El espía de la tele

Si quieres forrarte, hazte tertuliano de corazón

En esta España que se mueve entre el patio del Monipodio y el Monopoly, los fenómenos curiosos, ya tipificados en “El Quijote” –adivinen en que parte- siguen produciéndose.

Recordemos un poco la historia más reciente de la televisión. No hace muchos años, en alguna cadena, en algún momento, alguien inventó las tertulias de corazón. Se juntaban dos o tres periodistas, generalmente de prensa escrita semanal, algún famoso, y comentaban los acontecimientos ordinarios que acontecían en la rúa. Normalmente estaban encantados de salir en televisión y, si eran invitados, iban gratis. A pesar de eso eran ya envidiados por los que no eran invitados a participar en la conversación ante millones de espectadores. La audiencia de los programas o secciones de corazón subía y los “tertulianos” se fueron profesionalizando. Empezaron a cobrar un dinero razonable, porque era uno de sus trabajos fijos, complementando su columna periodística, el reportaje o la exclusiva en la revista de turno. Al principio cobraban a razón de 15 o 20 mil pesetas por cada día de participación en una tele nacional. Si acudían dos o tres días a la semana, a razón de cuatro semanas mes, los números empezaban a salir bonitos: 15x3x4, por ejemplo, 160.000 pesetas en un mes. Para un trabajo que era complementario de otro, el principal. Evidentemente, las retribuciones no eran las mismas para todos. Siempre han existido clases y divisiones. Pero los de arriba empujaban a los de abajo y los sueldos por colaborar subían progresivamente para todos. “Tómbola” provoca el “boom” La irrupción de “Tómbola”, que se emitía en tres cadenas autonómicas, convirtió la crónica rosa en un auténtico fenómeno televisivo. Fue un programa de éxito fulgurante, denostado, criticado, vilipendiado, y… copiado. Y empezaron a necesitarse tertulianos de corazón por un tubo. Los precios iban subiendo: 50 o 75.000 pesetas por programa diario; 150.000 o 200.000 por programa semanal. Los mejores recibían ofertas y contraofertas. Aprovechaban las propuestas para renegociar y encarecer sus cachés. Llegaron “A corazón abierto”, “¿Dónde estás corazón?”, “Salsa Rosa” a la parrilla semanal. Antes, “Sabor a ti”, Día a día“, a la parrilla diaria. Y cada uno de los programas tenía un ejército de tertulianos de corazón, especialistas en todo tipo de acontecimientos: folklóricas, familia real, famosos con ”glamour“; había hasta especialistas en Belén Esteban. Los famosos pasaron de personajes a comentar a tertulianos, y las remuneraciones seguían subiendo. Junto con periodistas de raza y de facultad se sentaban Belén Esteban, Maite Záldivar, Carmina Ordoñez, Massiel, Ernesto Neyra, Antonio David Flores, Raquel Bollo, o pseudofamosos recién nacidos a la popularidad por su participación en concursos: Ania, Kiko, Aida, Marta Álvarez, Sonia… Llegan los ”representantes“ Los precios ya estaban tan altos, que daba vértigo. Los famosos y pseudofamosos tiraban de representante porque en la negociación con cadenas y productoras utilizaban todo tipo de artes: desde ”El arte de la guerra“ de Sun Tzu hasta ”El Príncipe“ de Maquiavelo. Los periodistas, que no querían estar en inferioridad de condiciones, también empezaron a ser representados por representantes. Ahora mismo, si eres tertuliano de corazón sin representante, no eres nadie. Y los precios, se disparan. El representante es un señor que le pide, a la cadena, cuatro veces más por su representado de lo que la cadena está dispuesto a pagar. Y si cuela, cuela. Y las condiciones, para justificar el 20% de comisión del representante, también se complican: ”quiero que me garantices dos años“, ”exijo coche de producción“, ”que quede claro que tenéis que ponerle el vestuario a mi periodista“, ”que le tenéis que maquillar, peinar y vestir“, ”le gusta tomar un mojito antes de salir a plató, pónlo en el contrato“.. Y las 15 o 20.000 pesetas del principio pasaron a la historia. Los tertulianos de corazón se han puesto a firmar exclusivas: con Cuarzo, con Europroducciones, con Boomerang, con Telecinco, con… En buena parte de los casos, los ”buenos“ tertulianos se llevan tres millones de pesetas al mes, con garantía de colaboración por un año, o sea la bonita cifra de 36 millones de pesetas anuales. Los 30 millones anuales garantizados son una cantidad habitual en este colectivo, exista o no exista programa en el que salir a cotillear. Las colaboraciones esporádicas en programas semanales se pagan a menudo, para periodistas, a 500.000 pesetas, lo que puede suponer dos millones de pesetas al mes. Una cifra que moverá las tripas de los colegas de las redacciones de prensa escrita, o de radio, que no están acostumbrados a moverse en estas cantidades mareantes. Señores periodistas, tienen que planteárselo. Háganse tertulianos de corazón. Tienen representante, algunos disponen de chófer y pronto, créanme, tendrán guardaespaldas. Y 30 millones anuales garantizados más el sueldo que consigan por su trabajo principal, que no acostumbra a ser éste. Y seguramente ya les piden autógrafos en la calle, les invitan a ”saraos“ en discotecas y empezarán a cobrar pronto por dar exclusivas por las que antes ellos pagaban. La historia continuará….

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