Artículo de interés

La serie “24”, acusada de defender la lucha violenta contra el terrorismo

Por su interés, reproducimos a continuación un artículo de Ferrán Viladevall publicado hoy en el diario El Mundo ¿Cómo tratar el terrorismo cuando se representa en una obra de ficción? Éste es el dilema al que se enfrentan los creadores de “24”, una serie de acción protagonizado por Kiefer Sutherland que en España se emitió en Antena 3 y ahora en Fox (Digital + y cable9. En ella, Sutherland interpreta a un agente antiterrorista inmerso en una lucha de 24 horas para salvar al mundo de una amenaza terrorista. Un hombre que utiliza con frecuencia métodos excesivos (léase tortura) para conseguir sus objetivos. Muchos ven en esta agresividad un mensaje no muy sutil: que sólo se puede ganar la guerra al terrorismo permitiendo a aquéllos que luchan hacer lo que sea con tal de erradicar el miedo. Incluso si ello conlleva ensuciarse las manos o saltarse las normas.«Esta serie es la clásica fantasía conservadora que promulga el mito de la competencia americana y su omnipotencia», escribe el columnista de la revista Time Joe Klein. Klein ilustra sus comentarios con la actitud del personaje de Sutherland quien «se dedica de forma rutinaria y con demasiado entusiasmo a la tortura para conseguir casi siempre la adquisición de una pieza crucial de información, lo que le diferencia de otros héroes anteriores a los ataques del 11-S». Para el actor, de 39 años, tales acusaciones son gratuitas. «Para mí son dos mundos completamente diferentes. El real y el que vemos en el programa de televisión. Yo no tengo ningún problema separándolos y no creo que nadie lo tenga», explica durante un encuentro con la prensa en Los Angeles. Es más, defiende los actos violentos de la serie para luchar contra el terrorismo, alegando que son «un mecanismo dramático fantástico que se utiliza para comunicar la importancia que conlleva el conseguir cierta información. Tan desesperados estamos que somos capaces de hacer cosas horribles». Tanto que Sutherland las define como «poco realistas». Un producto de la imaginación de los guionistas, vamos. «La fantasía de la televisión es precisamente esto, fantasía. Intentar trasladarla al mundo real es ridículo», avisa. «Es estúpido». Por lo tanto que nadie se atreva a sacar ninguna escena fuera de contexto. «Mencionar las torturas [de la serie] en la misma frase que Abu Ghraib es algo totalmente irresponsable». Pero no todos piensan como él. Los hay que son conscientes de que la televisión es una plataforma para la comunicación. Y como tal, es susceptible de impactar a la gente. Es decir, sacar los temas fuera de contexto. Y más si hablamos de terrorismo. «Que algún grupo terrorista se inspire en sus tramas es uno de nuestros mayores miedos», afirma Jon Cassar, uno de los co-productores ejecutivos. Como ejemplo para justificar su temor, Cassar menciona el caso de un accidente ferroviario en 2005 en Los Angeles. Un hombre de tendencias suicidas aparcó su vehículo en la vía, justo cuando venía el tren. Quería terminar con su vida de forma dramática y eficaz. «Igual que empezamos nosotros la temporada», recuerda Cassar. Sólo entretenimiento Lleno de dudas y confundido, el suicida decidió, en el último instante, saltar de su coche para salvarse. «Cuando leí los hechos en la prensa al día siguiente sólo recé para que el hombre no mencionara que veía nuestro programa». Servir de influencia a cualquier descerebrado con sed de destrucción «es lo último que queremos hacer», avisa Cassar. «Lo nuestro es sólo entretenimiento.No tenemos ningún tipo de agenda política», confiesa. Sin embargo reconoce que a la hora de crear una nueva temporada -la quinta en los EEUU-, han tenido que eliminar ideas «que eran demasiado horribles». ¿Cómo por ejemplo? «Prefiero no decir nada», se defiende Cassar argumentando que las supuestas amenazas terroristas son tan terroríficas que es mejor guardarlas en el tintero. «Quizás las recuperemos el año que viene, o quizás no», revela. Lo irónico de todo esto, dice Sutherland, es que el terrorismo no es nada nuevo. «Lleva presente a escala mundial desde hace mucho tiempo», asegura. Ahora ha llegado a este país. Y eso, asusta. Aunque más en la realidad que en la ficción.

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