Estudio

El mercado televisivo español es el tercero menos concentrado de Europa

El mercado televisivo español es el tercero menos concentrado de Europa. Sólo Francia y Grecia, así como la parte francófona de Bélgica, poseen una situación más favorable, con más variedad de ofertas y menos riesgo de falta de pluralismo en la industria audiovisual. Además, el grado de concentración del sector en España tiende a decrecer lentamente, como consecuencia de la aparición de nuevos canales. Son conclusiones de un informe elaborado por la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra para el Parlamento Europeo y recogidas este mes por la revista de la ATV, Carta de Ajuste. El análisis estudia la pluralidad de fuentes y la capacidad de contrastar las noticias en prensa, radio y televisión, pero pone particular énfasis en este último medio porque es de consumo universal, “mientras que la radio y la prensa diaria sólo llegan cada día al 60 por ciento y al 50 por ciento de la población europea respectivamente”. Índices de concentración El decano de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra y director del informe, Alfonso Sánchez-Tabernero, señala que junto a problemas de concentración elevada –como sucede en Alemania, Austria, Finlandia, Portugal y, sobre todo, en Italia- otros temores son más bien infundados: “en los últimos tres años, la aparición de nuevas ofertas y la progresiva pérdida de influencia de los canales públicos han favorecido un decrecimiento de los índices de concentración en once países de la Unión Europea. Sólo Bélgica, Dinamarca, Finlandia y Holanda han experimentado pequeños incrementos del grado de concentración, provocados no por fusiones o adquisiciones de empresas de televisión, sino por el crecimiento de la audiencia de los canales líderes”. Además de estudiar la evolución de la cuota de mercado de las compañías públicas y privadas líderes de cada país, los investigadores han aplicado el Indice de Herfindahl Hirschman (IHH). Este sistema calcula el grado de concentración sumando los porcentajes de mercado de las empresas elevados al cuadrado; así, en una situación monopolística existiría una compañía con el 100% del mercado y el máximo IHH posible: 10.000. En cambio, si hubiese cinco compañías de televisión y cada una de ellas lograse el 20% de la audiencia, el IHH sería 2.000 (resultado de sumar cinco veces 20 al cuadrado). La mayoría de los mercados televisivos de Europa oscilan entre un IHH de 2.200 y 3.400. El informe se refiere a los países de la Unión Europea, pero con dos salvedades: por una parte, no analiza el caso de Luxemburgo, porque su escaso tamaño ocasiona que el grado de concentración del mercado sea muy elevado (de hecho, hasta fechas recientes, el Gobierno había concedido un monopolio privado a la compañía CLT); en segundo lugar, Bélgica se estudia como dos mercados separados –el flamenco y el francés- puesto que no hay información estadística disponible del sector televisivo de Bélgica en su conjunto. El informe señala los riesgos de la heterogeneidad del marco legal sobre la televisión en Europa: las legislaciones más liberales, como la italiana, permiten el desarrollo de grupos fuertes en su mercado interno, que más tarde pueden desarrollarse en otros países. En cambio, mercados muy atomizados, como el español, suelen carecer de compañías fuertes con capacidad de expansión internacional. Por este motivo, existe una tendencia –impulsada, sobre todo, por Gran Bretaña y Alemania- a suavizar las medidas anti-concentración que se pusieron en marcha en casi todos los países europeos en los años noventa. Para Sánchez-Tabernero, aunque el índice de concentración en España sea moderado, los reguladores deben estar atentos a las fusiones y adquisiciones que puedan producirse en el futuro: “es previsible que las empresas de televisión pretendan neutralizar la aparición de nuevos competidores mediante operaciones de concentración; éstas sólo se deben prohibir si generan posiciones dominantes en el mercado”. El documento recomienda que la regulación sobre concentración y la actuación de los tribunales de defensa de la competencia busque un equilibrio entre el interés público -la pluralidad de ofertas disponibles para los ciudadanos- y el desarrollo de compañías europeas de televisión de ámbito internacional. También sugiere que se establezca con claridad el marco legal que regula los nuevos sistemas de difusión televisiva para favorecer la aparición de nuevos competidores en el mercado. El informe considera obsoletas las normas que limitan el porcentaje del capital que una empresa puede tener en un canal de televisión: “la base para medir la concentración es quién posee el ”control efectivo“ de una empresa. Un accionista puede ser propietario del 15% del capital y carecer completamente de influencia en la empresa; en cambio, en compañías con capital muy diversificado, el 3% puede proporcionar un control completo de la gestión”. En el caso español, se señalan tres reformas básicas que favorecerían la variedad de la información disponible para los ciudadanos: incrementar la transparencia en el sector, aunque este aspecto ha mejorado con la salida a bolsa de cuatro compañías; limitar la excesiva influencia de los gobiernos central y autonómicos en los contenidos y en la gestión de los canales públicos y, en algunos casos, en compañías privadas; y desarrollar una oferta de televisión local de mayor calidad.

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