Gran Hermano

Sin sufrimiento no hay victoria

Ni tanto ni tan calvo. Está muy bien eso de que el equipo de Gran Hermano se haya hecho cargo de las protestas de la comunidad de internautas. Que si estos concursantes se apalancan en cualquier sitio de la casa, que si los ficus y los gladiolos ofrecen más conversación. Todos de acuerdo en ello. Pero de ahí a hacerles dar vueltas alrededor del jardín hasta hacer cien kilómetros y con el calor que sigue asolando la serranía de Madrid estos días, la frontera entre el espectáculo televisivo y el sadismo es muy transparente. Ampollas, rozaduras, calambres musculares. Son algunas de las consecuencias que los concursantes comienzan a arrastrar para la consecución de la prueba. Y como si de buenos hospitaleros del camino de Santiago se trataran, los habitantes de la casa han aprendido a curarse las heridas de sus pies y a cuidarse más los unos a los otros. Aunque algunos no han terminado muy bien de aplicarse la lección. Es el caso de Alonso y Mari. Si hace unos pocos días El amor volvía a flotar en el aire, ahora los vapores de Eros se han disipado. Y el lobezno de mar volvió a su tono de plañidera de cámara en cámara. Que qué le pasará a Mari, que no le deja las cosas claras y que le quiere mucho como amiga, aunque hayan pasado algunas cosillas. Este último término que lo entienda cada uno como quiera, un masaje, una buena tortilla de patatas. ¿O es que habrá pasado algo más? Qué pillos, estos chicos de Zeppelin que no lo han emitido. El caso es que tantas horas de soliloquios con las olas del mar parecen haber hecho mella en su entendimiento de las personas, “no entiendo cuando dices eso de que no me entiendes” le dijo en un momento Alonso, porque el chaval no se da cuenta de lo evidente, que Mari está por sus huesos. Mientras tanto ella se dedicaba a torcer el gesto y a evitar al de Marbella. Por si alguien se ha perdido, esto es Gran Hermano, no es ni Compañeros ni Sensación de vivir. Otros que también les andan a la zaga son Sabrina y Ángel. Cada día son más las miradas y las complicidades entre ambos. El de Alicante se está demostrando como un buen samaritano curando las ampollas de la de Málaga. Quien parece disfrutar con la prueba y no sentir los efectos del tabaco en sus pulmones es Fran. El de Barcarrota, contra todas previsiones, se está demostrando como un gran corredor de fondo. De vez en cuando el parchís les mira, testigo mudo sobre la mesa llena de migas. Cualquier tiempo pasado fue mejor, les recuerda. Pero el resto de los espectadores duda sobre tal afirmación mientras ellos siguen dando vueltas al jardín. Más vídeos y noticias en el especial Gran Hermano elaborado por Latino Televisión.

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