reality» social «Ruta 66» y «Solidaridad» parecen concursos menos extremos, pero también tienen su miga. En el primero, diez participantes de la tercera edad tendrán la posibilidad de ver realizados sus sueños mientras pasan diversas pruebas y recorren el célebre recorrido que da título al programa. En el segundo, doce semanas de duro trabajo servirán para mejorar las condiciones de vida de alguna zona castigada del mundo. El público no sólo elige al ganador, sino que influye sobre los trabajos a realizar y, cómo no, puede donar dinero para la causa.

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