Opinión

El presidente de la ATV reabre el debate de la “telebasura” y aboga por la creación de un Consejo Audiovisual

El presidente de la Academia de TV, Ignacio Salas, ha reabierto el debate de la telebasura en el último número de la revista Carta de Ajuste, que ilustra su portada con una expresiva figura de Pocholo (el de la mochila) señalando con el dedo al lector y un bocadillo que dice claramente: “Tú tienes la culpa”. En su artículo de opinión titulado Así es si así os parece, del que ofrecemos unos extractos a continuación, el presidente de la Academia considera que “la televisión se ha convertido en una pocilga infame que habría que cerrar por insalubre”, cree que la telebasura no es más que “un quiste con el que tenemos que aprender a convivir porque ya es inextirpable”, pero del que “todos somos responsables”, y aboga como única solución para acabar con ella por la creación de un Consejo Audiovisual que “ponga límites al exceso”. “La TV actual es un pestilente zoco de mercaderes de heces” El balance de la última temporada televisiva para Ignacio Salas, “no puede ser más desolador. Las distintas parrillas de programación se confeccionan en un pestilente zoco de mercaderes de heces en el que se trapichean inmundicias entre ventajosas ofertas de embrutecimiento moral para conmemorar la época más abyecta de su nada memorable historia. En definitiva, que telépolis se ha convertido en una pocilga infame que habría que cerrar por insalubre”. Sobre la responsabilidad atribuida por Aznar a profesionales y empresarios, el presidente de la ATV añade: “Juntos y en envidiable sintonía hemos arrastrado a la audiencia hasta el fondo del abismo, pero como la necesidad es la madre del ingenio, hemos dado con una fórmula madre que nos permite seguir escarbando”. Salas reconoce la dificultad de definir el concepto de la telebasura, pero cree que “sumando criterios repetidamente difundidos podría delimitarse por las campanadas de Muxía, la manipulación informativa, la Gala de los Goya, la saturación publicitaria, la competencia desleal y ese popular conservatorio que enseña a triunfar en quince días”. Finalmente, propone una definición: “Esta forma de hacer televisión que encuentra en el morbo, el sensacionalismo y el escándalo el foco de atracción más rápido y eficaz de acceso a Eldorado, es el tumor maligno que hemos dado en llamar telebasura, Un quiste con el que tenemos que aprender a convivir porque ya es inextirpable”. No todo es telebasura Para el presidente de la ATV, la culpa no es sólo de la audiencia, ya que los espectadores que se divierten con la telebasura son los mismos que se aprovechan de la información y cultura que ofrece el mismo medio: “Hay quien sostiene que en la sociedad democrática la audiencia es la que manda y la televisión por tanto está obligada a obedecer esta demanda, no ya por razones éticas o morales, sino por motivos de simple supervivencia democrática. En esta tesis se apoyan quienes no dudan en responsabilizar del desastre a la audiencia, tachándola de chusma narcotizada, irresponsable y borracha de zafiedad. No hay que olvidar sin embargo que esta masa iletrada y vulgar, que activa sus móviles para votar a Ainhoa, Beth, Yola, Felipe y Rafa es la misma que elige a los representantes políticos y, curiosamente, cuando le toca acudir a las urnas se convierte en pueblo lúcido y sensato, que da sobradas muestras de madurez, civismo y cordura. Quizá por ello las asociaciones que los representan no dudan en corregir el ángulo acusador para señalar directamente al Gobierno. Si uno es aficionado a hemerotecas, cronología y anuarios o simplemente le funciona a la perfección el disco duro de la memoria, sabe que la tele que ha popularizado la mochila de Pocholo, los trabajos manuales de Yola, el beso de Karino y Tamara o los retortijones sexuales de Malena, es la misma que le ha familiarizado con Tamayo, Romero de Tejada, Julián Muñoz, Woody Allen, Arthur Miller, Pérez Reverte, Van Gaal, Lula, Almodóvar, Rumsfeld y Harry Potter”. “Es hora de crear un Consejo Audiovisual Finalmente, Ignacio Salas concluye en este artículo que su intención no es echar más leña al fuego sino buscar una solución: ”No se trata de añadir ruido a la furia ni de justificar lo injustificable aprovechando que desde la óptica de la justicia infinita cualquier medio es válido para perseguir el fin programado. Tampoco de aceptar con resignada conformidad la disparatada opción de combatir el canibalismo merendándonos a los caníbales. La única pretensión es asumir que todos, anunciantes incluidos, tenemos una cuota de responsabilidad en este censurable despropósito y que ha llegado la hora de compartir el compromiso creando una Consejo Audiovisual asumible por todos y dotado de autoridad moral para poner límites al exceso. La Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión, desde su modesta y nada pretenciosa atalaya, reitera su oferta de convertirse en marco de moderación y arbitraje para que todos los agentes sociales implicados en el sector dialoguen, debatan, consensuen y alcancen un acuerdo de responsabilidad compartida que nos permita equipararnos a las directrices de la Unión Europea. No faltará quien reniegue del control y abogue por la autorregulación argumentando que esta iniciativa puede inducirnos a reinventar nuevas formas de censura, pero no es ningún secreto que un régimen de libertades la ley, el orden, el control político, la transparencia y la pluralidad informativa son imprescindibles para evitar el caos“.

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