Late night

Se despide de la tele el “Sardá” de Alemania

Sí, los alemanes también tienen sentido humor, aunque a primera vista no lo parezca. Pero últimamente andan un poco alicaídos. Harald Schmidt, la estrella de los “late shows” alemanes, el hombre que con su fina ironía ha demostrado que en televisión puede hacerse humor inteligente, ha decidido romper con ProSieben-Sat1, la cadena privada que desde hace ocho años emite el “Harald Schmidt Show”. De “catástrofe nacional” han calificado su fans más entregados la decisión del humorista. “Alemania está de luto. Y cómo. Sólo ha faltado que el canciller y el Papa presentasen sus condolencias”, escribe en su último número “Der Spiegel”. No exagera el semanario alemán. Políticos, artistas, intelectuales y, sobre todo, ciudadanos de a pie, se han lanzado a firmar peticiones y convocar manifestaciones para evitar que desaparezca su programa predilecto, un espacio –a la vez de culto y de grandes audiencias– desde el que, cada noche, Harald Schmidt, de 46 años, repasaba con distancia, sin un ápice de chabacanería y con cinismo contenido la política y la sociedad alemana. El “Harald Schmidt Show” tiene un formato inspirado en los programas nocturnos norteamericanos. En un sobrio plató con público aparecen él –un señor anodino con traje, pelo canoso y gafas– y Manuel Andrack, su ayudante y contrapunto en los gags. A partir de aquí el programa consiste en una entrevista y largos monólogos, llenos de juegos de palabras y referencias que escapan al televidente poco versado en cuestiones alemanas. “Necesito una pausa creativa”, explicó Schmidt para justificar su abandono. A nadie se le han escapado, sin embargo, los motivos verdaderos. Y es que el “showman” alemán tomó la decisión justo un día después de que su amigo Martin Hoffmann, director de Prosiebe-Sat1, fuese despedido por el nuevo equipo. Desde el pasado verano, la cadena –que perteneció al difunto Grupo Kirch– se encuentra en manos del multimillonario estadounidense de origen egipcio Haim Saban, y las cosas han comenzado a cambiar. El programa ya no se emitirá en enero, si no hay sorpresas de última hora. Mientras, Schmidt medita las ofertas. Entre otras, dedicarse al teatro. Un grupo de fans incluso le ha propuesto para que sea presidente de Alemania, un país en el que la confianza en los políticos se tambalea. “El país necesita a alguien en quien confiar. Alguien que gobierne el país y lleve a cabo las reformas con inteligencia, humor y proximidad al pueblo”, aseguran los responsables de tan especial iniciativa.

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